El desierto de La Tatacoa, como lo expresó el gobernador encargado Luis Guillermo Vélez, tiene todo el potencial y atractivo para seguir los pasos de Villa de Leyva, a donde cada fin de semana llegan decenas de turistas tanto nacionales como extranjeros, está bastante lejos de ser cierto hoy como perfectamente viable en un mediano futuro. El desierto de La Tatacoa, como lo expresó el gobernador encargado Luis Guillermo Vélez, tiene todo el potencial y atractivo para seguir los pasos de Villa de Leyva, a donde cada fin de semana llegan decenas de turistas tanto nacionales como extranjeros, está bastante lejos de ser cierto hoy como perfectamente viable en un mediano futuro. Claramente el desierto La Tatacoa, es el epicentro de cualquier desarrollo turístico empresarial; la belleza natural de sus paisajes diurnos, la inmensa riqueza paleontológica, el observatorio astronómico nocturno, quizá el de mejor ubicación en Colombia, le dan atractivo suficiente para generar mucho mayor número de visitantes que el que se registra en la actualidad. El desierto de La Tatacoa, la segunda zona árida más extensa de Colombia después de la península de la Guajira, es uno de los escenarios naturales más atractivos de Colombia que ocupa 330 kilómetros cuadrados. Los científicos del mundo lo califican como uno de los lugares privilegiados para La Tatacoa, como el parque arqueológico de San Agustín, tienen todas las ventajas comparativas y competitivas para convertirse en destinos turísticos de clase mundial. Y no solo como un excepcional ecosistema sino como centro de investigación por su inmensa riqueza paleontológica, todavía inexplorada. No en vano, muchos los científicos del mundo lo catalogan como un sitio privilegiado para observaciones astronómicas de constelaciones, lluvias de meteoros, cúmulos globulares, entre otros lo que constituye un atractivo especial que lo colocan como un destino único. Convertirlo es el gran reto. No sólo del sector oficial. También del privado para articular esfuerzos y construir proyectos de gran impacto, como el proyectado por Comfamiliar y como el que pensó en su momento el empresario Jean Claude Bessudo, para responder a los desafíos de la internalización. Por ahora, hay que enfrentar la informalización que se viene registrando, generando serios conflictos. La Tatacoa al que debemos promover como el más bello desierto de Colombia, el mejor observatorio astronómico del país y centro de investigaciones prehistóricas de alto nivel. Y claro que habrá que continuar en la senda de mejorar los servicios turísticos. La Tatacoa debe ser el objetivo para convertirlo en destino de clase mundial. “La Tatacoa, como el parque arqueológico de San Agustín, tienen todas las ventajas comparativas y competitivas para convertirse en destinos turísticos de clase mundial”. EDITORIALITO La mortandad de peces en el embalse de Betania estaba advertida. La sobrecarga y la alta informalidad, como estaba previsto, agravaron el panorama ambiental. Y con consecuencias aún imprevisibles.