El tropel de acontecimientos y sucesos negativos para el desarrollo y bienestar de la comunidad, son consecuencia de un poder y marco jurídico-legal, débiles, proclives a la transacción ilegal, y laxos, en la interpretación y aplicación. No pertinentes a los requerimientos de la época, costumbres y mala educación.
La ineficacia y corrupción de la justicia, obedece a la debilidad institucional y a la injerencia de politiquería y el clientelismo, en ella. El continuado debacle de la Rama Judicial, es producto directo de la debilidad de la ley y de los poderes que deben regularla.
Los sueldos exorbitantes de los funcionarios de la Rama Judicial, no corresponden al desempeño, resultados, eficacia y confiabilidad, que debería tener para el ciudadano. Hay mas de 2.8 millones de procesos estancados. Hay impunidad, corrupción, inoportunidad y mediocridad. De vez en cuando se deja pillar uno que otro funcionario. Pero el caos en la rama, es creciente.
Un juez promiscuo, sin experiencia, ni voltaje jurídico y sin resultados cuantificables, gana más de $4 millones/mes y pronto ganará más de $8.0 millones. Un médico general, que tuvo que estudiar mucho más, con reales responsabilidades y dedicación, no gana más de $3.0 millones, sin estabilidad laboral. En otras profesiones es peor. De 20 millones de colombianos que tienen actividad laboral regular, 50% gana menos de un salario mínimo. 96% gana menos de $3.350.000 por mes.
EL gobierno no encuentra solución. El marco legal vigente no corresponde a la realidad del problema. Se deja intimidar. El Congreso debería intervenir en la solución. No lo hacen por inconfesables intereses.
En esa rama, hay avaricia, anarquía, irresponsabilidad y desgobierno y ninguna eficacia, ni eficiencia, ni oportuna justicia.
La debilidad institucional y la anarquía, son responsables de; la corrupción que contaminó toda actividad, la mediocridad profesional-burocrática, del raquítico crecimiento económico, de la aberrante inequidad socioeconómica, de la crisis del sector salud, del desmadre de la violencia, de la perdida del patrimonio público, de la violación de los derechos humanos, del caos ambiental. En ese caldo de cultivo, se cuece la inviabilidad y rapacidad del sector salud. Los carruseles de la contratación pública, de las pensiones, el negocio de la educación, la impunidad selectiva de los borrachos al timón. De las pirámides financieras de estrato seis. De los nuevos ricos aupando el festín de la construcción suntuosa. Del lavado de activos en diferentes negocios y actividades, etc. Es el panorama sombrío que acecha, en el reino de anarcos.