La invitación hecha a Colombia para ser parte de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), un exclusivo club al que pertenecen 34 naciones de un alto nivel de desarrollo, y que es llamado justamente “el club de los países ricos”, tiene varios aspectos que bien vale analizar para que no se convierta en este anuncio en una expectativa exagerada de beneficios para el país. De entrada, al hacer el anuncio, ha dicho el presidente Santos que Colombia es el país, en la historia de esta organización, que menos ha tardado en lograr esta invitación, al hacerlo en dos años y medio.
¿Y a todas estas qué gana Colombia con hacer parte de este exclusivo grupo de naciones poderosas? Además de ser una “chapa” o etiqueta que da prestigio internacional, codeándose con países distinguidos por la calidad de sus políticas públicas, el ingreso implica serios compromisos que incluirán una agenda de reformas que ya veremos cuáles son, aunque ya se han hecho algunos ajustes desde cuando se pidió el ingreso de Colombia. Entre otros, la reforma tributaria del año pasado que desmontó los parafiscales. La evaluación para llegar al club también contempla convenios contra la corrupción, medidas de control de las transacciones económicas internacionales y compromisos para luchar contra los llamados “paraísos fiscales”, la minería responsable, el crecimiento verde y principios de políticas de Internet.
Debe tenerse en cuenta, fundamentalmente, que se trata de llegar – a través de la Ocde – al corazón del capitalismo de manera que todo esto se enmarca en un modelo de clara economía de mercado y amplia favorabilidad de los negocios. Y en esa línea habrá una especie de manual de comportamiento del país con normas que apuntan a una línea ortodoxa económica, incluyendo por ejemplo que no haya controles de capitales para defender la moneda local, aspecto al que Colombia ya adhirió. Allí, a juicio de expertos, habría problemas para enfrentar temas como la revaluación.
Es evidente que el grueso de los gremios y sectores económicos nacionales ven con muy buenos ojos este proceso hacia la Ocde, pues los miembros adhieren a lineamientos que son clave para el crecimiento y el desarrollo del sector empresarial como el régimen de inversiones, la estabilidad fiscal, los asuntos ambientales, mejora de los procesos estadísticos y la gobernabilidad. Y quienes conocen muy bien el funcionamiento de la Ocde, afirman que el valor agregado de pertenecer a este club está en la oportunidad de aprender la mejor manera de hacer las cosas. Los representantes de los 34 países se reúnen en comisiones, donde se promueven y discuten nuevas ideas y se examinan los progresos en las políticas públicas, como economía, comercio, ciencia, empleo, educación o mercados financieros.
“¿Y a todas estas qué gana Colombia con hacer parte de este exclusivo grupo de naciones poderosas?”
Editorialito
Los pobres resultados del Atlético Huila, eliminado el domingo pasado con un pobre empate y en el puesto 13, exigen un urgente replanteamiento. Desde ya debe evaluarse el futuro del cuerpo técnico y los jugadores para el próximo semestre para evitar el fantasma del descenso que sigue rondando.