Es la maldita economía

Álvaro Carrera Carrera

Todo tiene su valor y precio; el sujeto dimensionando su ego en sus actos, es la intransigente presencia de la idea, la abstracción, lo intangible, en la vida social. Más allá de la imagen que fabrica cada uno, hay una realidad que se apodera de una sociedad o colectividad, incluso con dimensiones universales. Realidad psíquica (Dilthey), abstracta, impersonal, que poco se puede modificar. Impresionó a Hegel esta superestructura y quedó capturado por el espíritu. Poco pudieron hacer los genios de la desaparecida Unión Soviética para sustituir el mercado (los valores) por la planeación. Pretensión fallida. El paciente Partido Comunista Chino, terminó tranzando con el gato capitalista. Era previsible que los dictadorzuelos del Caribe; Castros, Chaves, etc., fracasaran en sus ofertas populistas del superestado comunista. Solo el mercado dice qué clase de tornillos se deben fabricar para las máquinas, sean socialistas, capitalistas o comunistas. Los políticos que ostentan el poder en los Estados, se cubren con el hábito de redentores. El fracaso y la pobreza siguen denunciando la realidad. Condenados a la ley del valor de cambio, a la división entre ricos y pobres, es como se hace pesada la sentencia bíblica “ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Y como la condena del Génesis, la realidad psíquica de Dilthey está ahí. Pero… Si venimos de las cavernas, transitando por una evolución desde los ciclos más primitivos, también hay que mirar la otra cara; la actividad, la dinámica, el cambio de las mercancías, el valor de cambio, ha dado origen a la noción de la riqueza… paralela a la pobreza. También, la posibilidad de repartir, de ayudar al prójimo, de ejercer la caridad, la solidaridad y hasta la justicia. Lo anterior tendrá que ser una de las grandes enseñanzas del siglo XX y lo que hay del XXI. No se puede pelear con la economía. La riqueza nunca es estática. El tiempo y la vida es movimiento. Lo que no se mueve es la muerte. La economía es la alucinante realidad del valor de cambio. La riqueza hoy está representada en intangibles. Todos los días hay que llevar el alimento a la casa, vestir, reir. El Estado que cobra tributos, impone reglamentos de conducta, interviene en las actividades de sus súbditos, rige el orden público, puede ser factor de prosperidad o de fracaso. Un ámbito territorial menor como el Huila, es ejemplo en estos momentos de decadencia, de una administración que se declara enemiga del progreso, dilapida y es inepta.

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