¿Vender o no?

Como era previsible, se ha armado un sonoro debate en torno a la venta de las acciones que el Gobierno Nacional tiene en Isagen, en la cual posee la mayoría con el 57.66% valorada esa amplia porción para su enajenación en más de 4 billones de pesos. Estos recursos, según el Gobierno, se usarán para financiar grandes proyectos de infraestructura que el país requiere con urgencia, con el fin de afrontar los retos del libre mercado mundial. La venta de Isagen es una de las grandes noticias económicas del año, que tomó por sorpresa a todo el mercado eléctrico y accionario y nos pone en la sana discusión de cuán necesario, viable y pertinente es que el Estado se desprenda de sus activos más valiosos – y rentables – para dejarlos exclusivamente en manos de jugadores privados, en un sector que es vital para el funcionamiento del país y cuyos alcances tienen que ver con casi todas las actividades de la vida diaria.

Quien primero saltó al debate en contra de la venta fue el expresidente Álvaro Uribe Vélez, incluso planteando una Acción Popular jurídica para intentar frenar la enajenación; pero eso sí, olvidando por conveniencia que fue el mismo Uribe en su gobierno el que puso a la venta un primer paquete del 20% en 2007 con el fin de “democratizar” la propiedad de Isagen, en una emisión de acciones que dejó casi 600 mil millones de pesos, así como la privatización de electrificadoras, Telecom y otras empresas del Estado.

Qué tan bueno o malo es que se venda la propiedad estatal no es algo que se pueda determinar de tajo, en blanco y negro, pues intervienen diversos factores de conveniencia, oportunidad, necesidad y políticas sectoriales o macroeconómicas. Por ejemplo, ¿está tan necesitado de liquidez el Gobierno en materia de infraestructura o está pensando mejor en tomar por sí y ante sí la construcción de grandes obras viales, luego de rotundos fracasos como los vividos con los Nule y otros siniestros personajes? ¿Es conveniente que se ceda la totalidad de una gigantesca empresa como Isagen, que es vital en todo el entramado energético nacional, a operadores privados y dejar a todo el país en manos ajenas, nacionales o extranjeras cuyos intereses no propiamente están en sintonía con los de los ciudadanos? ¿Será buen negocio vender una compañía que solo en el primer trimestre de este año dejó utilidades por $110 mil millones sobre ingresos operacionales por $494 mil millones? ¿Es oportuno salir de Isagen cuando ya ha construido el 75% de un megaproyecto como Hidrosogamoso, que ha costado $4 billones y generará 820 megavatios (una vez y media lo de Betania)? He ahí el dilema.

“La venta de Isagen es una de las grandes noticias económicas del año, que tomó por sorpresa a todo el mercado eléctrico”.

Editorialito

Una vez aprobado el Plan de Desarrollo, el gobernador Carlos Mauricio Iriarte tendrá el enorme reto de liderar su ejecución en un tiempo récord. Pero además, en medio de la ley de garantías que se convierte en una traba. Ahí está el desafío. 

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