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¿Fundación o pirámide? 2 21 septiembre, 2024
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¿Fundación o pirámide?

¿Fundación o pirámide? 8 21 septiembre, 2024La sola idea de pensar en que tendrían una casita, aunque fuera para pasar sus últimos años debajo de un techo propio atrajo a muchos hacia una fundación llamada Años Dorados, cuya cabeza es un hombre llamado Javier Román.

De él, no se sabe a ciencia cierta cuál es su profesión, pues a algunos les ha dicho que es supuestamente abogado, y a otros que sicólogo.

Lo cierto es que varios llegaron invitados por alguien directamente, mientras que otros escucharon por ahí que alguien estaba reuniendo un grupo de personas de la tercera edad que aportara una plata y así, de grano en grano, se llegara hasta recoger lo suficiente para  comprar un lote muy grande.

Una vez logrado el primer objetivo, lo que seguía era la construcción de las casas, en unas extensiones de 40 por 40, supuestamente.

El supuesto proyecto arrancó en el 2012, según reza en el documento de Cámara de Comercio pero cuatro años después, nadie ha visto ni el lote, ni casas, ni mucho menos plata, supuestamente.

Ellas tuvieron que pagar por una inscripción o cupo que podía costar entre de $150.000 y $400.000, más $30.000 como cuota de proyecto, otros $10.000 para póliza de manejo, todo para poner en marcha  una supuesta ciudadela de lotes.

Por voz a voz

Ese es el caso de Lucila Quinaya, una mujer nacida en San Agustín, acostumbrada a trabajar y también a luchársela, según dice.

"Yo conocí a Javier Román gracias al voz a voz. Alguien nos comentó  de él y de la fundación que se podría decir que es una pirámide, no sabemos nada", señala.

Tanto Lucila como otros compañeros suyos, comenzaron a dudar de Román, pues pasados ocho meses, después de haber sido nombrados como miembros de la junta directiva de la fundación, no tenían acceso a informes de ningún tipo.

Como si fuera poco, se suponía que la fundación además de conglomerar a personas de la tercera edad, éstas no pasarían de 50. Sin embargo, casi sin darse cuenta el número fue creciendo mucho más, pero esta vez no eran solo adultos mayores sino también jóvenes.

El proyecto según promesa de Javier Román, señalan algunos de los que le creyeron, contemplaba terrenos de 40 por 40, paneles solares, entre otras ventajas. Pero al parecer la ubicación del supuesto lote jamás se ha conocido.

Lucila recuerda solo una vez haber sido convocada a una reunión pero para una capacitación con bomberos por los que Román les dijo que también tenían que pagar. 

Serias sospechas

Ante esta situación, Lucila Quinaya decidió que era hora de hacerse a un lado pero lo malo fue que cuando quiso retirarse de la fundación, se encontró con la sorpresa de que tenía que esperar a que su cupo se 'vendiera' para que le pudieran devolver su inversión.

Pero tampoco eso era seguro, pues según recuerdan algunos de los afectados como Lucila, cada vez que se podían poner en contacto con Román, éste les salía con una historia diferente y eludía las reuniones con el grupo.

“Solo nos reunimos una vez convocada por el grupo de whatsapp del que a propósito, nos fue eliminando. Pero cuando nosotros como asociación citábamos, él no asistía y luego dijo que era una conspiración”.

Y es que no les faltaba razón, pues algunos comenzaron  a darse cuenta de que algunas cosas no estaban claras como el pago de la póliza por parte de Román, y tampoco quería dar la cara para informar sobre las finanzas.

“Siempre nos sacaba una disculpa. Que estaba insolado, que había viajado, que estaba incapacitado. Ante esto, la gente comenzó a pedirle que le devolviera su plata pero ha respondido que devuelve $200.000 pero no más, que porque ha invertido en esto y lo otro. Pero personalmente yo  no espero que me devuelva la plata, lo que quiero es que él no siga robando la gente”, afirma Lucila Quinaya.

Cambio de reglas

Pero Lucila no es la única. Rosa Patiño Quintero, quien fungió como fiscal de la fundación Años Dorados, y casi que de las primeras, también tiene mucho que decir. Comenzando por la forma como fue convencida de hacer parte del grupo.

“Yo conocí al que según Javier Román, es su mensajero, un señor Héctor, quien me preguntó que si estaba interesada en tener una casa propia pero yo le contesté que tenía algunos inconvenientes con la Dian pero él me dijo que eso no era problema en la fundación. Le dije que mejor para mi hijo”, afirma.

Animada, la mujer acudió a la oficina de la fundación, ubicada en el centro comercial Los Comuneros donde en efecto, fue afiliada pagando $150.000 y luego de que Javier Román la convenciera de las supuestas bondades del proyecto.

Según recuerda Isabel, en principio, Román le dijo que las vinculadas a la iniciativa serían solo 100, repartidas en dos grupos para un proyecto en el norte de la ciudad y otro en el sur.

Posteriormente, Román cambió de idea y les dijo a algunos de sus afiliados que ahora serían 200 las personas con las que trabajaría la fundación.

Una teletón

Román tenía preparada otra sorpresa para sus socios. Les dijo que los recursos para hacer realidad su proyecto de vivienda, se conseguirían de manera particular.

“Nos salió con un cuento todo tonto que nosotros le creímos. Dijo que iba a conseguir la plata a través de una supuesta teletón”, sostiene Rosa.

Eso no es todo, al presentar los estatutos ante la Cámara de Comercio, hubo necesidad de cambiar algunos puntos con los que los que algunos de los afiliados, no estuvieron de acuerdo así como la misma entidad.

Uno de esos puntos tenía que ver con el incremento del número de socios, pero Román seguía insistiendo en que había capacidad para todos ellos.

 Además, Román decidió que ahora sus afiliados tenían que pagar por otra póliza para cubrir temas de salud, entre otros.

“La primera la pagamos pero la segunda, yo le dije que no iba a pagarle porque no teníamos conocimiento de lo que había pasado con la anterior. También se le exigió que mostrara los estatutos con las correcciones solicitadas por la Cámara de Comercio y un informe sobre los dineros recogidos pero nunca nos aceptó reunión alguna”, insiste Rosa.

Según dice, Román reaccionó de otra manera, y optó por echarles la culpa a los miembros de la que el proyecto no se pudiera poner en marcha porque la junta no ha querido firmar los estatutos.

 Desde entonces, afirma Isabel, lo que ha seguido es una cadena de pretextos por parte de Román para responder por el proyecto o al menos por la plata de la gente que ha confiado en él.

 Como otros, Rosa le ha manifestado a Román su deseo de irse de la fundación, ya que para ella, no se vislumbra progreso alguno con lo prometido. Es decir, no hay tierra ni escrituras, ni nada parecido.

“Él me contestó que la tierra era lo de menos y que estábamos armando una tormenta en un vaso de agua. Dijo que pasara la renuncia y que cuando vendiera mi cupo me devolvería la plata. Lo cierto es que no hay nada que hacer ahí”.

A la fecha, Román sigue sin ponerles la cara, agrega Rosa, pero eso sí insiste en que les devolverá su inversión cuando pueda vender sus cupos a quienes se quieren ir.

Pero mientras tanto, el tiempo sigue pasando y del proyecto nadie sabe nada pero Román sigue trabajando con el dinero de quienes creyeron en él, según Rosa.

Ojo con los avivatos

Aunque la personera Municipal de Neiva, Heidy Sánchez Castillo dice no conocer el caso, advierte que esta no es la primera vez que escucha sobre el tema.

De hecho, asegura que se investiga otro caso en los que algunos ciudadanos también habrían resultado estafados con unos lotes. Pero no, de la fundación Años Dorados.

“En la Personería no tenemos registro del grupo como tal. Pero sí hemos tenido conocimiento que este fenómeno se ha venido presentado, aunque con datos y hechos, aún no. Hay un caso que en especial con alguno llamado ‘los tierreros’, quienes sabemos que ha hecho negociaciones con terrenos que no son de su propiedad”, puntualizó.

 No obstante, dijo que desde la Personería se ha venido haciendo la advertencia de que hay algunos que se están aprovechando principalmente, de personas víctimas del conflicto y les está quitando dinero con el pretexto que es para la adquisición de terrenos, cuando no es cierto.

‘Todo está claro’

Javier Román por su lado, reconoce que en efecto está al frente de la fundación Años Dorados con la que según él, trabaja desde hace cinco años con varios proyectos sociales porque le gusta trabajar con comunidades, afirma.

Entre ellos, destaca uno que denomina Construyendo Sueños  cuyo objetivo es la autoconstrucción, agrega.  “Claramente el proyecto dice que a medida que se va trabajando, se van construyendo las cosas. Hay 100 familias y traje los grupos y la primera etapa fue capacitar y organizar a la gente, la segunda concientizarla de que es un proyecto de autoconstrucción y ahí se crean las estrategias de cómo gestionar el recurso para comprar el terreno”, explica Román.

En ese sentido, dice que ya tiene el terreno y su localización, así como una promesa de compraventa, ubicado en una supuesta antigua finca llamada Moscovia, en la vía al corregimiento de El Caguán. Reconoce que sí hubo unos aportes para mover la iniciativa que en este caso fue de $10.000 para organizar reuniones.

Román niega, como lo aseguran Lucy Quinaya y Rosa Patiño Quintero, que sea cierto que no dé la cara y atiende en su oficina ubicada en el tercer piso de Comuneros, en Neiva.

“Hay gente que no volvió  a hacer aportes y su por eso estará congelada. Las reuniones se hacen cada mes, pero el mes pasado no hubo porque tuve un accidente. Intenté crear una junta de acción comunal con la misma gente, pero la junta quería manipular el proyecto ciento por ciento y eso sería un problema porque podían dejar caer el proyecto y quien quedaba mal soy yo”, afirma Román.

En cuanto a la denuncia según la cual quien quiere retirarse debe esperar a que su cupo sea vendido para que le devuelvan la inversión, Javier Román también admite que es cierto.

“En el formulario de inscripción está clarito, lo que pasa es que hay gente que quiere disociar del proyecto porque no les deja uno manejar ciento por ciento el proyecto. Es que la gente me camina es a mi porque les he trabajado”, añade.

 Sostiene que es falso que prometió que el proyecto era solo para personas de la tercera edad, pues supuestamente el documento de inscripción cobija a sus familias también.