Aleccionador el mensaje enviado por la guerrilla del Eln al liberar al cabo del Ejército, el militar huilense Carlos Fabián Huertas, luego justamente de un llamado inicial del presidente Juan Manuel Santos para que ese grupo enviara gestos de paz y reconciliación que permitan, por lo menos, abrirles la puerta a una etapa inicial de diálogos. E inmediatamente los jefes del Eln han dicho que consideran "urgente" iniciar un "diálogo incondicional" de paz con el Gobierno. Para los “elenos”, el diálogo incondicional entre las partes contendientes para aliviar el impacto de la guerra sobre las comunidades y la sociedad, mientras se alcanza una “paz digna y definitiva que nos merecemos todos y todas”, es lo que llama a la urgencia.
Y entonces viene de nuevo la discusión que ya no se ha zanjado con las Farc: los del Eln consideran que para negociar es necesario que haya "un cese de fuego bilateral" porque, en su opinión, dialogar sin que se hayan silenciado las armas "es una incongruencia ética y moral". Se ha dicho, una y otra vez, que tal cese bilateral es un imposible físico, más que ético y moral, considerando que la confusión, la mezcla de actores violentos de todos los pelambres y la enorme dificultad de que los miembros de esos grupos se concentren en un solo sitio, es lo que convierte en una utopía tal silenciamiento de las armas. En resumen, verificar el cese de las partes no es posible bajo el estado irregular que tiene nuestro país en muchos sectores del territorio.
Ahora, la liberación del cabo opita Huertas, amén de ser una gratísima noticia para su apesadumbrada familia, es por lo menos un alivio y una decisión sensata de los guerrilleros “elenos”, casi invisibles en los recientes años y ahora resurgiendo con algunas acciones armas que, duele decirlo, les dan de nuevo aires para exigir un puesto en las discusiones políticas para el fin de este complejo y larguísimo conflicto interno colombiano.
Y luego de la pifia inicial del presidente Santos, que puso como condición la libertad de un ciudadano canadiense en manos de los “elenos”, corregida cuando exigió la salida de cautiverio de todos los secuestrados, creemos que se abre una puerta pequeña, pero abierta al fin y al cabo, para que estos individuos, responsables de enormes cantidades de dolor a diversos sectores nacionales, adopten una postura sensata y de reconciliación con todos los colombianos. Se trata de sentarse a hablar con un grupo que, diezmado y reducido en muchos de sus frentes que otrora se pavoneaban por varios y vastos territorios nacionales, aún es la segunda guerrilla del país con unos 1.500 combatientes en sus filas según cifras gubernamentales.
Bienvenido a la libertad cabo Huertas. Y qué bueno que su regreso a casa sea un punto a favor de la paz, de los diálogos, de los gestos abiertos en la dirección correcta hacia la anhelada paz, o por lo menos al fin de esta prolongada contienda interna nuestra.
“Bienvenido a la libertad cabo Huertas. Y qué bueno que su regreso a casa sea un punto a favor de la paz”.
Editorialito
El viceministro del Interior Carlos Eduardo Géchem exhortó a los alcaldes a construir los planes locales de seguridad. Pero más que acompañamiento, el Gobierno Nacional debe asegurar recursos para ejecutarlos y mantenerlos en el tiempo.
