La desbordada superproducción y la falta de controles provocaron una nueva emergencia en el embalse de Betania, cuyos efectos son imprevisibles. La desbordada superproducción y la falta de controles provocaron una nueva emergencia en el embalse de Betania, cuyos efectos son imprevisibles. Por lo menos 300 toneladas de tilapia y mojarra, productos banderas de exportación, sucumbieron en los jaulones por falta de oxígeno. Los piscicultores fueron declarados en máxima alerta. Ricardo Areiza LA NACIÓN, Neiva La sobreproducción de mojarra y tilapia, uno de los principales renglones de exportación del Huila, aunada a los bajos caudales y las altas temperaturas, revivieron ayer la pesadilla en el embalse de Betania, como ocurrió hace seis años. La saturada capacidad de carga, como lo reveló en primicia LA NACIÓN, precipitó ayer una nueva emergencia con efectos todavía impredecibles. La falta de oxígeno (hipoxia) provocó una nueva mortandad de peces que podrían sobrepasar las 300 toneladas métricas. La expansión sin control de los proyectos piscícolas, el uso inadecuado de agroquímicos y la superproducción, terminaron agravando la problemática ambiental. “Estábamos advertidos. Sabíamos que desde finales de enero y principios de marzo, la represa siempre presenta los menores niveles de todo lo año, porque que los ríos, especialmente el Magdalena, también reducen sus caudales. Pero adicionalmente, sabíamos la sobreoferta de producción que se mantenía sin ningún control por parte de la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (Aunap), encargada de regularlo, nunca hizo nada”, señaló un destacado empresario que pidió mantener su nombre en reserva. El desbordado crecimiento de las áreas y concesiones para producción amenazan el equilibrio biótico y puso en alto riesgo la piscicultura industrial. En el 2005, con 12 proyectos se reportaron, según el Plan de Ordenamiento Pesquero y Acuícola, 1.686 jaulones. Ocho años después la represa cuenta con 72 proyectos legales con aproximados 7.000 jaulones, los cuales pueden aumentar considerando que la mayoría de las empresas tienen una mayor capacidad de producción de la legalmente autorizada. Pero no sólo esto. El área actual de producción fue estimada en cuatro millones de metros cuadrados, un 42 por ciento más de lo legalmente permitido. Esta superproducción, sumada a los agroquímicos y la inadecuada disposición, en algunos casos, terminaron afectando la calidad del agua y provocando la reducción del oxígeno, la principal causa del nuevo desastre. Pérdidas iniciales “De acuerdo con los reportes preliminares, la mortandad puede estar alrededor de 120 toneladas, donde tres proyectos son los más afectados. La corporación hizo ya los requerimientos para que apliquen los planes de contingencia y se proceda a la correcta disposición de este material inerte, en fosas que deben ser autorizadas por la CAM”, explicó su director Rey Ariel Borbón. Sin embargo, estimando que las condiciones del embalse están cambiando, los efectos podrían extenderse a las demás empresas localizadas en el embalse. La misma información la reportó Marnie Conde, gerente del Centro de Desarrollo Tecnológico (Acuapez) que ejerce la Secretaría Técnica de la Cadena Piscícola. Las más afectadas son la empresa Nueva York, la principal exportadora de Tilapia, principalmente a Estados Unidos, con cerca de 150 toneladas en solo 6 de los 58 jaulones. También la empresa Los Halcones de pequeños piscicultores con unas 20 toneladas y Tilapias del Magdalena (Tilmag) con 25 toneladas en tres jaulones. “La mortandad estaba advertida. Lo que estaba pasando nos preocupaba y por eso emprendimos una rigurosa investigación. La corporación estableció medidas preventivas para 27 proyectos que tienen mayor área utilizada, en un 42 por ciento de lo legalmente autorizado. Por eso iniciamos los procesos sancionatorios por haber incumplido’, aseguró Borbón. El funcionario no descartó que los volúmenes puedan aumentar. Sin embargo, no se anticipó a revelar las probables causas. “No tenemos precisión sobre las causas. Estamos haciendo un monitoreo con un equipo en la zona sobre la calidad de las aguas. Preliminarmente por trabajo de campo creemos que puede ser por falta de disponibilidad de oxígeno pero hay que verificar porque se disminuyó. Puede ser también por la reducción de los caudales por aumento de la temperatura”, afirmó. Estimó que las autorizaciones sobre capacidad de carga y producción le competen directamente al Aunap (antiguo Incoder). Asimismo le pidió a la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca para que actúe de manera inmediata realizando los respectivos controles. “Ellos ya habían sido notificados. Ahora se requiere de medidas contundentes para que el Aunap haga la verificación a la producción piscícola en el embalse”, precisó Borbón. Un caso similar se registró el 25 de febrero de 2007 ocasionado por la falta de oxígeno, por los bajos niveles del embalse, ocasionados por el intenso verano y la sedimentación por la intempestiva erupción del volcán Nevado del Huila. La mortandad en esa época alcanzó 2.276,59 toneladas con pérdidas calculadas en 24.700 millones de pesos en solo tres semanas (a finales del mes de febrero y principios de marzo de 2007). Sin embargo, aunque graves, los eventos registrados no son catastróficos. “No hay alerta crítica. Me parece que se han registrado eventos particulares en un sitio puntual del embalse. Si no hay un cambio radical en las condiciones del embalse, consideramos que es posible que no sea nada catastrófico”, expresó el empresario Manuel Macías. La misma versión la tiene el director de la CAM. “Por ahora, no se puede hablar de un desastre como el ocurrido en el 2007. Por la información preliminar sabemos que hay tres proyectos afectados pero hay que estar alerta”, indicó Borbón. Las autoridades regionales y voceros de la cadena piscícola se declararon en máxima alerta. “Las condiciones climáticas están cambiado siguen temperaturas elevadas, hay una reducción de caudales por eso debe haber un monitoreo permanente advirtiendo que el embalse tiene una capacidad máxima de producción de 22.000 toneladas y no puede haber una mayor producción”, aseguró Borbón. Por ahora, mientras se avanza en el monitoreo, se ordenó sepultar los volúmenes de peces asfixiados en el embalse más grande del país. “El pescado es inerte, no es apto para el consumo. Por eso con los dueños de los proyectos se inició la disposición en fosas totalmente adecuadas y previamente aprobadas por la autoridad ambiental”, informó el director territorial de la CAM luego de realizar la inspección en la zona de la emergencia. La excesiva capacidad de carga provocó una nueva mortandad de peces en el embalse de Betania. Por lo menos 30 toneladas de tilapia listas para el consumo perdió la pequeña empresa piscícola Tilapias del Magdalena. Saúl Bermúdez Rojas uno de los pequeños productores confirmó la pérdida total de sus tres jaulones. Volquetadas de peces inertes fueron evacuados para ser enterrados en fosas debidamente adecuadas fuera de la represa. Pequeños piscicultores examinaron con dolor los efectos del nuevo desastre. La saturación de la capacidad de cargas y el crecimiento de proyectos terminaron afectando la calidad del agua.