Las acciones ilegales y bandidezcas de la CIA, el organismo secreto de inteligencia política del gobierno norteamericano, son bien conocidas en América Latina y el mundo. Ellos promovieron el golpe de estado contra Salvador Allende en Chile, organizaron la invasión de Panamá contra su exagente Manuel Antonio Noriega, planearon y ejecutaron muchos actos terroristas y de sabotaje contra Cuba y contra Fidel Castro. Esto para mostrar sólo unos casos ejemplarizantes de su accionar que se han conocido por delaciones de miembros suyos que han buscado refugio y protección en el exterior o porque la ley norteamericana permite a los 50 años, el levantamiento de la reserva sobre esta información y por tanto el conocimiento público de los hechos.
De manera que el caso de Edward Snowden, es sólo una más de las tantas filtraciones sobre la manera como los gobernantes en los Estados Unidos de Norteamérica, procura mantener el dominio de esta potencia en el mundo. Con el prodigioso desarrollo de la informática y la telemática, la labor de vigilancia y control sobre el pensamiento y las acciones, ya no sólo de otros gobiernos, sino de los ciudadanos en el mundo, se ha vuelto mucho más sistemática y especializada. Lo que ha contado Snowden es que todas las operadoras de sistemas de comunicaciones en el mundo como Facebook, Twitter, Yahoo, Gmail, etc., etc., están intervenidas por la CIA y ella monitorea todas las comunicaciones en el mundo permitiéndole una información privilegiada, sobre lo que acontece y esta por acontecer en el mundo. Ha desaparecido la privacidad en todos los rincones de la tierra y cuanto dicen las constituciones políticas de los países democráticos sobre los derechos de los ciudadanos a disfrutar una sana privacidad, se ha convertido en letra muerta, porque la CIA y el Pentágono, conocen hasta los más recónditos secretos de su intimidad y esta información la podrían utilizar para su provecho cuando lo consideren conveniente.
Todos los imperios en el mundo han organizado poderosos sistemas de inteligencia para mantener y ampliar su poder. Recientemente leí la novela del mexicano Pedro Ángel Palou, “El Impostor” en el que el personajes central es Pablo de Tarso, más conocido como San Pablo y a quien Palou convierte en la novela en un espía del imperio Romano, infiltrado en el cristianismo de los primeros tiempos para controlar el movimiento de los apóstoles y la rebeldía de las sectas judías contra el imperio. La historia ha logrado develar el poderosísimo aparato de inteligencia de los emperadores romanos que fue el mejor que surgiera en la antigüedad, pero frente a la CIA podríamos mirarlo como juego de niños. La verdad es que los imperios no se detienen ante nada para conseguir sus objetivos, por eso suenan risibles los tímidos reclamos de Colombia ante los Estados Unidos por este caso de espionaje.