Obert Alejandro Ortiz R.
Hace unos días participe en el encuentro sobre los desafíos de la participación y el control social a la gestión pública en la procuraduría general de la nación con la asistencia del mismo procurador, el ministro de las tecnologías de la información y la comunicación, los veedores más representativos en Colombia y la presencia de quienes lo impulsan y fomentan. Lo primero que se reflexionó, después de haber indicado que fue en la constitución política de 1991 que se incorporó estos temas; tiene que ver con el abuso, la mala interpretación y el mal uso dado a los mecanismos de la participación ciudadana y el control social a la gestión pública como expresiones auténticamente democráticas producto del consenso más importante logrado a comienzos de la década de los noventa desde el logro obtenido con la séptima papeleta. Así mismo, que a todos los colombianos nos debe importar la participación ciudadana para reinventar, dinamizar y consolidar la democracia y, darle sentido al estado social de derecho, tener nuevos liderazgos, e impulsar una Colombia nueva lejos de la guerra que no dejaba ver el humo de la corrupción y la catástrofe ética. Que debemos levantar la ciudadanía desde la propia ciudadanía. Precisamente aprovechando las elecciones, dado que son la cumbre de los espacios donde se toman las decisiones políticas. Ello contribuirá en dinamizar los diferentes escenarios de discusión para la superación de la crisis en las tres ramas del poder público. Generar un pacto de Estado que re institucionalice la justicia, supere el sunami contra la ética, sacuda al viejo país para que la corrupción no se continúe llevando las instituciones como una avalancha. Así mismo, la necesidad de fortalecer los espacios de diálogo, la reactivación de la participación ciudadana, la prevalencia de las instituciones y se defienda contra viento y marea en la defensa de lo público, la solución de conflictos de forma pacífica y el efectivo reclamo de los derechos de los ciudadanos y su pronta resolución. Que la participación ciudadana y el control social a la gestión pública constituyen una ampliación de la vida democrática para la lucha contra la desigualdad. Que las veedurías deben fortalecerse, así como la formación y protección a los veedores. Que es el tiempo de renovar el compromiso con la participación ciudadana, sus mecanismos, y los de control social. Que no debemos tener miedo con las armas de la democracia para derrotar la corrupción. Que debemos recuperar la confianza ciudadana en la democracia y, renovarla. El reto es el buen gobierno, la participación ciudadana y, los derechos fundamentales. Todo esto, en particular, de la mano con los jóvenes y el uso de las redes sociales y, en general, de la tecnología y con el poder ciudadano. ¿Qué balance en el Huila?. En sólo veedurías es paupérrimo.