Dramático, descorazonador y altamente preocupante es la situación de un grueso número de las llamadas Empresas Sociales del Estado E.S.E., del Huila, antiguamente conocidas simplemente como hospitales municipales que, por obra y gracia de la Ley 100 de 1993, se convirtieron en las responsables directas de la promoción, prevención y atención de la salud en todas las áreas territoriales locales del país. El crítico estado de la ESE San Roque del municipio de Altamira, que ya ha sido calificado como insalvable, conducirá seguramente a la liquidación y, de allí, a la fusión de la atención de los usuarios con otro municipio u otra entidad; la deuda de esta entidad, de uno de los municipios más pequeños del departamento, ya ronda los 500 millones de pesos y sigue creciendo. Y como no podía ser de otra manera, los usuarios se quejan que no hay médicos ni medicamentos a tal punto que en varias ocasiones los mismos galenos entregan las fórmulas médicas para que los pacientes se consigan los medicamentos como bien puedan.
Pero la alerta lanzada por la Secretaría de Salud del Huila, adicional a un informe evaluativo del Ministerio de Salud, cobija a las ESE, de otros 21 municipios también con problemas económicos. Un síntoma claro del despelote de un sistema de salud que hace rato pasó a una especie de estado de coma del que se intenta, otra vez, sacarlo con leyes y normas de todo orden. Para el Ministerio se trata de 14 E.S.E., del Huila las que están en crisis, de las cuales 9 con alto riesgo: Altamira, Colombia, Hobo, Íquira, La Argentina, Nátaga, San Agustín, Tello y Teruel. Y acaban de entrar al desgraciado grupo otras 5, las de Elías, Isnos, Palestina, Saladoblanco y Villavieja.
¿Qué pasa con unas entidades que gozan, en la práctica, de un monopolio cerrado para atender la salud de todos sus habitantes? Un elemento clave es la politiquería y clientelismo que las ha rodeado; hace rato se convirtieron en caja mayor de las necesidades de devolver favores, entregar prebendas y sostener equipos políticos locales, generalmente en manos de los alcaldes que reparten su administración, contratos y nómina acorde con los requerimientos de cada campaña. Es decir, las E.S.E., son el marco perfecto para resolver cuanta necesidad de clientela política tiene el Alcalde olvidando parcial o totalmente que su fin principalísimo, y único, es el de prestar un eficaz, eficiente y efectivo servicio de salud a todos los habitantes del municipio. Y todo ese desorden y corruptela comienza cuando se escoge al respectivo Gerente: los concursos supuestamente de méritos no son más que una fachada de meritocracia, los organizan con universidades de bajo perfil que, en aras de ganarse el contrato, se prestan para seleccionar a dedo al escogido por el mandatario local. No es ni un secreto ni nada nuevo que ese sea el verdadero panorama. Más que plata, mucho más que leyes y decretos lo que se requiere es un revolcón de fondo, que debe empezar por cero politiquería y verdadera meritocracia.
“Un síntoma claro del despelote de un sistema de salud que hace rato pasó a una especie de estado de coma…”
Editorialito
La liberación de militar huilense Carlos Fabián Huertas, quien se encontraba secuestrado por parte del Eln, abre las puertas para incorporarlo a los diálogos de paz. Pero además, demostró que no se requieren despejes para hacerlo sin tanto bombo.