Agosto 23 de 1925-octubre 8 de 2017
Lloran hoy las montañas guardianas de Acevedo, llora la loma de La Virgen, lloran los Guacharos de la Cueva, llora el río que arrulló nuestra primera niñez, lloran las orquídeas del valle del Suaza porque la más hermosa de ellas ahora adorna el cielo, lloran por Pueblo Viejo, Llanitos, Marticas, Anayaco, San Antonio, San Isidro, La Victoria, La Carbona y los demás lares de San Francisco Javier y la Inmaculada Concepción. Lloran varias generaciones acevedunas que recibieron de ella su sabiduría, sus autovalores; llora el Tribuno del Pueblo porque la más insigne de las hijas de Acevedo viajó a la eternidad; lloran los guaduales de Villamil, composición escrita en una tarde de domingo como hoy. Lloran sus hijos, nietos, bisnieto y familiares porque se apagó el faro luminoso de sus vidas; lloramos sus amigos y paisanos a doña Mari Vargas Motta de González, hija ilustre de Acevedo amiga de caros afectos. Nos queda su ejemplo virtuoso como guía para lo que nos resta y para las nuevas generaciones. No puedo negarlo, hoy llora mi corazón. Ramiro Falla C.