El festín de la retorica

Con que facilidad hablan los gobernantes de justicia y paz. Ni lo uno ni lo otro, se hacen efectivas. Impera todo lo contrario. En cualquier lugar podemos verificarlo. Inequidad total, en el régimen salarial y el derecho al trabajo, en el derecho a la salud y a la educación. Inequidad en el derecho al acceso a la tierra, a la vivienda, a la recreación y hasta la misma privacidad personal. 
La inocultable crisis del Régimen gobernante, día a día desnuda la mediocridad e irresponsabilidad política y social de quienes ejercen el poder político.
Quienes disponen de poder y jurisdicción, generalmente no acceden a la respectiva posición, por capacidad académica demostrada, probada honestidad y capacidad de trabajo, sino por recomendación y conveniencia, así sean elegidos por voto popular. Es realidad insoslayable, desde Presidente, Ministros, hasta los cargos de menor connotación.
Los efectos y consecuencias, son acicates de la crisis general del régimen y de la precariedad socioeconómica, del colectivo nacional.
Sin revertir esa estructura política de poder, no puede haber superación de las causas del conflicto y la convivencia en paz de los colombinos, es un mal sueño.
El conflicto armado colombiano, no obedece solo a lo relacionado con las organizaciones guerrilleras tradicionales. El gobierno quiere mostrarlo así, que el pueblo lo asuma así y que crea que si firma acuerdos de paz, con la guerrilla todo está arreglado y que ¡viva la paz!
El conflicto es, ético, moral, social, político y económico. En todos los aspectos, hay inequidad total y anarquía y revertirlas obliga sacrificar privilegios e intereses. ¿El régimen está dispuesto a ceder? ¿Qué cree el Presidente Santos al respecto?
¿Qué creen y a qué están dispuestos, el Congreso, los políticos y/o politiqueros, los empresarios, gamonales y usufructuarios del poder?

La inseguridad y criminalidad que viven los colombianos a diario, en toda la geografía nacional, no proviene solo de la existencia y accionar de guerrillas.
La mayor amenaza, hoy, son los grupos delincuenciales locales y regionales, integrados por jóvenes desplazados de toda posibilidad de integrarse a la actividad laboral. Utilizados por protervos intereses. Son jóvenes que inercialmente buscan participar del consumismo que impone el mercado. Sin billete, están excluidos. Y entonces el billete lo obtienen con el atraco, el raponazo y demás formas delincuenciales conocidas, pero incontroladas por el régimen y sus herramientas de poder y vigilancia.
El modelo económico-político, debe ser reestructurado. El régimen dice que no. Entonces el novelón presente, de la paz, es simple retórica.

    

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