Por: Revista Semana.
Las imágenes no dejan mentir. El 20 de julio de 2017, día en el que se conmemoraba el grito de Independencia, en el salón Elíptico del Capitolio, a menos de 800 metros de la casa donde, hace 207 años, se rompió el florero más famoso del país, varios representantes a la Cámara se trataban a los gritos y manoteos. El uribista Álvaro Hernán Prada, en el atril, era increpado por Inti Asprilla, de la Alianza Verde, quien agarró una silla y se subió en ella antes de iniciar la discusión. Angélica Lozano fue testigo de privilegio ya además grabó todo en su teléfono.
Era apenas una de las escenas que se vivían. En la otra esquina otros parlamentarios también se enfrentaban; más atrás unos chiflaban y pupitreaban contra la curul, adelante se arremolinaban decenas de congresistas, y en el escaño superior, en el de la presidencia de la Cámara, Rodrigo Lara se asomaba al balcón para ver lo que sucedía con el escrutinio, se frotaba la cara, daba la vuelta y se retiraba con ansiedad. La gritería del Salón Elíptico puede que se escuchara hasta la Casa del Florero.
El motivo del zafarrancho, o como se dice popularmente, “el florero de Llorente” de esta pelea no deja de ser insólito. Sin embargo si se llegara a decir que sucedió en el Congreso colombiano, a nadie sorprendería (aunque también sucedió en las elecciones de presidente de la Asociación del Fútbol Argentino).
Se elegía al segunda vicepresidente de la Cámara. El representante indígena Germán Carlosama, el uribista Santiago Valencia, y Germán Navas, del Polo eran los candidatos. En total 152 representantes a la Cámara pasaron a la urna a depositar su voto; para sorpresa de todos se escrutaron 153 papeletas. Apareció un voto de más. Se tuvo que decretar un receso, y la Señal oficial se cortó y empalmó con un silencioso conteo de votos que en el Senado.
El episodio eclipsó la esperada posesión de Rodrigo Lara, quien hasta hace poco fuera director de Cambio Radical, y a quien se le considera muy cercano a Germán Vargas Lleras. Juró con la mano en la Constitución en su condición de nuevo presidente de la Cámara, elegido por la abrumadora mayoría de 149 votos, uno en blanco y dos nulos. Luego se despachó un discurso de 50 minutos, casi lo mismo que duró el del presidente de la República, para hablar de siete años de gobierno. En la política nacional existe el término de discursos ‘veintejulieros’ para intervenciones populistas. El Lara tuvo de todo.
Aprovechó para fijar posturas. Se mostró convencido de que el mejor camino es la implementación del acuerdo de paz. “Nuestra responsabilidad es enorme pues de nosotros depende que esta guerra que ganamos gracias al extraordinario esfuerzo de la fuerza pública se consolide en una paz real y exitosa, y en un Estado capaz de resolver los problemas que aquejan a los colombianos y de sentar las bases de la prosperidad y de la equidad”.
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