En su cuenta de Twitter tiene un mensaje al inicio en el que dice cuánto le pesa cuando le hacen esta pregunta: “¿Qué se siente desafiar la muerte cada vez que te sumerges en el mar?”.
Se la hago. –Ríe-. La colombiana Sofía Gómez Uribe tiene 25 años y es apneísta. Es la mejor de toda América.
Entre sus máximos logros cuenta con el récord de la Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas (CMAS) en la disciplina de peso constante con bialetas (en la que se baja y se sube por medios propios, sin asistencia), tras alcanzar los 84 metros en 2017.
¿Cuál es la mayor profundidad que se ha alcanzado en la apnea?
También ostenta el récord panamericano en peso constante con monoaleta, tras bajar 96 metros en el Campeonato Mundial de 2017 organizado por la Asociación Internacional para el Desarrollo de la Apnea (AIDA).
Ese deseo de bajar, de llegar al fondo, fue el que la impulsó a alcanzar 40 metros en su primera inmersión en profundidad.
“Yo creo que lo logré porque no tenía miedo; simplemente quería llegar al fondo, tocar la arena”, me dice Gómez Uribe de paso por Bogotá, casi siempre con una sonrisa enorme cuando habla, o riendo.
Pero no ocurrió de la noche a la mañana: siempre siempre disfrutó del agua. Comenzó a nadar a los 4 años y a los 9 empezó a practicar deportes acuáticos, entre ellos nado sincronizado.
A los 10 años pasó a dedicarse a la natación con aletas. En una práctica el entrenador le pidió a las nadadoras que vieran cuánta distancia podían recorrer sin respirar. Ella hizo 100 metros.
“Dejar el ego atrás”
En 2013 fue cuando descendió los 40 y entendió que ese era el deporte acuático que quería practicar, en el que quería sobresalir. En eso está desde entonces.
Pero pasar de la piscina al mar abierto y a la competencia de profundidad tiene sus desafíos.
Para empezar, el aire está a un movimiento de distancia en la piscina, pero en el mar pude estar a 40, 80, 100 metros. Se siente asfixia de solo pensarlo. Se lo digo. Vuelve a sonreír. El desafío es vencer esa ansiedad.
Por otro lado, explica Gómez Uribe, el agua se pone cada vez más fría cuando más se baja. “Uno tiene que estar preparado para esos cambios de temperatura y tiene que estar relajado”. Además, en el mar puede haber corrientes que dificulten el nado.
Las increíbles fotos de la colombiana Sofía Gómez Uribe desde el fondo del mar
A pesar de que la apnea debe practicarse siempre con acompañamiento (por seguridad), el desafío es solitario, una épica personal; tiene tanto de viaje al interior del mar como de camino al interior de los fantasmas y los miedos del apneísta.
“Uno entra al agua y tiene que dejar el ego atrás, todas las cosas negativas que puede tener en la vida y entregarse al mar”, dice. Uno aprende a conocer sus debilidades y a convertirlas en fortaleza. Y a conocer su cuerpo y leer todas sus señales para poder estar en control de las situaciones que puedan pasar”
“Nosotros cuando bajamos, hacemos una inmersión, estamos totalmente solos y tenemos que confiar en nuestras capacidades. Uno aprende a conocer sus debilidades y a convertirlas en fortaleza. Y a conocer su cuerpo y leer todas sus señales para poder estar en control de las situaciones que puedan pasar”, cuenta.
“Yo siempre digo que soy dos personas diferentes: una dentro del agua y otra fuera del agua. Fuera del agua tiendo a ser muy explosiva, impaciente. Y cuando entro al agua, siento muchísima paz y tranquilidad”.
Aquí todo el artículo completo de BBC Mundo: