Exhibir las piernas mutiladas de un soldado que pisó una mina quiebrapata puesta en un parque infantil en Santander muestra lo poco que se puede esperar de esta guerrilla en la búsqueda de la paz.
EL CABO EDWARD ÁVILA ES un héroe. Y eso es algo que todo el país le reconoce a este militar cuya historia acaparó la atención nacional e internacional y generó una ola de indignación y repudio contra la guerrilla del ELN. Y no es para menos.
Ávila perdió las dos piernas al pisar un campo minado que el ELN instaló en un parque infantil en el casco urbano del municipio de Convención, Norte de Santander. En un acto de barbarie y sevicia, que pocas veces se ha visto en la larga y triste historia de la guerra en Colombia, los guerrilleros colgaron en el coliseo del pueblo las dos extremidades del uniformado. Las reacciones por esa macabra acción del ELN no se hicieron esperar y las voces de repudio fueron generalizadas.
Desde el presidente de la República, pasando por el ministro de Defensa, Juan Carlos Pinzón, quien calificó de “ratas humanas” a los guerrilleros, el gobierno y la sociedad en general manifestaron su indignación al tiempo que reconocieron y exaltaron al heroico suboficial quien pese a la tragedia que sufrió demostró una fortaleza, entereza y compromiso admirables. “Solo perdí las piernas, no la vida. Puedo decir que afortunadamente esto me pasó a mí y no a alguno de los muchos niños o adolescentes que van al parque”, dijo a SEMANA el oficial desde el hospital en Bucaramanga donde se recupera.
Ávila contó que llegó a Convención el pasado martes 5 de mayo, al frente de un grupo de soldados con quienes empezó a trabajar en la construcción de un parque infantil en el casco urbano de ese pueblo. Ese primer día las cosas transcurrieron sin mayores problemas a pesar de que se trata de una zona considerada roja por la alta presencia de guerrilla. No alcanzaron a terminar las obras y en la mañana del miércoles Ávila y sus hombres regresaron de nuevo al lugar. Ese día el suboficial cumplía 26 años de edad, de los cuales ha dedicado los últimos nueve a la vida militar que siempre quiso desde niño.
Como jefe del grupo antiexplosivos y siguiendo los protocolos, Ávila decidió efectuar una verificación del terreno antes de continuar con las labores de construcción del parque infantil. “Lo único que recuerdo es la explosión, ver mis pies destrozados y el esfuerzo de mis compañeros para sacarme del sector”, contó el militar a SEMANA. A pesar del dolor, el uniformado no perdió la conciencia. “Todo pasó en el casco urbano de Convención, los niños tuvieron que presenciar esa escena tan trágica, tan triste”, dijo.
Sus hombres lo llevaron al hospital del municipio en donde le prestaron los primeros auxilios mientras llegaba al lugar un helicóptero. En el trayecto lo único que pensaba el militar era que una de las víctimas pudo haber sido alguno de los niños de la población que tuviera la misma edad de su hija de 8 años. Al llegar a Bucaramanga lo operaron y terminaron por amputarle lo que quedaba de sus piernas.
“Quejarme no me sirve de nada y eso no va hacer que me salgan de nuevo las piernas”, dice. “Ellos (el ELN) son peores que animales y nada distinto se puede esperar de esas lacras. Exhibiendo mis piernas como trofeo mostraron lo que son y buscaron atemorizar a la población. Pero si creen que con eso nos van a amedrentar lo único que consiguieron es todo lo contrario. El Ejército y las Fuerzas Militares quedamos más fortalecidos de un hecho tan lamentable como este”, concluye este valiente suboficial. Ávila por ahora espera comenzar lo más pronto posible su recuperación y poder regresar lo más pronto de nuevo al servicio. Entre tanto, los colombianos aplauden a este héroe por su valor, y difícilmente olvidarán este acto de sevicia y barbarie del ELN.