Si algo podría asestarle un duro golpe a la legitimidad y justicia de los reclamos de nuestros campesinos, especialmente cafeteros, más allá de las diferencias de forma respecto de los métodos de protesta, es la intromisión de intereses politiqueros y electorales que ya se avizoran y manifiestan.
Por lo menos es lo que quedó en evidencia durante el fin de semana con la visita del ministro de Agricultura, Francisco Estupiñán junto con varios congresistas al sur del Huila para dialogar con la dirigencia cafetera – la oficial y la nueva denominada Dignidad Cafetera – con miras a tratar de frenar las intenciones de un nuevo paro programado para mediados de agosto.
La actitud grosera, irresponsable y populachera de algunos presuntos dirigentes cafeteros, que poco o nada se les había visto antes en estas lides, contra el Ministro y algunos parlamentarios, no solo constituyeron una vergüenza propia y ajena sino que dejaron mal parado a todo el movimiento gremial de los productores agrarios.
Usar como plataforma de lanzamiento electoral las necesidades, problemas y crisis de miles de nuestros abnegados campesinos, es francamente deplorable y genera, de inmediato, el rechazo de una ciudadanía huilense que ha abrazado como suya toda la protesta cafetera; y de paso, como señalamos al comienzo, le asesta un duro golpe a la legitimidad de todo el movimiento. Una cosa son las discusiones en torno a los subsidios para el alicaído precio del grano, los altos costos de los insumos, el contrabando de café de mala calidad, los créditos vencidos y la eficacia o no de la dirigencia de la Federación Nacional de Cafeteros, y otra muy distinta que esos insumos se conviertan en los postulados de una campaña electoral.
Esta singular situación, que nació justamente cuando estaba con ellos el más alto funcionario del Gobierno que tiene a cargo el sector, es decir el Ministro de Agricultura, ha creado un pésimo precedente que será muy difícil de ocultar cuando se quieran discutir los temas gruesos del café. Esto es, que cuando se exija al Gobierno un diálogo directo con la Dignidad Cafetera, será bastante complicado que el Presidente y sus ministros se sientan con líderes que, claramente, están allí con la intención de sacarle provecho a la protesta con miras a sus intenciones electorales.
Y si se trata de cuestionar el papel de nuestros congresistas, bien vale decir que han hecho una tarea juiciosa, en bloque, para la defensa del café con debates en Senado y Cámara, discusiones francas con el Gobierno y gestiones en uno y otro lado. En ese papel han cumplido el encargo y no son ellos los responsables de la crisis del sector.
Empero, los dirigentes de la disidencia del grano aún están a tiempo de corregir una situación que bien podría salírseles de las manos. Quienes estén acariciando esas posibilidades de ser candidatos tendrán que sopesar muy bien el escenario: si siguen al frente de la protesta y abandonan esos “cantos de sirena” o dejan el movimiento y se lanzan a la política, pero una y otra cosa – juntas – son incompatibles.
“Usar como plataforma de lanzamiento electoral las necesidades, problemas y crisis de miles de nuestros abnegados campesinos, es francamente deplorable”.
EDITORIALITO
El crimen de Celia Escobar Flórez, funcionaria de la Dian, ocurrido en mayo pasado en Neiva, no quedará impune. Las autoridades acaban de capturar al parecer a uno de los autores materiales. ¿Y los intelectuales? El esfuerzo debe continuar para esclarecer el brutal homicidio.