No estamos en crisis, ni mucho menos, pero tampoco en la gloria que nos pintaban no solo las autoridades nacionales sino el mismo Banco Interamericano. La industria no creció durante todo el 2012 y las expectativas de aumento del PIB para este año cada día se reducen más. Si llagamos al 4%, que es inferior al crecimiento potencial, sería casi un milagro. Pero lo preocupante es que de un crecimiento equilibrado como el que teníamos entre 2004 y 2008, pasamos a uno absolutamente desequilibrado, lo cual es realmente peligroso. Ahora lo que crece es el sector minero-energético y lo demás, agro e industria o se estacan o no logran despegar totalmente. Y estas son las bases sólidas, porque para sorpresa de muchos, no somos un país realmente minero y nuestras reservas de petróleo hasta ahora, son para 8 años.
Sumen a esto la revaluación del peso. Colombia es uno de los países que más ha revaluado su moneda en los últimos años y esto sumando a su falta de competitividad, reconocida como la mayor falla del país.
Pero también es fundamental recuperar el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural que se convirtió en el Ministerio de las Víctimas. No se trata de quitarle la importancia al hecho de que por fin el país está pensando en su reparación. Más que justo, pero se ha olvidado que sin una oferta clara de bienes rurales y de servicios agropecuarios, nadie querrá regresar al campo y menos se recuperará uno de los sectores claves para reducir desigualdad, generar empleo e inclusive exportar.
Se ha perdido demasiado tiempo en parte porque sigue gobernando una ideología que cree que basta con los equilibrios macroeconómicos que ni siquiera hemos logrado totalmente. El déficit fiscal se ha reducido pero sigue y mientras tanto se han descuidado otras estrategias no solo económicas sino sociales. Con solo limosnas y subsidios, además a la carrera, no solo no se solucionan los graves problemas de desigualdad y competitividad del país sino que surge el problema de cómo financiar estas dádivas si la economía crece de manera mediocre.
No las tiene fácil el Gobierno que además no ejecuta. Se espera que finalmente la infraestructura arranque este año, pero se ha dejado pasar mucho tiempo y además se tiene en el Gobierno una visión parcial de lo que significa la globalización. No basta con abrir mercados si no hay que vender y si además no se puede competir con otras economías con niveles más altos de competitividad. No se resuelven estos problemas sino que se crean otros adicionales. Si se sigue con la política de subir aranceles, o dando subsidios, se pueden olvidar los costos que esto tendría por ser parte de la OMC, que no admite tan fácil estas medidas proteccionistas.
Precisamente por no ser una tragedia la situación económica, el Gobierno en vez de dar expectativas demasiado triunfalistas, debería proceder a armar estrategias para recuperar los sectores claves, ahorrar las ganancias de la minería y dejar de dar señales contradictorias. Llegó la hora de parar la firma de TLC’s y evaluar su posible impacto en la economía, antes de continuar con esta estrategia. En síntesis: ojo con la economía.