Aunque suene increíble, la obra erigida en homenaje a la cultura arrocera y cuna de grandes y aguerridos copleros se desmorona paulatinamente, como otro monumento a la ineficiencia.
La edificación ubicada en la calle 17 con carera 8, en el corazón de la capital arrocera del Huila, sede de las convenciones de arroceras y epicentro cultural, se está cayendo. Los dos mil millones de pesos que se invirtieron durante tres años se perdieron, sin que se haya responsables.
El centro de convenciones, orgullo inicial de los campoalegrunos, fue inaugurado el 14 de agosto de 2010 con bombos y platillos, sin pensar que sus días estarían contados.
Sin embargo, tres años después comenzó su inesperado declive por razones que nadie explica. “Se detectaron fallas en las redes y luego el techo comenzó de despedazarse. Por eso se prohibió el uso y se suspendieron las actividades”, afirmó Armando Sánchez.
¿Qué pasó?
La atípica temporada invernal, ocurrida entre 2010 y 2011, puso en evidencia la vulnerabilidad de la obra. A las fallas estructurales, se sumó la alta pluviosidad que arrasó la construcción. Pero esta no fue la única causa.
Las cubiertas de zinc mal instaladas o con severas imperfecciones no lograron contener las precipitaciones. Por el contrario, la persistencia de la lluvia intempestiva debilitó las estructuras.
“Esa obra requería una placa de cemento, no tejas de zinc”, criticó el gestor cultural, Gustavo Córdoba. “Lo raro es que nunca se conoció la maqueta y sólo se conocieron las falencias cuando llegaron las lluvias”, observó.
Córdoba, miembro del Consejo Municipal de Cultura, estuvo al frente de la investigación pero declinó en medio de la impotencia. Sus reclamos no tuvieron eco. Tampoco las protestas de dirigentes culturales.
Graves fallas
La obra, contratada en un acelerado proceso licitatorio, no resistió el paso de los años.
Las fallas en las instalaciones eléctricas, hidráulicas y sanitarias, aceleraron el deterioro de la construcción, echa para perdurar. Sin embargo resultó perenne.
La humedad excesiva terminó afectando el novedoso sistema constructivo en seco (drywall) utilizado para el cielo raso.
Los anclajes en el techo no resistieron el peso del agua. Los pernos cedieron y las planchas del material se desplomaron. Las instalaciones eléctricas y sanitarias, con graves falencias, agilizaron el desgaste. Los paneles de yeso se desprendieron y pusieron al descubierto los estragos.
La rápida instalación del material, el bajo precio y las ventajas del acabado no compensaron la temporalidad. Una vida útil efímera que terminó apagando un sueño.
La lana de vidrio que protege las láminas de yeso termo-acústicas, se convirtió en los nidos predilectos de centenares de tórtolas urbanas que coparon sus espacios.
Las grietas en las cubiertas mal instaladas facilitaron la devastación del edificio. Los tableros del liviano material comenzaron a desmoronarse ante el paso de la lluvia.
Cerrados espacios
Los espacios, destinados a actividades lúdicas, escuelas de formación artística, talleres, sitios de ensayo, salas de lectura y centro de convenciones, terminaron anegados. Hoy están cerrados.
En el primer piso, solo funciona un punto de Vive Digital y una pequeña biblioteca municipal. “La Alcaldía ha querido recuperar la obra, pero está intervenida”, alegó una funcionaria.
Una licitación para recuperarla quedó como un proyecto. Nadie reclama. Los voceros de la administración local no respondieron.
Fuera de servicio
Un amplio salón, escenario de las últimas convenciones, está anegado. Un río verde de excrementos circunda en el salón principal, punto de encuentro y escenario de grandes convenciones. Los muebles cojos arrumados en un rincón están inservibles.
Los aires acondicionados en la segunda planta fueron desmantelados. Las luminarias, las conexiones, las lámparas internas y externas desaparecieron. Sobre los tableros de yeso, sólo aparecen los cables y plafones desprendidos.
Los sanitarios, la grifería, los filtros de agua, los baños y los accesorios, están fuera de servicio, en medio del abandono.
Los rezagos de las últimas comparsas, los rajaleñeros, los matachines y las figuras típicas labradas por maestros artesanos observan como testigos mudos el debacle de la obra colosal, convertida en un refugio de alegres tórtolas que circundan el palacio del despilfarro.
Una obra perenne
El Centro Cultural y de Convenciones ‘Llano Grande’, una de las obras más reclamadas por su comunidad comenzó en el 2006. El gobernador de la época Rodrigo Villalba refrendó con el alcalde César Alberto Polanía, un convenio interadministrativo (09 de 2006) para integrar esfuerzos y recursos financieros para cofinanciar la primera fase.
En esta primera etapa se ejecutaron 346,39 millones de pesos. Al año siguiente, aportó otros 120 millones para la segunda fase, según convenio 202 de 2007.
La tercera y última fase demandó inversiones superiores a los 844 millones de pesos. La obra demandó un costo cercano a los 2.000 millones de pesos.
El moderno centro de convenciones fue la única obra que logró materializarse con ocasión del bicentenario. El parque temático del arroz, como obra pública y la adecuación y remodelación de las instituciones públicas, quedaron en el listado de prioridades que el Congreso incorporó en el 2009 como homenaje a Campoalegre.
La licitación pública
El consorcio Campoalegre 2009 se quedó con el contrato. Su propuesta económica por 605,29 millones de pesos logró imponerse ante los 37 competidores restantes que se presentaron a la licitación.
La obra fue adjudicada el lunes 28 de septiembre de 2009 en audiencia pública presidida por el gobernador de la época Luis Jorge Pajarito Sánchez. El plazo máximo de ejecución: tres meses (30 de diciembre).
El mandatario seccional estuvo acompañado por el jefe de la oficina de Contratación, Carlos Felipe Trujillo, el Jefe de Control Interno y la secretaria de Cultura, Nubia Stella Monje. También asistieron los representantes legales de las firmas proponentes. La obra se entregó con retraso y fue inaugurada el 14 de agosto de 2010.
Más de seis años después de su inauguración, nadie responde por su acelerado deterioro.
La obra monumental, inaugurada en el 2010 tuvo una corta vida.
La infraestructura, severamente deteriorada, amenaza ruina.
