Para algunos la idea les produce espanto, pero para otros resulta ser una buena alternativa de conservar un pedazo del ser querido que ya dejó este mundo. Se trata de esculturas moldeadas, entre otros materiales, con cenizas de difuntos que fueron cremados.
William Barreiro Montero, nacido en Dolores, Tolima, de 52 años de edad de los cuales lleva 40 radicado en Neiva, es el hombre que se le mide a esta práctica de “esculturizar cenizas”, como él mismo la llama.
“Convierto esas cenizas en una imagen de un santo, de un ángel, un caballo o hasta en el retrato en un busto de la persona fallecida”, dice William.
Pasó de ser vigilante del Cementerio Central de la capital huilense, donde además vivió por 22 años con su familia, a trabajar en el negocio de la elaboración de lápidas en mármol. “Vi que era rentable, aprendí y comencé hace 21 años a trabajar con eso en mi taller ahí en el cementerio, ahora ya me encuentran en la Avenida La Toma con tercera en la Marmolería Barreiro”, comenta William.
Luego conoció la técnica de la elaboración de porcelanas con cenizas de muertos y le llamó la atención pensando en que sería un novedoso servicio para ofrecer a sus clientes.
Esta técnica, conocida como neoescultura, viene de una práctica china del siglo VII en la que fundían los huesos de animales con cerámica para blanquear la pasta.
“Actualmente solo hay otra persona en el mundo que se dedica a esta actividad y es un colombiano radicado en España, se llama Óscar de Julián, un escultor pastuso cuyo éxito con esta técnica y demás trabajos artísticos para cine es bastante admirado en el país ibérico”, expone el tolimense.
El artista muestra con orgullo con una de sus obras.
LOS INICIOS
William empezó a trabajar esta inusual práctica con unos restos óseos en el Cementerio Campanario de Pitalito, los cuales estaban en una fosa común y destinados a terminar en el horno. “Con esas cenizas duré un lapso como de tres meses ensayando hasta que me dio el punto de poder fundirlas en molde”.
No es un proceso muy sencillo. “Las cenizas hay que escogerlas, zarandearlas, purificarlas porque viene con desechos, hay que hacerle una mezcla con varios componentes como resina de poliéster, protésico dental para que dé el tono y el color blanco, gris, según el pigmento que se utilice. Se utilizan moldes, se retocan y el cliente es el que le da el visto bueno”, explica el artista.
La hechura de un molde con esta mezcla puede tardar unos dos meses, otra técnica es que las cenizas vayan por dentro de la escultura en una especie de copa. Finalmente el costo de esta obra oscila entre los $400 mil y los $3 millones, según el tamaño.
Pero William anhela perfeccionar su técnica y para eso requiere de una herramienta que no es de muy fácil alcance. “Me hace falta una herramienta muy importante, una inyectora de silicona que es costosa, vale 50 millones de pesos, esa es para poder hacer los moldes en 3D, eso le dará muchas más perfección a mi trabajo”.
Recuerda la primera porcelana que hizo para un cliente. “El primer trabajo lo hice para una señora, me dio la oportunidad de hacerle la imagen de una virgen, le gustó. Ya hemos hecho tres vírgenes de Aránzazu, dos Cristos, dos Divinos Niños y una Inmaculada. No le he abierto mucho comercio porque faltan los moldes, pero ya tenemos la técnica para hacer la escultura, que es lo importante”.
Ruth Másmela Cumbe, única mujer que talla lápidas en Neiva.
“ES UNA COMPETENCIA CON LA IGLESIA”
William sabe que la Iglesia Católica prohíbe conservar las cenizas de los difuntos en las casas o darles otra disposición a los restos óseos diferente a la de mantenerlas en el cementerio, pero él tiene otra mirada.
“Me parece que la cuestión es más comercial, es prácticamente hacerle competencia comercial a la Iglesia. Creo que la casa es un sitio sagrado, y legalmente no hay impedimento para poder conservar allí las cenizas de un ser querido, ya que el cuerpo después de cremado se le pierde el ADN”, dice William.
Y agrega, “en lugar de tener los restos guardados en una caja, las personas pueden tener ese pedacito de sus padres, sus hijos, su esposo, representado en una imagen muy apreciada en un altarcito, una habitación”.
Para él es también una cuestión de costumbre. “Día a día los cementerios tienden acabarse por espacio y por higiene, entonces va quedando como alternativa la cremación, es como darle una solución a esas cenizas”.
Afirma muy seriamente, “cuando muera me encantaría que me cremaran y tuvieran en la casa en una escultura”.
“LA ÚNICA MUJER QUE TALLA EN EL HUILA”
Dos personas le ayudan a William en su taller, Ruth Másmela Cumbe su compañera sentimental y su hijo. El tolimense elabora para las lápidas floreros, libros, lo que se llama popularmente “maquiniar”, mientras que el arte de tallar el mármol lo realiza Ruth.
Asegura William que es la única mujer en Neiva y al parecer del Huila, que trabaja este arte, el cual se le facilita por ser una buena dibujante.
Tallando nombres, mensajes e imágenes en las lápidas de los difuntos, esta neivana de 40 años discurre los días enfrentando el dolor de espalda que le deja su trabajo. Dice demorar máximo tres horas en terminar el talle de una lápida, y diariamente hace cuatro o cinco encargos.
“Prefiero tener una lápida con epitafio en mi tumba”, dice tímidamente Ruth ante la idea de que sus cenizas terminen en una escultura, como lo desea su compañero William.
La prohibición de la Iglesia
De acuerdo con las normas emitidas por el Vaticano, las cenizas de los católicos que desean ser cremados no pueden ser esparcidas, divididas ni conservadas en la casa sino que deben ser guardadas en un lugar aprobado por la Iglesia y consagrado.
Anteriormente la Iglesia Católica solo permitió el entierro con el argumento de que expresaba mejor la esperanza en la resurrección. Pero en 1963, el Vaticano autorizó explícitamente la cremación siempre que no implicara una negación de la fe en la resurrección.
Un nuevo documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe y aprobado por el Papa Francisco en marzo del año pasado, insiste en que es preferible el entierro, pero expresa las normas para conservar las cenizas del número creciente de católicos que prefieren la cremación. El Vaticano expresó que las cenizas y fragmentos óseos no se pueden conservar en casa porque con ello se priva a la comunidad católica de recordar al difunto. Por eso, las autoridades eclesiásticas deben escoger un terreno consagrado, como un cementerio o iglesia, para recibirlas. El informe agrega que las cenizas no se pueden repartir entre familiares, conservar en relicarios ni dispersar en el aire, la tierra o el agua porque ello crea la apariencia de "panteísmo, naturalismo o nihilismo", sostienen las normas.
Reitera la doctrina que a los católicos que optan por la cremación por razones contrarias a la fe cristiana se les debe negar la sepultura cristiana.
En una imagen como está, pueden quedar convertidas las cenizas de un ser querido.
William y sus ayudantes en el taller.//Fotos Julio Aya
