Con la imposición de la santa cruz en la frente de miles de neivanos, finalizó el Miércoles de Ceniza. A pesar de las nuevas generaciones y tendencias, la fe de los opitas se mantiene. Con la imposición de la santa cruz en la frente de miles de neivanos, finalizó el Miércoles de Ceniza. A pesar de las nuevas generaciones y tendencias, la fe de los opitas se mantiene. LA NACIÓN, NEIVA Uno a uno, centenares de neivanos fueron llegando a la Catedral Inmaculada Concepción, todos en busca de la cruz de ceniza, símbolo que reafirma su fe, anunciado la llegada de un tiempo de reflexión interna. Con oración, penitencia y realizando obras de misericordia, los feligreses se preparan para vivir la Semana Mayor, que se celebrará en la primera semana del mes de abril. Así, la milenaria tradición es seguida por los neivanos, quienes desde tempranas horas de la mañana llegaron a los diferentes templos de la capital huilense para participar de la actividad religiosa que marca el inicio de la Cuaresma y da paso a la celebración más importante del calendario católico. “El día de hoy (ayer) nos disponemos todos los cristianos, católicos en el mundo, unidos en comunión con el papa Benedicto XVI, a celebrar con gozo de silencio, oración, penitencia y ayuno. Básicamente estos 40 días serán de conversión, de cambiar de mentalidad, de vida, pero sobre todo de retornar nuestro corazón a las manos del señor”, explicó el presbítero de la Catedral de Neiva, Sergio Vargas. El párroco afirmó que la idea es que durante este tiempo cada creyente tenga tres grandes encuentros, uno con Dios, con los demás y consigo mismo. “Un encuentro con Dios movido a través de la oración, un encuentro con los demás movido a través de la limosna y un encuentro consigo mismo, movido por el ayuno. Finalmente el papa Benedicto nos invita a través de la cuaresma a que hagamos todos los cristianos de la caridad, el centro de nuestras vidas”, dijo el Padre Vargas. Jóvenes de Dios Los estudiantes de los centros educativos y universitarios también llegaron a las iglesias. Sin importar la edad, los alumnos participaron de la jornada. En la extensa fila que doblaba la esquina de la Catedral, rostros de universitarios, adolescentes y hasta niños fueron la constante, con mirada inocente, buscaron respuesta a los interrogantes que la vida les pone en frente. Sin importar el tiempo, esperaron pacientes que el Presbítero saliera luego de un receso para continuar con la imposición de la cruz. Sin oficiar una eucaristía completa, pero con mucha fe, el Párroco de la Catedral dio una enseñanza a sus fieles mediante la lectura del evangelio, repartió la comunión y continuó con la imposición de la cruz con la ayuda de tres padres más para descongestionar rápidamente el recinto santo. “Todos los años los fieles se acercan las iglesias para imponerse la ceniza y con ella recordar el sentido de la cuaresma. Anualmente contamos con buena participación de los fieles y este no ha sido la excepción”, sostuvo el Párroco. A pesar de las situaciones al interior de la iglesia y las numerosas religiones que nacen a diario, para el Presbítero, la fe cristiana aumenta cada vez más. “Siempre el hombre tendrá en el corazón el deseo de buscar a Dios y este es un buen momento para ello. Algunos se acercan buscando ponerse la ceniza por un símbolo externo y en esa búsqueda encuentran un signo interno”. Por ello, la Catedral abrió sus puertas desde las 6:00 a.m. hasta las 7:00 p.m. en jornada continua. “Durante todo el día celebramos la palabra, la distribución de la comunión, la confesión, la oración y con ello darle sentido a lo que de verdad implica ponerse la ceniza”. Con la imposición de la ceniza se inicia en cada cristiano la preparación para vivir el misterio pascual, es decir la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. Creyentes cumplieron la cita Los neivanos le madrugaron a la imposición de la ceniza, desde muy temprano cuando la Catedral abrió sus puertas, varios feligreses hacían la fila para empezar el día con la fe renovada en Dios. Sin importar la edad, los neivanos ratificaron sus creencias católicas. Gloria Segundo “Esta es un tradición de la religión católica en que reconocemos que polvo somos y en polvo nos convertiremos. A veces se nos olvida que la vida es efímera, debemos rendir culto a las tradiciones, a Dios y esta es la forma, antes de que comience la semana de pasión”. Lester Hernández “Lo más importante es la reconciliación con Dios y tener la fe, la creencia en la religión católica que hemos vivido”. Glafira Quintero González “La imposición dela cruz para nosotros los católicos es muy importante porque reconfirma nuestra creencia en un ser superior que es Dios. Cada año lo hago por la fe que tengo en nuestro señor Jesús”. Liliana López “Para mi es una creencia de la religión que profeso, algo que nos han inculcado desde pequeños y lo llevamos en el corazón, creer en Dios. Aranza Paola Reina “Me crie en una familia muy católica, últimamente como nos separamos mucho y soportamos la muerte de un familiar, lo veo como algo muy lindo porque lo llena a uno de paz, para olvidarse de los problemas”. Para recordar… Las cenizas usadas para la cruz que recibimos en la frente son obtenidas al quemar las palmas usadas en el Domingo de Ramos del año anterior. Por extensión, representa la conciencia de la nada, de la muerte, de la caducidad del ser humano y en sentido trasladado, de humildad y penitencia. El gesto simbólico de la imposición de ceniza en la frente, se hace como respuesta a la Palabra de Dios que nos invita a la conversión, como inicio y entrada al ayuno cuaresmal y a la marcha de preparación para la Pascua. La Cuaresma empieza con ceniza y termina con el fuego, el agua y la luz de la Vigilia Pascual. Algo debe quemarse y destruirse en nosotros -el hombre viejo- para dar lugar a la novedad de la vida pascual de Cristo. Por eso es elocuente empezar este tiempo con el rito austero de la imposición de ceniza, el cual, acompañado de las palabras “Convertíos y creed en el Evangelio” y de la expresión “Acuérdate que eres polvo y al polvo volverás”, nos invita a todos a reflexionar acerca del deber de la conversión, recordándonos la fragilidad de nuestra vida aquí en la tierra.