La red vial del Huila, desde los tramos veredales hasta las carreteras nacionales más importantes, está al borde del colapso. Mientras se anuncian inversiones La red vial del Huila, desde los tramos veredales hasta las carreteras nacionales más importantes, está al borde del colapso. Mientras se anuncian inversiones, varios trayectos permanecen cerrados o se encuentran a un paso se sufrir nuevas afectaciones. Rafael Trujillo LA NACIÓN, NEIVA Hace 22 días, un derrumbe de lodo y rocas sepultó viviendas, carreteras y cultivos en zona rural de Neiva. A la semana siguiente del episodio, LA NACIÓN informó que “luego de diez días de registrados los estragos en los corregimientos de San Luis y Aipecito, en la zona rural de Neiva, las comunidades siguen aisladas por los derrumbes ocasionados. A pesar de la gestión que adelantan los líderes de los corregimientos en Neiva, las condiciones climáticas y la falta de los censos totales de las afectaciones han retrasado las acciones en el sector. Los líderes advirtieron desabastecimiento y enfermos en la zona”. Pocos días atrás, al finalizar el 2012, el 29 de diciembre, una emergencia había causado profundo dolor y graves daños en la carretera que de Neiva lleva a Balsillas, centro poblado de San Vicente del Caguán. “Dos cuerpos sin vida y siete personas heridas es el saldo inicial de la emergencia que se registró sobre la vía Neiva-Balsillas, luego de que un alud sepultó a por lo menos siete vehículos que se encontraban estacionados sobre la vía por un derrumbe inicial. Aunque no existe una cifra oficial, el número de personas sepultadas superaría las 20 víctimas”, informó LA NACIÓN a sus lectores. Pero los problemas no se limitaban a carreteras rurales. Hace poco más de un año, el 12 de enero de 2012, el periódico reportó que “una falla geológica en el sector de Puerto Seco acabó con la banca de la vía que comunica los municipios del centro y sur del Huila. El tránsito se restableció parcialmente. La Secretaría de Vías adelanta estudios para plantear una solución. Los departamentos de Caquetá y Putumayo también se afectaron”. Derrumbes y afectaciones en las vías, sean troncales o secundarias, los hay en muchos lugares de un país que, como Colombia, tiene buena parte de su estructura social y económica sobre las bases inestables de tres cordilleras geológicamente muy activas. Sin embargo, a estas circunstancias se suma un peligroso deterioro de su red vial, e incluso un trayecto de tanta importancia -desde todos los órdenes-, como lo es la vía Neiva-Garzón-Pitalito-San Agustín, muestra las consecuencias de la falta de mantenimiento. Y esto, sin referirnos al cierre durante 16 meses del puente Paso del Colegio, en la carretera Neiva-La Plata, en una situación que probablemente ninguna otra región del país habría soportado tanto tiempo. Sin apoyo En el caso del departamento del Huila, al hecho de levantarse sobre dos de esas tres cordilleras, hay que sumar un fenómeno que, por insólito, solo parece estar registrándose en este territorio: el del descuido, la negligencia y la falta de liderazgo de su clase dirigente, que parece solazarse por ahora en otros asuntos, y ni siquiera asume como propia su voz para referirse al grave paro cafetero. Sin contar con la creciente escasez de recursos, que se limitaron al reducirse los ingresos por regalías. Para Luis Alfredo Gómez Perdomo, asesor de veedurías ciudadanas, estas son las causas más importantes de las afectaciones en carreteras del Huila, y del atraso en varios de los más importantes proyectos de integración con departamentos vecinos. Los problemas se agudizan en las zonas rurales. Arbey Vargas, alcalde de Colombia (el municipio territorialmente más extenso del Huila), le dijo a LA NACIÓN que, ante la necesidad y el apoyo, a veces escaso, del gobierno, los campesinos son los que prácticamente se encuentran a cargo del cuidado de las carreteras rurales. A través de mingas, las comunidades se organizan para la limpieza y despeje de sus carreteables, en una tarea que se observa en casi todos los municipios. De acuerdo con cifras de la Secretaría de Vías e Infraestructura del Huila, la red vial terciaria, esto es, las carreteras rurales, tiene una longitud de 5.321 kilómetros. Las alcaldías deben de responder por la mayor parte (más de 3.500 kilómetros) del mantenimiento y mejoramiento de esta red que está a nivel de afirmado (sin pavimentar). No obstante, la mayoría de los municipios “no cuenta con el equipo mínimo completo de maquinaria (retroexcavadora, moto niveladora, volquetas), ni con los recursos suficientes para el mantenimiento de sus vías”, advierte la Secretaría de Vías, y los que tienen alguna maquinaria requieren apoyo para el sostenimiento del equipo al igual que recursos para el mantenimiento de su red. Mantener con alguna regularidad una vía destapada y adicionarle recebo cuesta alrededor de cinco millones de pesos por kilómetro. El recebo es un material que se compone de diferentes elementos, en especial de piedra triturada, que se aplica sobre una vía rural para dejarla más homogénea, menos desigual. Baches y huecos al por mayor… La red secundaria corresponde a carreteras intermedias, en su mayoría trayectos entre municipios. La mayor parte de estos tramos está a cargo del departamento. El inventario señala que hay 2.066.7 kilómetros, de los que solo la cuarta parte, 526 kilómetros, están pavimentados. Se trata de vías de mucha importancia, pero a las que no se les ha podido dedicar el trabajo de mantenimiento necesario. Hay tramos críticos, como Neiva-Baraya y Amborco-El Juncal, que resisten el tránsito de vehículos de carga y un creciente flujo vehicular por las zonas turísticas que cubren. No cabe duda de que las dificultades ocasionadas por los problemas de gobernabilidad en el departamento han creado obstáculos nuevos en el manejo y la administración de los recursos con destino a las vías. El secretario de Vías e Infraestructura del Huila, Jorge Enrique Osorio, precisó que, a pesar de los esfuerzos, hay obras del año pasado aún pendientes por ejecutar, mientras que otros proyectos solo podrán ser ejecutados por el entrante gobierno. Mientras se adelantan estos procesos, el gobierno departamental aspira a entregar a la Nación varios trayectos de red secundaria. Entre estas se encuentran, precisamente, los ya mencionados Neiva-Baraya, Amborco-El Juncal, la vía entre la carretera nacional y el municipio de Algeciras, y Cucará-Villavieja-La Victoria-Puente Golondrinas. La red secundaria sufre de abandono de varias décadas. Los trabajos de conservación no han sido lo suficientemente amplios, y son comunes los huecos, el deterioro de la capa asfáltica, cuando la hay, los remiendos a punta de tierra y la falta de señalización. Red primaria, de última De acuerdo con el Instituto Nacional de Vías, el Huila tiene 838 kilómetros de red primaria. Se trata de las carreteras troncales más importantes, pero esa trascendencia no implica que estén en mejores condiciones. Del total de esta red, hay 229 kilómetros sin pavimentar, 186 de los cuales están entre regular y mal estado. En cuanto a los 509 kilómetros de tramos nacionales pavimentados, solo 185 clasifican entre las categorías de “muy bueno” y “bueno”, en cuanto a su estado de conservación. De nuevo, la mayoría, 322 kilómetros, están entre “regular” y “malo”. De hecho, el Huila aparece en el Instituto Nacional de Vías como el tercer departamento con red pavimentada entre regular y mal estado, siendo superado solo por Antioquia, que tiene una red vial mucho más extensa (944 kilómetros en total, frente a 738 del Huila), y Casanare (con 863 kilómetros). A diferencia de los tramos de vías departamentales y locales, en las vías nacionales hay anuncios de inversiones, aunque las obras no comienzan todavía a verse en forma. En octubre del año pasado, el Instituto Nacional de Vías adjudicó el contrato para el mantenimiento y rehabilitación de 91.69 kilómetros en las vías Garzón-Río Loro-Neiva y Candelaria-Laberinto, valorado en 59.482 millones de pesos. Además, se adjudicó otra licitación por 82.372 millones de pesos al consorcio colombo-mexicano San Carlos 020 para realizar el mantenimiento y la rehabilitación de la vía Altamira-Florencia; Pitalito-Garzón y la variante a Garzón. Y lo que falta Aunque fue anunciado como gran proyecto de ampliación vial, la doble calzada Neiva-Campoalegre no tiene recurso nacional alguno asegurado. Al trayecto Isnos-Paletará-Popayán todavía le faltan 29 kilómetros por obtener licencia ambiental, y cien mil millones de pesos. Si hoy se aseguraran estos recursos, aún le faltarían tres años de ejecución. La situación más complicada la tiene la transversal de La Macarena: le falta dos billones de pesos, y un tramo por ser abierto en la zona de más alta densidad de vegetación entre Meta y Huila. También cojean, aunque podrían tener pronto un futuro más claro, las obras para reabrir Platanillal-Balsillas, en la vía Neiva-San Vicente del Caguán; el trayecto La Plata-Villa Losada-Gallego-Belén-Leticia (Moscopán)-Puracé-Patico-Popayán; Neiva-Palermo-Planadas-La herrera-Palmira y Colombia-Santa Ana- San Emilio-San José-San Juan de Sumapaz-Usme-Bogotá. Situación diferente tiene la terminación de la vía La Plata-Inzá-Totoró-Popayán, que deberá de estar lista en tres años. Cualquiera pensaría que es una vía rural. Se trata del tramo de carretera entre Hobo y Gigante, donde el año pasado hubo un agrietamiento. Los trabajos de reparación aún no terminan. 2 Un entorno geológico inestable, deforestación e intensas lluvias han sido los detonantes de varios de los problemas viales del Huila. 3 (Mapa) El departamento del Huila tiene en su red vial una debilidad muy grande frente a las posibilidades del turismo y del desarrollo de proyectos productivos.