“Comilonas y borracheras en Semana Santa es un irrespeto”

El obispo de la Diócesis de Neiva, monseñor Froilán Casas Ortíz, dice que es obligación del Estado reconstruir Mocoa, la capital del Putumayo.
Que es un irrespeto destinar los días santos para “comilonas y borracheras”, que no se puede hablar de perdón sin arrepentimiento, que no se vayan a robar los dineros dirigidos a la reconstrucción de Mocoa, son algunas de las reflexiones de monseñor Froilán Casas Ortíz, obispo de la Diócesis de Neiva.

El máximo jerarca de la Iglesia Católica en el Huila habla con LA NACIÓN, con motivo del inicio de la Semana Santa.
 
¿Cuál es el mensaje que tiene la Iglesia Católica huilense, a propósito del comienzo de la Semana Santa?

El mensaje es Jesucristo, es decir, Él es la persona que debe ser anunciada, como además nos ordenó a proclamar el evangelio a todas las criaturas, hasta los confines del mundo como dice el texto bíblico. Y el mensaje para esta semana es que ese Jesucristo que murió, que padeció y que vino a dar su vida por nosotros, sea expresión visible de adoración, de cariño, de escucha. Por eso, la liturgia que empieza con ese rito y símbolo de la entrada de Jesús a Jerusalén, se hacen las procesiones de ramos.

Nosotros, los ministros de Cristo, no somos jueces, somos pastores y padres, somos claros en condenar el pecado, pero también somos paternales en el nombre del Señor en el perdón de Él a todo pecador arrepentido, de eso se trata.

¿Qué día es más importante, el Jueves o el Viernes Santo?

Realmente ambos tienen su expresión de fe, pero pudiéramos decir que el más significativo es el Jueves Santo porque es la celebración del sacramento del orden, del lavatorio de pies, de la celebración de la eucaristía como institución, tiene mayor significación sin quitarle obviamente importancia al rito de la oración de la cruz, el sermón de las siete palabras, la experiencia de silencio frente a Cristo que ha muerto.

Por eso, se pide, incluso, en las emisoras que pongan música adecuada, apropiada, que no se hagan partidos de fútbol, hay que respetar nuestra identidad cultural.

Pero la gran celebración es la noche de la Vigilia Pascual. Cuando uno va de fiesta tiene que ir con traje de fiesta, entonces, hay que ir presentado a la fiesta grande de nuestra liturgia que es la noche pascual, incluso es más larga, debería ser más larga, pero bueno la hemos reducido a dos horas y media, pero en la iglesia primitiva era de ocho o nueve horas, toda la noche. Guardando las proporciones de la fiesta de la pascua, si la gente participa, lee o celebra todo lo que son las lecturas, el rito del fuego, el rito del agua, el rito del bautismo, esa noche debería ser la noche grande de los bautismos, y toda la noche de oscuridad para indicar que sin Cristo hay oscuridad.

¿Cuáles van a ser las reflexiones suyas en el sermón de las siete palabras este viernes?

Yo voy a predicar aquella palabra de ‘Hoy estarás conmigo en el paraíso’, es una palabra, como todas, lindas del Señor. Lo que me impacta de esta palabra es que el Señor perdona siempre, el Señor no recuerda, el Señor no se pone a decir tú robaste, mataste, sufriste´´; eran dos bandidos, solo que fueron distintos, mientras el uno se enorgullecía de ser malo y antes vociferaba, el otro está arrepentido, cambia, es la diferencia. En esta palabra yo quiero invitar a todos los fieles cristianos, frente a toda esta realidad que ha padecido Colombia por décadas. Sí hay que perdonar, claro a toda persona, pero que esté arrepentida. Yo no entiendo que una persona se ufane de haber sido malo, yo no entiendo que una persona no tenga la humildad de decir ‘perdóneme’. El victimario para recibir el perdón, tiene que reconocer, haber sido victimario, haber sido malo, y el bueno tiene que, ante la nobleza del malo, decir ‘te perdono en nombre del Señor’; pero me parece que hablar de perdón sin arrepentimiento, yo no encuentro eso en la historia de salvación.

O sea, que frente a tantas maldades que se han cometido en el país, o a cualquiera de nosotros, personales, tenemos que arrepentirnos.
 
Monseñor Casas ¿Qué mensaje entrega a quienes ven la Semana Santa como un periodo de vacaciones, tomar trago e ir de rumba?

Es un irrespeto. Yo decía cuando enseñaba teología en la universidad y en el seminario, que un sacerdote que se va en Semana Santa a un balneario a descansar, comete pecado grave, y si celebra es un sacrílego como Judas. En Semana Santa ningún ministro del Señor puede estar de vacaciones, tiene que estar dedicado de tiempo completo a atender a sus fieles.

Guardando las proporciones, el laico; en Semana Santa puede recrearse, estar en familia, incluso donde hay una piscina, no está malo, mejorar la comida, eso no es malo. Lo que no es correcto es que haya comilonas y borracheras, que la gente comience a tomar licor y a cantar y a gritar. Es una falta de respeto y tiene que darle cuentas a Dios, porque esos son días de recogimiento, de cuidado, de silencio.

Yo invito a los cristianos católicos a tener cierta austeridad, cierto recogimiento, pero a su vez compartir en el seno de la familia y no olvidar ir a los ritos litúrgicos de la parroquia más cercana que les quede.

¿Hoy va más gente a los actos litúrgicos de Semana Santa que hace diez años, por ejemplo?

Yo he visto una constante. El problema es que como la población ha aumentado tanto, pues así muchísima gente no va. Estadísticamente son más los que no van, que los que van; eso es triste porque no participan en la celebración, tal vez no están convencidos, tal vez Cristo no les dice nada, y en ese sentido me parece que están irrespetando y tendrán que darle cuenta a Dios, eso sí es claro, la persona puede burlarse de Dios, negar a Dios, matar a Dios, decir todo lo que quiera, pero lo que es claro es que todos nos morimos y que a la hora de la muerte Dios nos juzga.

Pero lo que es también más importante, es que nosotros, los ministros, sigamos hablando para que el pecador no tenga excusa de que no sabía, porque los ministros tenemos la obligación de recordarle a los fieles sus deberes para con Dios y por ende esos deberes repercuten en la relación con los demás, de manera que en ese sentido seguiremos hablando.
 
Monseñor, no puedo dejar pasar la oportunidad sin preguntarle por el hecho que tiene conmovidos a los colombianos, ¿hemos sido lo suficientemente solidarios con lo que pasó en Mocoa?

No cabe duda, el colombiano es muy generoso, el huilense, ni se diga; en Campoalegre sobraron alimentos, la gente es supremamente generosa. Pero, por otra parte, el Gobierno, con nuestros impuestos, tiene que recuperar y ayudar, no es dádiva, es una obligación y esperamos que ese dinero que aporte el Gobierno sea bien manejado, porque el que se robe ese dinero tendrá que darle cuenta a Dios, porque le está robando el dinero a los pobres, a los necesitados, sería un malvado, un depravado que aprovechando el poder de investidura que tenga para administrar los recursos del sector público, deje de aplicar las respectivas partidas y la ejecución de las mismas.
 
Monseñor Casas, su mensaje final para los lectores de LA NACIÓN

A través de este medio tan importante, LA NACIÓN, que llega a todos los huilenses y colombianos, mi deseo es que entremos todos en ese ambiente de trabajo y paz. Yo quiero mucho al Huila y me siento huilense, a donde quiera que voy siento la fascinación de quererlos, pero yo les ruego que seamos proactivos, que seamos más dinámicos, que tengamos más iniciativa, que no nos dejemos ahogar en un vaso de agua, así como somos tan solidarios y tan generosos, no nos dejemos ahogar en un vaso de agua, no sigamos con la pobreza, salgamos de ella, sigamos siendo personas que trabajemos, que luchemos para salir de la pobreza; es decir, hay ayudas que nos puede dar el Estado, pero esas ayudas deben ser resarcidas, con un trabajo activo.

Yo he insistido mucho en el subsidio más a la productividad, que a la mendicidad, porque la mendicidad lleva un país pobre. Necesitamos que el Estado apoye al pequeño productor, que en estos problemas, por ejemplo, de las avalanchas, ayude a aquellos que perdieron sus cosechas.
 


Aquí está el Obispo de Neiva en la entrevista con el editor general del Grupo Informativo LA NACIÓN, Jesús Antonio Rojas Serrano.
 

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