‘Me atropelló, me abandonó y no me quiere responder’

Múltiples son las secuelas que le quedaron a Carlos Enrique Álvarez Monroy después del accidente automovilístico.
Carlos Enrique Álvarez Monroy es un hombre humilde y enfermo. Camina y habla con mucha dificultad. No puede trabajar ni controlar sus esfínteres. Tiene ataques epilépticos de manera esporádica y vive de la caridad de amigos y familiares.

Pero su situación no fue así siempre. Él trabajaba diariamente por su sustento y el de su mamá, su única compañía. La vida de este neivano cambió completamente el 13 de abril del 2006, cuando un carro fantasma lo atropelló y lo dejó abandonado en la vía.

“Yo iba a pie por la Carrera Séptima con Calle 16, eran las 6 de la tarde, iba para donde mi madrina. Cuando vi el carro fue ya encima, Enrique Zapata Rojas venia en el automóvil, me atropelló y huyó. Me dejó botado. Más adelante lo detuvo la policía y no se pudo volar”, aseguró Carlos Enrique.

“Duré en coma 60 días. Cuando desperté en el Hospital Universitario de Neiva, estaba lleno de cables. Mi mamá estaba a mi lado. Ella me acompañó y me apoyó durante todo este proceso. Ese señor no fue nunca al hospital ni a ver cómo estaba, jamás puso la cara”, relató Álvarez Monroy con dificultad.

“Duré un mes hospitalizado y me quedaron muchas secuelas en la movilidad y en el habla. Desde ese accidente sufro de ataques epilépticos. En cualquier momento me dan, en la calle o en la casa. La única seguridad social es la que me da Caprecom, soy beneficiario del Sisben”, expresó.

El proceso

“Han pasado ocho años desde el accidente y ese señor nunca me quiso responder. El proceso está en la Fiscalía 14 y durante todo este tiempo ha estado quieto, lo han querido archivar varias veces. He tenido cuatro abogados y no ha sido posible una indemnización. Yo le dije al Fiscal que si me archivaba el proceso lo demandaba”.

“El señor me dijo en la conciliación que él iba a pagar por los daños y perjuicios, entonces, ¿Por qué no lo hace? Necesito que me arregle la situación. Lo único que a mí me cubre es el carné del Sisben, los otros costos los asumió una hermana que vive en Bogotá”.

“Yo vivo del apoyo de los amigos, de algunos familiares y conocidos. De lo que la gente me pueda colaborar. Yo pido justicia. Que ese señor pague por lo que hizo, porque mi vida no va a hacer nunca igual. Estoy desesperado. No es justa esta situación”, manifestó con tristeza Carlos Enrique.

“Si alguien me quiere colaborar me pueden ubicar donde mi madrina, en la Carrera Octava No. 21-34 del barrio Campo Núñez. Yo voy todos los días allá”, concluye el hombre. Se marcha muy despacio, mira hacia el cielo, mientras desde la distancia repite de nuevo: “¡Que se haga justicia!”.

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