La conmemoración del Día de la Mujer cada ocho de marzo es muy importante ya que se generan espacios para hablar sobre algunos temas que provocan todavía cierto miedo y resquemor en algunas personas. Uno de estos temas es el feminismo. Cuando se menciona esta palabra saltan ciertos prejuicios machistas que están muy arraigados en una sociedad donde las instituciones han sido construidas bajo una perspectiva patriarcal y de dominación.
La importancia de las propuestas feministas radica en que además de generar un llamado a la igualdad de género, es una propuesta crítica frente al modelo político, económico, cultural y social impuesto. Contrario a lo que algunos piensan, el feminismo no busca que la mujer se imponga por encima del hombre, eso sería justamente caer en lo que ha criticado el feminismo a través de su historia de construcción teórica y práctica. La denuncia que hacen los movimientos feministas tiene que ver con la imposición de un modelo político-social basado en la dominación y en el poder. Es por ello que la teoría feminista ha logrado enriquecer y cuestionar las distintas perspectivas teóricas, ha estado en constante debate con posturas marxistas, liberales y conservadoras.
Es fundamental diferenciar dos conceptos: el género y el sexo. El primero de estos se refiere a una construcción social que encasilla lo femenino y lo masculino de acuerdo a unos roles específicos que deben cumplir en la sociedad. Tradicionalmente, por ejemplo, se asocia al hogar con lo femenino y a la guerra con lo masculino. Esta distinción, por supuesto, no es natural sino que obedece a una construcción social; mientras que el sexo hace referencia a las características biológicas de cada persona.
El problema con esta marcada distinción de roles es que se naturalizaron prácticas sociales que han oprimido históricamente a las mujeres. Ellas han sido reducidas al mundo de lo doméstico porque se piensa, erróneamente, que es ese su espacio natural, mientras que los hombres han tenido la posibilidad de desarrollarse en el escenario de lo público, donde se toman las grandes decisiones.
El feminismo llama la atención sobre el problema generado por la visión binaria del mundo. En las sociedades tradicionales solo se pueden ver hombres y mujeres y lo que se salga de esa caracterización es considerado anormal. Cuando se tiene una visión binaria no se pueden ver los matices (solo se ve bueno-malo, hombre-mujer) y ello es lo que genera una sociedad excluyente y violenta en contra de quienes no entran en esta caracterización como pueden ser los individuos que hacen parte de la comunidad LGBTI, por ejemplo. Es necesario perder el miedo y comenzar a conocer las propuestas emancipadoras de los feminismos.
Investigador del grupo “Diálogos”.