La Nación
COLUMNISTAS

La tapa del caldero

Como dicen nuestras abuelas, para dar por concluido cualquier evento desagradable y tortuoso, sobre un tema determinado o evento reiteradamente ocurrido, ante la imposibilidad de rectificación alguna por parte de quien incurre en el episodio, y se indica que después de eso no sigue más nada. Es el fin de la continua y permanente reiteración de situaciones aberrantes, a las cuales no es posible subsistir.

Lamento de verdad el secuestro, negado por el gobierno, contra toda evidencia, pero más por el afán de Santos de ocultar con marcado favorecimiento a los victimarios de Salud Hernández y los periodistas de RCN, y con un interés deliberado de seguirnos inyectando a los colombianos, una paz que solo debe entenderse con las Farc como un simple disfraz del cese al conflicto, cuando por otra parte tienen a su coequiperos los del ELN, haciendo con brazalete prestado, los mismos actos de violencia, como argumento para presionar al invalido gobierno otro proceso de cuatro años o más, para seguir ilusionados con la retórica de la paz.

Santos dice una cosa sobre estos secuestros de Salud y los periodistas de RCN, desde luego, tendenciosamente desinformado, otra cosa la oficialidad militar, otra las autoridades de la región, otra los representantes verdaderos de derechos humanos, en fin, invocando la reciente festividad del Espíritu Santo, esto se ha convertido en un Pentecostés, donde todos aparentemente estando en lo mismo, hablan diferentes lenguas y, desde luego, no se entienden entre sí.

Esto era explicable en el Nuevo Testamento, pero también explicable en el gobierno, por su doble situación de incapacidad de dirigir los destinos de la Nación, y por estar haciendo el juego sucio a los grupos alzados en armas y, con mayor razón, a proteger los depósitos de coca más grandes paras los más ricos del mundo.

Una zona del País, denominada Res Nullius, cosa de nadie, literalmente, o territorio de nadie, sin ley del Estado, solo la del hampa y los grupos narcoterroristas, que se autopresionan para que sean entregados los secuestrados, porque no han podido, por la presión tardía del ejército, sacar de ese territorio la producción semanal de cocaína a los mercados del mundo, y desde luego, ven menguadas sus finanzas para poder indemnizar a plenitud a las víctimas del conflicto armado, que Santos ha decidido en llamar paz.

Siento una especial admiración por Salud Hernández, por su inteligencia y profesionalismo. Aspiro, por su sola condición de mujer, cese el maltrato contra ella, a que ha sido sometida; igualmente por los periodistas de RCN, mis votos por su libertad inmediata.