La odisea de Lizet por ataque terrorista

Una niña de 7 años de edad, víctima del atentado terrorista en La Dorada (Putumayo), tuvo que padecer una odisea para poder recibir atención especializada en el Hospital Universitario de Neiva. Una niña de 7 años de edad, víctima del atentado terrorista en La Dorada (Putumayo), tuvo que padecer una odisea para poder recibir atención especializada en el Hospital Universitario de Neiva. Los bloqueos del paro cafetero y una presunta negligencia en su atención inicial, la tienen hoy entre la vida y la muerte. LA NACIÓN, NEIVA La vida de Lizet Fernanda Posada, una pequeña de tan sólo 7 años de edad, cambió radicalmente desde el pasado lunes 25 de febrero. Ese mediodía, su mamá, Andrea Inagan Leiton de 30 años de edad, la recogió en la escuela y juntas caminaron hacia su casa en el corregimiento de La Dorada, en el municipio de San Miguel (Putumayo). Cuando pasaban al frente de un restaurante donde almorzaban algunos policías, estalló un artefacto explosivo que las dejó gravemente heridas. La pequeña fue remitida al hospital de la localidad junto a su mamá. Algunos familiares de Lizet manifestaron que hubo negligencia en la atención inicial prestada a la pequeña, ya que los galenos les aseguraron que sus heridas no eran de consideración. Sin embargo, con el paso de las horas Lizet se agravó y fue traslada de urgencia a Mocoa, capital del Putumayo. Allí, los médicos consideraron que su estado era muy grave y ordenaron su traslado inmediato a Bogotá, al igual que unos policías que tenían quemaduras en todo su cuerpo. Los uniformados fueron trasladados en un helicóptero, ante la impotencia de la familia de la pequeña, que hasta el último minuto suplicó para que también llevaran a la menor. Sin embargo, a Lizet le fue negado el traslado por vía aérea y una de sus familiares la acompañó en el trayecto terrestre desde Mocoa hasta Neiva, en medio del paro cafetero. Traslado El estado de la pequeña se agravaba a cada minuto. Los galenos recomendaron no moverla demasiado, ya que su diagnóstico, un trauma craneoencefálico severo y una contusión cardíaca, exigían el mayor cuidado posible. El primer bloqueo lo encontraron en el sur del Huila. La familia de la niña asegura que en este trayecto los campesinos fueron solidarios y comprensivos, dejaron pasar a la ambulancia y les ayudaron a quitar los troncos de las vías. Sin embargo, al llegar al centro del departamento, la situación fue muy hostil. “En Garzón le tiraron piedras a la ambulancia y no nos dejaron pasar. Yo les rogué por la vida de la niña que nos permitieran el paso y no quisieron. Ellos no tienen derecho a agredirnos ni a poner en riesgo la vida de Lizet. Hoy fue a nosotros, pero mañana pueden ser a ellos que les pase algo así. Fueron muy desconsiderados”, aseguró la tía de la menor, quien cuida de la pequeña mientras la madre se recupera en Mocoa. Ante la imposibilidad de avanzar por la Capital Diocesana, la ambulancia tomó un desvío por Zuluaga. “Era una trocha terrible. La niña se movía mucho. No sabíamos a dónde íbamos a salir. Esto retrasó mucho la atención de Lizet y afectó gravemente su estado”, expresó su tía bastante afectada. El trayecto entre Mocoa y Neiva inició a las 8:00 p.m. y culminó a las 4:00 a.m. Los paramédicos consideraron que era un riesgo muy grande para su vida seguir el trayecto hacia Bogotá. Lizet permanece desde ayer recluida en la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos en el Hospital Universitario de Neiva Hernando Moncaleano Perdomo. Su estado médico es reservado. Su familia la acompaña con la esperanza de que pronto estará mejor. La cuidan, le hablan y la tratan con todo el amor posible, porque a su tierna edad, ha sido víctima de la guerra, de la negligencia, de la intolerancia y del conflicto social que vive el país.