JESÚS ANTONIO ROJAS SERRANO/LN

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Dos machetazos en la cabeza acabaron con la vida del sacerdote huilense Pedro María Ramírez Ramos, quien hoy será beatificado por el Papa Francisco. Los tres sujetos que atacaron al religioso cayeron en poder de las autoridades y aunque pidieron clemencia, fueron condenados. Documentos que datan de 1948 recogen lo ocurrido.

“En la cabeza se encontraron dos heridas causadas con arma cortante-contundente y pesada, una de 10 centímetros de longitud y la otra de 13 centímetros. Ambas heridas interesaron el cuero cabelludo, fracturaron los huesos parietal y occidental donde dejaron grandes troneras y provocaron la salida de la masa encefálica. Hacia la nuca se encontró una luxación producida con arma contundente. En la espalda se observaron señales de contusiones. En la mano izquierda se observó una herida de 6 centímetros de longitud causada con arma cortante-contundente. Debo agregar que todas estas heridas sorprendieron al sacerdote por la espalda”.

Estos son apartes del relato del médico que practicó la autopsia al cadáver del sacerdote huilense Pedro María Ramírez Ramos, dos semanas después de haber sido asesinado por una turba enardecida el 10 de abril del año de 1948.

La narración está consignada en un informe de la “Oficina de Medicina Legal” y que sirvió para procesar y condenar a los responsables del crimen del religioso, quien hoy será beatificado por el Papa Francisco.

Según los documentos que recoge el libro “La barbarie en el Tolima después del 9 de abril de 1948”, escrito por el periodista Víctor Eduardo Prado Delgado, el crimen en Bogotá del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán desató una revuelta en Armero, Tolima.

LA REVOLUCIÓN

“Luego de haber recibido la noticia de la muerte del Dr. Gaitán, estalló una revolución, las gentes confundidas en esta localidad se organizaron en grupos recorriendo las calles, dando vivas al Dr. Gaitán, al partido Liberal, abajo los Conservadores y a la Policía”, declaró el entonces alcalde de Armero, Evencio Martínez Bolívar.

De acuerdo con el señor Martínez, quien llevaba 9 meses como alcalde, la gente lanzaba piedras contra algunas casas. “A eso de las 6:30 de la tarde del mismo 9 de abril, una multitud se acercó a la casa cural y se dio a la tarea de dar empellones y machete al portón hasta que logró penetrar en ella. En esos momentos me acerqué a la multitud y les llamé atención, pero no fue posible que me atendieran”.

Según el alcalde de Armero, la muchedumbre que ingresó a la casa cural destruyó muebles y demás enseres. “Un individuo de los del grupo le dijo al señor cura que iban con el fin de buscar armas y él les contestó que perfectamente podían buscar, que él no tenía armas de ninguna clase. En vista que no se hallaron armas de ninguna naturaleza, yo logré, después de mucha brega, sacarlos de la casa cural”, declaró ante un juez el mandatario, quien advirtió que durante esos hechos, un carpintero, identificado como Camilo Leal, apodado “Mano de ñeque”, permanentemente amenazaba al padre Pedro María con un machete. “Las gentes que integraban el grupo salieron contentas por no haber encontrado armas en la casa cural, como tampoco dentro de la iglesia, y todo continuó más o menos en completa calma”, sostuvo.

DÍA FATÍDICO

En Armero, la tranquilidad nunca se restableció e inesperadamente, una turba irrumpió la tarde del sábado 10 de abril en el templo, en medio de explosiones y disparos. “Yo salí del cuartel de la Policía cuando se empezó un tiroteo en la iglesia, llegué al parque y me situé frente al restaurante San Lorenzo. Estando allí vi cuando el señor Cura venía por la calle 11, hacia el parque principal. Al llegar al parque, se le abalanzaron un poco de individuos y le tiraron machetazos. Cuando logré llegar donde él, ya estaba en el suelo expirando y le alcancé a ver una herida en el cerebro. Yo recuerdo que el barrendero de nombre Pedro se le acercó y dijo que lo requisaran, que tenía un revólver. Ahí lo requisaron, pero nada le encontraron”, narró el agente de la Policía Nacional Carlos Arturo Rozo, quien junto a su compañero, el también agente Carlos Valencia, trataron de impedir lo inevitable.

En efecto, la turba había capturado al religioso —quien se había alcanzado a refugiar en la casa de la feligrés Cecilia Torres— y “Mano de ñeque”, el mismo individuo que la noche anterior lo había estado amenazando, lo llevaba tomado de un brazo. “Camilo Leal conducía al sacerdote hacia el parque o plaza, por el centro de la calle 11 y por los ademanes que hacía, parecía ufanarse de haber sido el captor del señor Cura. Vi cuando gran cantidad de gente, armada en su mayor parte de machetes, se lanzó sobre el sacerdote. Cuando, posiblemente, por un fuerte empellón, el sacerdote dio unos pasos adelante y en ese momento recibió un planazo, que me impresionó sobre manera”, contó Trino Díaz Díaz, un habitante de Armero que declaró sobre los hechos. Claudina Valderrama de Melo, otra testigo, indicó que “la chusma le decía al Cura godo hijueputa. Vi varias mujeres, a quienes no conocí, que decían: denle que así era que lo queríamos ver morir”.

La misma turba se encargó de amarrar el cadáver del sacerdote a unas bestias y fue dejado abandonado cerca a la puerta del cementerio.

INVESTIGACIONES

La calma tardó en regresar a Armero y con ella, las autoridades del pueblo pudieron emprender 9 días después, las investigaciones para dar con los responsables del crimen del sacerdote huilense.

Se recogieron las primeras declaraciones, el 22 de abril se adelantó la necropsia al cuerpo del religioso y el juez 83 de Instrucción Criminal Rafael Rodríguez Segura, efectuó el 11 de mayo una diligencia de inspección ocular en el templo y la casa cural de Armero.

El juez encontró numerosos daños en las instalaciones de la iglesia y había rastros de perforaciones ocasionadas al parecer por la detonación de explosivos. También había perforaciones de proyectiles de arma de fuego. “Dos alcancías de San Francisco, dos de San Roque y dos de San Antonio aparecieron totalmente saqueadas”, reportó el servidor público, quien también corroboró que la sacristía había sido desvalijada. “En el salón que servía de despacho parroquial, se encontró multitud de papeles y pedazos de libros regados en el pavimento”, registró en la diligencia el juez Rodríguez Segura.

LOS RESPONSABLES

En julio de 1948, los presuntos responsables del asesinato a machetazos del sacerdote Pedro María Ramírez Ramos ya habían sido capturados y afrontaban un Consejo de Guerra Verbal, que presidió el coronel de la Quinta División de la Policía Nacional Rafael Calderón.

Además de Camilo Leal Bocanegra, apodado “Mano de ñeque”, a quien señalaban de incitar la revuelta y de prácticamente entregar al sacerdote a la turba, fueron detenidos José Yesid Chávarro, Alonso Cruz Ayala y Arturo Giraldo, acusados de asestar los machetazos que acabaron con la vida del religioso.

Cruz Ayala, por ejemplo, fue el sujeto que le propinó el primer machetazo al padre Pedro María. “Le daban empujones y plan con machetes. Y en esas pude ver perfectamente a Alonso Cruz Ayala, que se abrió paso entre la gente y le mandó un golpe al señor Cura con una peinilla y lo tumbó al suelo”, declaró el ciudadano Martín Chaparro Herrera.

El segundo machetazo corrió por cuenta de José Yesid Chávarro y el tercero, según las declaraciones de testigos, fue obra de Arturo Giraldo, quien era conocido en Armero como “El loco” o “Mil”.

Durante el Consejo de Guerra, los cuatros individuos de participar directamente en el homicidio alegaron su inocencia. La contundencia de los declarantes, sin embargo, llevó a que fueran hallados responsables.

A “Mano de ñeque” se le hizo la imputación más grave. Según las autoridades de la época, este individuo “le prestó a los autores del asesinato del religioso una cooperación, sin la cual el delito no se habría podido cometer consistente en haber sacado al señor Cura de la casa de Cecilia Torres y haberlo llevado a la plaza donde fue ultimado, sin que se pueda decir que fue sin intención dañina, puesto que ya vimos que este hombre lo amenazó dentro de su propia casa con un machete el día anterior al que ocurrió el asesinato”. Por esta razón, “Mano de ñeque” fue condenado finalmente a 20 años, 8 meses y 20 días de cárcel y al pago de 400 pesos moneda corriente, acusado de los delitos de asesinatos, asonada y daño en cosa ajena.

Entre tanto, los tres hombres señalados de atacar a machete al sacerdote huilense fueron condenados, cada uno, a 20 años, 4 meses y 24 días de cárcel.

Hubo un quinto individuo, identificado como Víctor Montealegre Vizcaya, quien fue capturado y condenado a 6 meses de arresto por participar en la incursión a la casa cural.

Sus últimas palabras

Horas antes de ser aprehendido y asesinado, el sacerdote Pedro María Ramírez, escribió un breve pero conmovedor y muy sentido testamento, en los siguientes términos:

“Santísima Trinidad. De mi parte deseo morir por Cristo y su fe. Al excelentísimo señor Obispo mi inmensa gratitud por quien merecerlo me hizo ministro del altísimo, sacerdote de Dios y párroco del pueblo de hoy, Armero, por quien quiero derramar mi sangre.

Especiales memorias para mi orientador, el santo padre Dávila.

A mis familiares que voy a la cabeza para que sigan el ejemplo de morir por Cristo. Con especial cariño los miraré desde el Cielo.

Profundamente agradecido con las madres eucarísticas. Desde el cielo velaré por ellas sobre todo por la madre Miguelina. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

Camino a la santidad

El Papa Francisco beatificará hoy viernes en la ciudad de Villavicencio al sacerdote Pedro María Ramírez Ramos, tres meses después de que el Sumo Pontífice reconociera el martirio del presbítero.

Una delegación huilense encabezada por prelados de la Diócesis de Garzón estará presente en la capital del Meta en el solemne acto.

El padre Pedro María había nacido el 23 de octubre de 1899 en el municipio de La Plata. Sus padres eran Ramón Ramírez Flórez e Isabel Ramos, quienes se habían casado en La Jagua, Garzón.

Al día siguiente de su nacimiento, fue bautizado. A los 12 años de edad, fue enviado con su hermano Luis Antonio al seminario de Elías.

El 4 de octubre de 1915, se matriculó en el Seminario Mayor de Garzón. Cinco años después se retiró. Sin embargo, en 1928, ingresó al Seminario de Ibagué. Fue ordenado sacerdote el 21 de junio de 1931 y su primera misa la celebró en La Plata el 16 de julio.

Antes de ser designado Cura Párroco en Armero, Tolima, el padre Ramírez Ramos ejerció su sacerdocio en los pueblos de Chaparral, Cunday y Fresno.