“La poesía hace parte de nuestras vidas desde el principio… aún antes de nacer, los latidos del corazón de la madre, son a la vez caricia y música, vida en la que crecemos física y espiritualmente. Pero ocurre, con mucha frecuencia, que al ingresar al sistema escolar, la poesía sale corriendo de nuestras vidas, porque no supimos ubicar bien los sustantivos, los verbos, las terminaciones rítmicas o las características de algún movimiento literario”, explica la docente, las razones que influyen para el desapego a la poesía.
Ante este panorama y decidida a cambiar la historia, relata que cuando llegó al municipio, luego de haber pasado por colegios de Tarqui, propuso al entonces rector de la Institución, magíster Abad Castañeda, la posibilidad de “jugar poesía con los chicos, y, con la complicidad de los maestros de primaria que orientaban sus clases, empezó a irrumpir en las clases para leerles un poema, corto, generalmente, y contarles un poco de su autor o autora”.
Deseo de leer
“¿Qué iba a pasar? No lo sabía. Quería compartirles esos deliciosos textos que me hacían tan feliz. Tenía la certeza de que al compartir mi dicha en estas palabras, a ellos también los alcanzaría… y no dudé en hacerlo sin pedirles nada a cambio. Al fin y al cabo, yo era instrumento de la poesía, ella haría su tarea”, recuerda la docente el inicio de esta iniciativa.
Al poco tiempo de implementar estos espacios de lectura, “la bibliotecaria empezó a recibir peticiones de libros de los autores que íbamos leyendo, aunque ella no podía resolverles esta necesidad, porque los libros de poesía eran muy pocos en los estantes”.
Pero ¿qué buscaban los niños? ¿Qué los hacía buscar estos autores? Habían descubierto que les gustaban estos textos, esos que la profesora, según ellos, “les cantaba y querían más”. Se les había abierto el apetito por la poesía. Y la fascinación empezaba a ocurrir de tal manera que un día, con el grado tercero, mientras leían la Oda al Colibrí, de Pablo Neruda, un niño dijo “¡Yo lo he visto!” y una de las niñas preguntó “Profe, y de verdad, ¿Ahí dice eso?”
Texto e imágenes
Una vez captada la atención y gusto de los estudiantes por la poesía, Amparo Andrade Loaiza, percibió qué deseaban, no solo escuchar sino también, leer y ver los textos, por lo que ideó que el poema llegaría en una cartelera ilustrada por el profesor de artes, con lo cual, los niños tendrían dos estímulos para hacerlos parte de sí: los textos y las imágenes.
“Los martes empezaron a convertirse en un pedacito de recreo quizá a la mitad de una clase. Yo llegaba y los niños empezaban a brincar y a levantar los brazos, igual que si acabaran de ganar con su equipo. Pero no celebraban mi llegada, sino la llegada de la poesía. Los niños querían quedarse con la cartelera. Así que decidí convertirla en una página del libro de ‘Martes de Poesía’, al que todos podrían acceder cuando así lo desearan”.
Entre los autores de poemas de mayor acogida están Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Federico García Lorca, José Eustasio Rivera, Walt Whitman y otros más. “Algunos de los estudiantes les cuentan a sus padres de estos poemas. Es maravilloso lo que está sucediendo, la poesía se ha abierto camino hasta los adultos que no estaban en la escuela”.
En este proceso “los niños descubren la importancia de la forma en que está escrito el poema, porque, aunque tuviera las mismas palabras que utilizan en su cotidianidad, había algo diferente que los embebe en una magia particular. Así que piden copiar textos, convirtiéndose en sembradores de poemas en el corazón de los niños de los hogares comunitarios, a través del servicio social estudiantil y que la poesía es una invitada especial en muchos hogares de nuestro Municipio”.
Los estudiantes escriben sus composiciones poéticas en la cartelera de la Institución Educativa.
Los niños leen y escriben poemas en carteleras ilustrada por los profesores de artes.
