Marcos Silva Martínez
Las mayorías nacionales colombianas, están sometidas a la pobreza, porque el régimen económico-político, que siempre ha gobernado a Colombia, No ha querido resolver, durante más de 200 años, que ejerce el poder..
Por una parte, acata incondicionalmente las órdenes recibidas desde los centros del poder económico, sobre el manejo económico-social de la nación. Por otra, la pobreza asfixiante de las mayorías, le da a los gobernantes la oportunidad para inundar de promesas de soluciones generosas y con ello asegurar los votos que lo mantengan en el poder. Muchos electores todavía les creen.
El poder presidencial colombiano, es tal que, permite dominación sobre las otras ramas del poder público, aunque el gran público no lo perciba así.
El poder legislativo, donde pueden aprobar leyes que permitan impulsar el desarrollo económico nacional, bajo principios de equidad socioeconómica, por acuerdos con el ejecutivo y la presión del poder de los dueños de la riqueza y explotadores del poder político, evita contrariar la avaricia y perversidad del poder económico nacional e internacional. Los legisladores, en contraprestación, reciben mermelada, (como la llaman ahora), con pocas excepciones.
Esas prácticas se hicieron endémicas y acabaron con la ética, la moral y la responsabilidad de la clase política y entronizó la anarquía y el caos del poder, tal como está hoy en Colombia.
Este ambiente político-social, no comenzó ayer. Fue estructurándose bajo la persistente acción de los planificadores de nuestro conformismo, que generó la indiferencia ciudadana generalizada. La conciencia social colectiva, ha llegado hasta el punto de creer que los que hacen los burócratas, desde sus posiciones de poder público, poco afecta a las mayorías y prefiere no votar o votar a cambio de cualquier migaja (el recibo de la luz, una celaduría, un tamal, una palmada en el hombro, un pico en el cachete, etc.). La abstención electoral supera el 60%. Los elegidos, lo son con alrededor del 25%. Pero mangonean el poder a su antojo durante cuatro años, sin producir resultados positivos para las mayorías.
Se demuestra con los índices de pobreza, miseria, desempleo y subempleo (más de 50%, 15%, 10,5% y 62% respectivamente, a pesar de los registros del DANE)
Estas condiciones socio-económicas precarias y de exclusión del desarrollo, son las responsables de la inseguridad, la violencia y la criminalidad, que azota toda la geografía nacional. Son las causas del Conflicto Político, Social y Económico, que propicia la existencia de organizaciones armadas delincuenciales, que tanto daño hacen a la nación, en general.
Sobre este panorama político-económico-social, que padece Colombia, es que deben ocuparse los candidatos y encontrarle solución definitiva. Pero esta realidad de la nación, no les interesa.
Les interesa mantener el poder político y el poder económico, para satisfacer su mezquindad, su avaricia y su total irresponsabilidad social.
El elector debe evitar caer nuevamente en la insensatez de votar por sus eternos verdugos. Para el Diario La Nación 18-11-2017