La Nación
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El madrazo del General

El General Wilson Cháwez, escandalizó a unos cuantos hipócritas, cohonestadores y alcahuetes de los depredadores del tesoro público. Montado en ira el alto oficial, por el robo de dos motocicletas, les reclamó ofendido, a 30 suboficiales de su guarnición, sospechosos del delito. “Estamos ante unos H.P, ladrones. Dos o tres ratas no pueden desacreditar a todo un ejército. Debemos capturarlas y que se pudran en la cárcel. Todos sabemos que la peor mafia está en la unidad de transportes, donde se roban las llantas, los repuestos y el combustible. Hay un grupo de H. P, ladrones, contradictores y traidores que viven pendientes de una puerta abierta para entrar a robar “, les dijo el pundonoroso General de la República, exigiendo la prueba del polígrafo dentro de la investigación. Y claro, la gran prensa, que se nutre del mismo presupuesto público que pagó las dos motocicletas hurtadas, entró en escándalo verbal. Y hubo de retroceder el general, achicopalado, porque a los ladrones del presupuesto público hay que respetarlos. Tratarlos con altura, al nivel de su bellaquería. Nada más grave, para la gran sociedad, que el madrazo de un General, para quien la cortesía militar es de mayor brillo, que las insignias y las charreteras. Madrazo, que para nada apuntaba a la procedencia maternal o hereditaria de los implicados. Nada cercano a la etimología del término y ni siquiera a su alcance de ofensa máxima, o provocadora de respuesta. Madrazo limpio, abuso nunca, de su postura dominante. El mismo madrazo que este pueblo colombiano debe lanzar a los bandidos que lo tiene sumido en la pobreza, a pesar de su potencial en recursos naturales y humanos sin inventario. Madrazo que me hizo recordar a los huilenses que se devoraron la Empresa de Talleres y la Secretaría de Obras Públicas, porque se robaban las llantas, los repuestos y los combustibles. Los que se alzaron con la Beneficencia del Huila, la Industria Licorera, Procefrutas etc en tiempos pasados. Y los modernos atracadores, con tecnología de punta como los de Merca Neiva, Comfamiliar etc. Y los grandes, como el famoso Lule, los Tapia y los Moreno, derrochando en sus mansiones por cárcel, el presupuesto destinado para castigar la miseria de las clases humildes de Bogotá. A todos ellos, como pide el General Cháwez, prueba del polígrafo y que se pudran en la cárcel de sus conciencias. Porque no escaparán donde estén bajo el cielo de Colombia, a la condena implacable de los colombianos. Y de mi parte, con toda mi indignación, ese mismo sentido, profundo y general rechazo.