Los ‘enredos’ de la torre de alta complejidad

Fotos: Everth Sánchez Henao.
La primera fase deberá entregarse el 30 de abril próximo.

La torre materno infantil de alta complejidad, proyectada hace ocho años como una alternativa para atender los alarmantes indicadores de mortalidad perinatal, una de las más altas del país, sigue ‘enredada’.

La obra, adjudicada el 7 de septiembre de 2011, en una polémica licitación pública, tampoco podrá darse al servicio este año, como estaba previsto.

Cuando se creía que los problemas financieros habían sido superados y que la primera fase estaba lista para entregarse a   finales del próximo mes, otros dos graves inconvenientes aparecieron. Las dos torres no están comunicadas entre sí ni se incluyó aire acondicionado en las áreas de consulta externa y hospitalización.

Adaptarlos a última hora, implicará obras complementarias, cambios en los diseños estructural y eléctrico y, por supuesto, recursos adicionales y más tiempo. “En principio se propuso la construcción de un puente metálico de comunicación entre las dos torres y el rediseño de la subestación eléctrica”, afirmó el gerente del hospital universitario de Neiva, Jesús Antonio Castro Vargas.

El tema será examinado ésta semana en la junta directiva de la entidad para autorizar los contratos adicionales y garantizar que puedan darse al servicio por lo menos los primeros tres pisos. 


Fachada de la Torre Materno-infantil ejecutada en un 80%.

“Pero aun así, quedarían faltando por lo menos 30.000 millones de pesos para la dotación y la terminación de las obras de la segunda fase que incluye la terminación de los pisos 4 y 5, obras de desarrollo urbano, sótano y los parqueaderos”, afirmó el ingeniero Jesús Guzmán.

“Con recursos de regalías, aprobados por el Ocad, se destinaron 8.804 millones de pesos para la dotación de la torre. Sin embargo, estamos solicitando un ajuste del presupuesto por 2.327 millones de pesos, para compensar las alzas del dólar que terminaron disparando los precios”, argumentó Castro Vargas.
 
En la obra se han ejecutado 28.071 millones de pesos, de los cuales, el gobierno departamental aportó con recursos de regalías petroleras, 16.289 millones de pesos y el resto el hospital incluyendo avalúos, diseños, adquisición de predios e interventoría.


Esta torre ha sido anhelada por muchos años en el Huila. 

Los enredos

Las dificultades nacieron con el proyecto.  La improvisación, la falta de planeación, el descalabro financiero de los contratistas, las falencias en la realización de los estudios previos,  terminaron ‘enredando’ la culminación del proyecto judicializado el proceso contractual, y afectando a por lo menos un millón de beneficiarios del régimen subsidiado del Huila, Tolima, Caquetá y Putumayo.

La Procuraduría Regional acaba de sancionar al ex gerente del Hospital Universitario, Humberto Eduardo Gómez Cabrera y al subgerente financiero, Hernando Vega Castro por las anomalías en la selección del contratista. El primero fue sancionado con suspensión de diez meses y el segundo con suspensión de ocho meses, por la escogencia de un contratista que no tenía la capacidad financiera para ejecutar una obra de esa magnitud. Por los mismos hechos, la Fiscalía General de la Nación también abrió otra investigación para determinar las responsabilidades penales.
 
Descalabro financiero

El consorcio colombo-español Lopesan Fronpeca, obtuvo la más alta calificación frente a los demás proponentes y terminó con el contrato por un valor de 23.362 millones de pesos. Otro de los consorcios con mayor solvencia fue descartado y actualmente libra un pleito jurídico en el Tribunal Administrativo.

El consorcio no pudo cumplir con el cronograma ni terminó la obra, como estaba previsto. Sólo ejecutó $5.216 de los $7.008 millones que le giraron de anticipo.   La obra comenzó en noviembre del 2011 en medio de serios inconvenientes de diseño, invierno, falta de suministros, y desde luego, temas financieros


Según el cronograma inicial la primera fase debía entregarse el 23 de octubre de 2012. Pero no pudo.

Para esa fecha debía el contratista debía entregar totalmente terminados las dos torres de cinco pisos donde funcionaría una unidad de urgencias pediátricas y maternas, salas de cirugía, hospitalización, una unidad de cuidados intensivos, otra unidad de apoyo y diagnóstico, además de parqueaderos, suministro de dos ascensores y las áreas de servicios.
 
Certificación sin soporte

Aunque Lopesan Fronpeca certificó que tenía una liquidez del 1,5 del valor del contrato, una capacidad de endeudamiento del 50% del valor del contrato y un capital de trabajo igual o mayor al 60% del contrato, el flujo de recursos no se vieron reflejados en la ejecución de la obra. Por el contrario, esa iliquidez terminó entorpeciendo   el desarrollo de la obra.

Según el arquitecto Hugo Alberto Parra, director de la primera interventoría, los cortes de obra en los nueve primeros meses representaron inversiones que oscilaron entre 200 y 1.000 millones de pesos, un promedio de 500 millones de pesos mensuales, cuando el monto debería ser 4.000 millones mensuales. “Con ese flujo financiero la ejecución la obra tomaría por lo menos dos años más de lo previsto, concluyó el experto.

La empresa, según la propuesta, debería tener por lo menos 12.000 millones de pesos disponibles para ejecutar la obra. Pero eso no ocurrió.


Hasta por falta de materiales estuvo parado el megaproyecto. 

La otra cara

Contrario a lo que argumentaron para ganarse irregularmente la licitación, el consorcio colombo-español, no tenía el “músculo financiero” para ejecutar la obra con recursos propios. Sólo dispuso de los anticipos. La iliquidez  generó retrasos y la suspensión del proyecto.

Los consorciados Lopesan Asfaltos y Construcciones Sucursal Colombia sólo contaban con un capital asignado de 50 millones de pesos aproximadamente, según lo certificó la Cámara de Comercio de Bogotá (julio 29 de 2011). El consorciado Herreña Fronpeca Sucursal Colombia sólo reportaba un capital asignado de $118.33 millones, como lo comprobó LA NACIÓN.  En estas condiciones el consorcio colombo español no contaba con una suficiente capacidad financiera, adecuada para desarrollar el megaproyecto que demandaba inversiones superiores a los 28.0071 millones de pesos. 

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En cada Administración se le invirtieron recursos a esta obra. 

Trayectoria

La constructora Herreña Fronpeca opera en el mercado colombiano desde hace seis años.  La sucursal Colombia fue constituida en la Cámara de Comercio de Bogotá el 13 de junio de 2007. 

A finales de 2008 forma parte del consorcio ganador del túnel de la Línea, por un valor de 320 millones de dólares y de varios proyectos del sector público. Lopesan, con sede en Las Palmas de Gran Canaria (España) comenzó su actividad en el año 1972. La sucursal Colombia (Lopesan Asfaltos y Construcciones) fue constituida mediante escritura pública 0961, el 8 de abril de 2011.

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Los huilenses afirmaban constantemente que esta obra era un nuevo 'elefante blanco' de la ciudad. 

Sin respaldo

Ante las exigencias para que soportara el respaldo financiero, el consorcio  remitió el 19 de julio de 2012 una certificación del banco español Caixabank donde señala que la firma Lopesan Asfaltos y construcciones (No Lopesan Fronpeca) tiene una línea de riesgo hasta  ocho millones de euros y una línea de confirming (para gestión de pago de proveedores) por tres millones de euros.

Esa certificación-según Castro Vargas- no era una garantía real. Por el contrario, demostraba que no tenían tampoco el respaldo financiero internacional que argumentaron para evitar la caducidad del contrato.

 
La Unión Temporal Torre Materna asumió con un nuevo contrato la terminación del proyecto.

Nueva etapa

Ante los reiterados incumplimientos y la falta de capacidad financiera del consorcio Lopesan-Fronpeca,  el gerente del Hospital Universitario, Jesús Antonio Castro Vargas, declaró unilateralmente la caducidad del contrato el 8 de noviembre de 2013. La medida fue  confirmada el 10 de abril de 2014.  Seguros del Estado le devolvió al Hospital Universitario 2.594 millones de pesos correspondientes al saldo de la amortización del anticipo.

La Unión Temporal Torre Materna asumió con un nuevo contrato la terminación del proyecto con un costo de 16.625 millones de pesos. El plazo máximo era de diez meses a partir de enero de 2015. Sin embargo, en los rediseños se demoraron cuatro meses. “La meta es entregar la obra a más tardar el 30 de abril y poder habilitar los primeros tres pisos”, argumentó el supervisor del proyecto ingeniero Jesús Guzmán. Solo que ahora, habrá que financiar un puente elevado, repotenciar la subestación eléctrica y suministrar el aire acondicionado que hace falta en las salas de consulta externa y hospitalización.

 
Por mucho tiempo la obra estuvo parada por falta de recursos. 

Las grandes falencias

Investigadores de la Contraloría General de la República, consultados por LA NACIÓN coincidieron que las graves falencias del proceso precontractual soportado en unos estudios previos sin los sustentos técnicos requeridos para una obra de esa dimensión.

Según el interventor de la época “no hubo una verdadera programación de recursos; faltó planeación en la ejecución del contrato; incapacidad administrativa, falta de dirección en la ejecución del proyecto.

 Las obras previstas en la ruta crítica no dieron los resultados esperados.
Algunos inconvenientes se presentaron en el momento de ejecutar las obras. 

Además faltó mano de obra, se sumaron inconsistencias técnicas en el estudio de suelos, faltó coordinación y planeación, situación que se agravó con la época de lluvias. Además, la calidad de los concretos aplicados en la cimentación del proyecto, generados por bajas resistencias, fueron afectando el cumplimiento del cronograma inicial.

El procurador regional, César Augusto Murcia, destacó especialmente la incapacidad financiera del contratista, inesperadamente seleccionado, sin los soportes que así lo confirmaran. Otros factores también contribuyeron.

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La Contraloría estudió a fondo todo el tema y entregó sus recomendaciones. 

En el desarrollo del proyecto no hubo una debida planeación. Según la Contraloría, tampoco hubo claridad desde el comienzo de la magnitud de la obra, de las características y del costo total del proyecto.  Esa improvisación se reflejó en la transferencia de los recursos desde el 2008 hasta el 2010 cuando se contrató la elaboración de los diseños y se conoció el presupuesto total de la obra. Y se confirma con las nuevas falencias que impedirán la habilitación de las dos torres en los tiempos previstos.

 
Pasaban los días y los trabajos no avanzaban. 

 

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