Jenny Rodríguez lleva varios años esperando que la justicia actúe en el caso de la demanda contra un médico en Neiva que según ella, fue negligente en la atención a su bebé de 19 meses de nacida que terminó muerta durante un procedimiento de quimioterapia. Pide a la Fiscalía que avance en el caso.
AMAURY MACHADO RUEDA
judicial2@olemidiario.com
La pequeña Isabella Valeria Motta Manrique nació el 24 de abril de 2012 en Ibagué. A los pocos meses de vida le detectaron leucemia y estuvo 9 meses en la antigua clínica de Cafesalud en Neiva, a donde fue remitida. Su progenitora Jenny Andrea Rodríguez, asegura que la negligencia de un médico indujo a la muerte a su bebé, al aplicarle un medicamento de manera contraindicada, el 1 de octubre de 2013.
Posteriormente, con muerte cerebral producida por esta acción, Isabella fue trasladada a la Clínica Jorge Piñero de Saludcoop en Bogotá, donde el 12 de diciembre de 2013 murió, para entonces tenía 19 meses de nacida.
Sus padres tomaron la decisión de demandar al médico ante la Fiscalía General de la Nación por el delito de homicidio culposo y doloso, pero ya va para dos años el caso en manos del fiscal Guillermo Cabrera Perdomo, fiscal Segundo Seccional de Neiva, y la investigación no avanza.
Según manifestó Jenny, “este fiscal carece de las capacidades en derechos humanos y más de los niños, ni conoce de responsabilidad médica”.
La mujer pide el cambio de manera urgente del fiscal que lleva el caso, “que ceda el caso a otro fiscal especializado en derechos humanos y que no tenga que tomar como referencia las decisiones del Tribunal de Ética Medica de Neiva, porque este tribunal me ha sido claro en decir, que ellos solo evalúan la conducta del médico, y no tienen nada que ver con lo penal, entonces está cantando ya que ahí van a exonerar al médico”.
La madre espera que se haga justicia, pues considera que la negligencia médica generó la muerte a su pequeña.
“No la mató la leucemia, sino un médico”
El camino duro de esta familia empezó cuando Isabella tenía poco más de 4 meses de nacida, un examen reveló un 27% de células malignas en su pequeño cuerpo, la leucemia le estaba empezando.
Los médicos no le daban muchas esperanzas, pues de 100 casos de menores de 1 año con esta patología, solo 25 por ciento sobrevive. Por lo menos eso le dijeron a Jenny, sin embargo, el tratamiento que continuó estaba respondiendo de buena forma, hasta que ocurrió lo inesperado.
Isabella recibió quimioterapia de inducción desde el 8 de octubre de 2012 hasta el 1 de noviembre de 2012, sin presentar algún evento adverso grave. Cuando se terminó este primer ciclo de quimios, la bebé debió continuar el protocolo Interfant 99, que requiere de otra serie de ciclos de quimios, pero no hubo disponibilidad del medicamento para la siguiente quimioterapia, además de que la especialista Oncóloga del hospital Federico Lleras que la estaba tratando salió de vacaciones.
Se solicitó entonces al Hospital de la Misericordia de Bogotá la respectiva hospitalización, sin respuesta. La bebé fue remitida a la Clínica de Saludcoop de la 60 en Ibagué, y ante la tutela instaurada por el ICBF de esa ciudad, es aceptada en la Clínica de Saludcoop de Neiva. Allí, con 7 meses de edad, Isabella ingresó el 12 de diciembre de 2012 de manera consciente, y le completaron los 5 primeros ciclos del protocolo.
La pequeña soportó todas las quimioterapias, con una fortaleza increíble, y siempre se le vio alegre, pese a que su corta vida trascurrió entre las cuatro paredes de los hospitales, siempre con Jenny, quien nunca se separó de su lado.
El 1 de octubre de 2013, de nuevo debía recibir quimioterapia. Ese día ingresó con la mamá a la entonces clínica Saludcoop de Neiva siendo las 6:45 de la mañana. Un día antes, fue la Liga contra el Cáncer la encargada de elaborar según fórmula médica la preparación de la respectiva quimioterapia, por el químico de esa institución.
Toda la quimioterapia de Isabella salió de allí en una caja de icopor marcada con su nombre completo. “la caja pasó por 6 manos, o sea 6 filtros que debían de cerciorarse si correspondía a la quimioterapia que debía recibir correctamente la bebé de 17 meses. Pero ese día en particular no lo hicieron, porque hacían las cosas robóticamente, sin escrúpulos, con pereza, esa clínica violó o no tenían los protocolos de recibimiento de medicamentos, y si los tenían no los aplicaban, sin pensar en las vidas que van a afectar ante un error mortal”, señala Jenny.
La niña fue ingresada sola a la sala de cirugía en el piso 2, esa mañana, según el protocolo del tratamiento, Isabella debía recibir dos tipos de quimioterapia por diferentes vía de administración, una intratecal, es decir en la columna vertebral, compuesta por Metotrexate+Dexametasona, bajo anestesia general, y después de su recuperación de la primera quimioterapia, debía pasar a la sala de oncología al 6 piso a recibir la segunda quimio vía endovenosa con Vincristina.
Tal como lo narra Jenny, la auxiliar de enfermería ese día recibió los tratamientos de quimioterapia para 3 niños, entre ellos, Isabella, la de menos edad.
“Pasados 20 minutos de haber ingresado a la bebé para el procedimiento, la pasaron para sala de recuperación. La bebé despertó, le di seno, pasaron otros 20 minutos y luego trajeron a la sala de recuperación a otro de los niños. En ese mismo momento entró a la sala el oncólogo Jesús Ardila Novoa, se sentó frente al computador y me preguntó si traía la historia clínica de la bebé del día anterior de la consulta y así mismo le preguntó a la mamita del otro niño, ambas las entregamos y con base en estas historias clínicas este oncólogo elaboró el informe de lo que había hecho en sala de cirugía con Isabellita y se supone hizo lo mismo con el otro niño, y volvió a salir”.
“Media hora después nos pasaron en sillas de ruedas para el 6 piso a mí y a mi bebé, nos sentamos, allí, y esperamos hasta las 9 de la mañana y nada que le hacía la otra quimio, las auxiliares de enfermería pasaban como gallinas cluecas de un lado para el otro buscando en las cajas de icopor la Vincristina que era la que ahora continuaba en aplicársele, y no lo encuentran por ningún lado, hasta telefonearon a la Liga contra el Cáncer y nada”.
“Nos quedamos dormidas con mi bebé hasta las 12:00 del mediodía, me desperté, de inmediato vi que la auxiliar empezó a tomarle los signos vitales a la niña, el médico me abordó acelerado y me dijo no le dé nada de comer a la niña porque debe ingresar de nuevo a cirugía, hay que inducirla a un coma, ella puede morir en cualquier momento, luego le explico qué se le va hacer”.
Jenny quedó desconcertada, como viviendo una pesadilla y con muchas dudas respecto a lo que el médico le había dicho, no comprendía qué era lo que había pasado.
Cerca de las 12:25 del mediodía, por el pasillo una enfermera salió al paso y le recibió a Jenny la niña, fue la última vez que se le vio despierta, aparentemente estaba bien, se reía, se despidió con la manito toda juguetona como era ella, refiere la madre. Sacaron a la bebé de la sala de cirugía hasta las 4:00 de la tarde, y continuó sin despertar.
Solo hasta el día siguiente el médico Ardila le explicó a los padres que a la niña le habían practicado una ventriculostomía, y que habían empezado a hacerle lavados intratecales.
“Nos dieron verbalmente unas explicaciones que solo contenían mentiras, expectativas falsas de vida para la bebé, porque bien sabían que la niña no volvería a despertarse, le habían primero inyectado la Vincristina en la columna vertebral y ese veneno se le regó por todo el cuerpo matando todas y cada una de las células del cuerpo de Isabellita. El oncólogo nos explicó lo que se tenía preparado para evitar que la Vincristina lesionara el sistema nervioso central y médula espinal de Isabella, como colocarla a temperatura baja, pero finalmente ese medicamento mal aplicado, que debió ser por vía endovenosa, fue lo que causó la muerte en mi niña”, dice Jenny.
Isabella nunca regresó del coma profundo, fue trasladada a Bogotá, y tras 72 días finalmente falleció, a los 17 meses de vida.
Los padres dicen tener pruebas de informe de Medicina Legal, que indica que la mala aplicación de este medicamento por parte del médico oncólogo, desencadenó el deceso de la pequeña, cuando ya veían que la leucemia estaba desapareciendo de su cuerpo.
La Fundación
Jenny, indica que el médico Jesús Ardila Novoa continúa laborando en Neiva normalmente, y pide justicia por el gravísimo error que cometió este galeno y su grupo de trabajo en la antigua clínica de Saludcoop de esta ciudad, que cobró la vida de sur más preciado.
Actualmente, Jenny trabaja en su anhelo de fortalecer su Fundación Isabella Valeria Motta Rodríguez y sus Amigos, que creó hace algunos meses con el objetivo de desarrollar programas en beneficio de los enfermos con cáncer de todas las edades. Una forma de homenajear a su pequeña.
