Dicen que la nueva imagen de Carlos Julio Gonzáles Villa, el pegajoso 2×1, es una manera desesperada de sus asesores por encarrilar de nuevo al candidato a la contienda regional. Ciertamente no lo creo. Considero mejor, y con el respeto debido a mis compañeros columnistas, que es una manera ingeniosa de promocionar una campaña, finalmente de eso se trata, en parte, la política.
Hace un mes, más o menos, Carlos Julio hizo oficial su candidatura en la ciudad de Neiva. Se suponía en principio que el acto sería discreto, pero la verdad, faltaron sillas. No cabe duda que aún Cielo sigue generando impacto positivo entre la gente, y eso, es un tanque de oxígeno extra para su hermano.
Ha sido poco el tiempo que llevan en campaña (siempre habrá que hablar de los dos), y la candidatura del exsenador se sigue consolidando poco a poco. Las adhesiones son cada día más fuertes y la aceptación más palpable. Son un equipo, ellos mismos lo afirman. Aunque la manera de hacer política de ambos es distinta (Cielo es más enérgica, Carlos Julio más cauto, pero igualmente vivaz y ambicioso) lo cierto es que son un muy buen complemento. Ahí se centra el secreto para su fortalecimiento: Son dos campañas en una, lo que le falta a uno lo puede ofrecer el otro, atendiendo a la percepción de la gente.
Mientras que otros equipos se dividen, los Gonzáles Villa pujan por seguir unidos. Cielo decidió dar un paso al costado y permitir que Carlos Julio tomara las riendas camino a la gobernación. Imagino que esa difícil decisión le tomó varios días, no es sencillo desprenderse de la oportunidad de llegar al poder. Pero lo manejaron bien, Cielo le puede aportar más a su hermano tras bambalinas, que dedicando un 80% de su eventual campaña a seguir defendiéndose ante la opinión pública.
La gente aún encuentra críticas a la campaña de la “Nueva agenda del siglo XXI” argumentando que Carlos Julio se encontraba desaparecido. Pero ahí también sale a flote la virtud del 2×1: el ahora candidato atendía otro tipo de compromisos personales antes de pensar en la gobernación, pero ante la eventualidad del momento, se puso al frente del equipo retomando las banderas de su hermana, lo que demuestra que entre ellos no hay rencillas, que si no es el uno es el otro, o que si no es el otro es el uno, finalmente lo único que cambia en la campaña es el nombre antes del apellido, por lo demás todo se mantiene firme.
Ruego el favor al apreciado lector que no me mal entienda, esto no se trata de hacer juicios de valor, simplemente se analiza la realidad y se formulan opiniones. Si hoy hubiera una candidatura lo suficientemente fuerte para llamar al ruedo, sería la de Carlos Ramiro Chávarro, otro peso pesado en el Huila, pero hasta que no se solucione la división dentro del partido, al “monito” no se le puede tener en cuenta de manera definitiva. Aunque ciertamente no le puedo ver futuro a la campaña de Esperanza Andrade por los conservadores. No pueden ser tan ingenuos de “quemar” toda su pólvora con una candidata con poca aceptación pública.
Mientras que por los lados azules la cosa se sigue complicando, el 2×1 se sigue fortaleciendo. ¡Ojo! El tiempo sigue corriendo, algunas campañas comenzaron muy temprano, pero con bases blandas y ahora se están desquebrajando. Otras comenzaron más tarde, pero según demuestran, van serenas a la carrera, con piernas frescas y con doble tanque de oxígeno, ya lo dije antes.