Las Zonas de Reserva Campesina, que las Farc pusieron sobre la mesa de negociaciones en La Habana dejó en evidencia que hay varias Colombia, la mayoría de ellas desconocida, lejana y aislada, y que el grueso de los nacionales las desconoce y las ignora. Las Zonas de Reserva Campesina, que las Farc pusieron sobre la mesa de negociaciones en La Habana dejó en evidencia que hay varias Colombia, la mayoría de ellas desconocida, lejana y aislada, y que el grueso de los nacionales las desconoce y las ignora. Las Zonas de Reserva Campesina existen tanto jurídicamente como en la realidad; jurídicamente desde la Ley 160 de 1994, es decir hace 19 años, como en la realidad desde la tercera década del siglo XX cuando familias asoladas, desplazadas o en búsqueda de mejor vida tomaron rumbo hacia enormes áreas no colonizadas en varios puntos geográficos. Pero el hecho de que hayan sido las Farc las que las mencionaran las puso en el ojo avizor de los enemigos de la paz y las convirtió en nuevo elemento de discordia. Pero existen, reconocidas como tal y creciendo. Lo que debe saber el país es que las Zonas de Reserva Campesina nacieron y subsisten gracias, en buena parte y suena a paradoja, a la ausencia del Estado mismo, y que algunos que las conocen afirmen que se trata de “republiquetas” autónomas, obedece ni más ni menos a que esos campesinos han debido crear sus propios mecanismos de supervivencia, incluyendo reglas propias, educación a su costa y vías construidas en mingas porque nunca el Estado ha ido allá a socorrerles ni a cumplir su misión con ellos. Las reservas nacieron con desplazados que se tomaron montañas, tumbaron selva, parcelaron y se instalaron. Hoy, constituidas y admitidas oficialmente son seis, que ocupan 831.000 hectáreas en seis departamentos y otras siete, que abarcan más de 1 millón 200 mil hectáreas, están pidiendo el mismo estatus. E incluso tienen ya su Asociación Nacional, la cual señala que hay unas 50 comunidades que aspiran a ser Zonas de Reserva Campesina con 10 millones de hectáreas y 3 millones de campesinos. El viernes se reunirán en San Vicente del Caguán, en un tercer encuentro nacional para abordar este tema. Los dirigentes de las Zonas lo dicen sin ambages: han nacido así porque nadie los vio, nadie los atendió y necesitaron inventar su supervivencia. Y para tranquilidad de todo el alboroto que algunos armaron cuestionándolas y poniéndolas en tela de juicio, afirman que no están pidiendo autonomía ni independencia ni regímenes propios sino que el Estado las mire, las haga suyas y las proteja bajo los mismos lineamientos que diseñó la Ley 160; es esta norma la que dice que las Zonas de Colonización y aquellas en donde predomine la existencia de tierras baldías, son Zonas de Reserva Campesina. Igualmente, que en ellas el Estado tendrá en cuenta las reglas y criterios sobre ordenamiento ambiental territorial, la efectividad de los derechos sociales, económicos y culturales de los campesinos, su participación en las instancias de planificación y decisión regionales y las características de las modalidades de producción. Las Zonas de Reserva Campesina están ahí desde hace muchos años, otra cosa es que no supiéramos que existen como una realidad en la otra Colombia. “Las Zonas de Reserva Campesina están ahí desde hace muchos años, otra cosa es que no supiéramos que existen como una realidad en la otra Colombia”. EDITORIALITO Sin comenzar en firme la temporada de lluvias, Santamaría registró los primeros estragos que dejan cuantiosos daños pero no víctimas. Las emergencias de San Luis sigueN sin superarse. Tampoco las de Algeciras y Vegalarga. ¿Cuánto tenemos que esperar para la reconstrucción de las zonas afectadas?