Veamos una opinión crítica sobre los planteamientos de Adam Smith.
Jorge Enrique Robledo Castillo[1] parte de la concepción de Smith –y también de David Ricardo– según la cual el Estado no debe intervenir en la economía y limitarse sólo al papel de gendarme del orden público. La experiencia universal enseña que en ninguna parte el Estado se ha limitado a cumplir esa función, sino que interviene de variadas maneras en la economía. Esto es posible porque no hay contradicción antagónica entre las clases propietarias de los medios de producción, y la intervención estatal en la economía.
El Estado como tal no existe por fuera de las clases sociales, ni tiene como objetivo arrebatarle negocios a las clases sociales que lo dirijan apunta Robledo. Por el contrario, la principal razón de ser del Estado es mantener la dominación de la clase que lo dirija, y lo haya organizado a su imagen y semejanza. En el caso del capitalismo el Estado está al servicio de la burguesía, clase poseedora de los MEDIOS DE PRODUCCIÓN (objetos empleados en la producción. Comprenden:
1. Los objetos de trabajo, o sea, aquellos que son transformados por el trabajo humano en el proceso de producción.
2. Los instrumentos de producción, que permiten al ser humano transformar la naturaleza para producir los bienes materiales; constituyen los principales medios de producción.
En conjunto los objetos de trabajo y los instrumentos de producción son, entre otros, la tierra, los bosques, las aguas, el subsuelo, el material; y la maquinaria, las herramientas, las redes de energía, las carreteras, los canales, los depósitos, los servicios generales, las oficinas, los talleres y los almacenes de materias primas, respectivamente).
Ocupémonos del otro gran economista clásico del capitalismo: David Ricardo, (1772-1823), político y hombre de negocios llegado al campo de la economía.
Su obra más importante es Principios de economía política y tributación (1817). En la teoría del valor y la distribución del producto está su principal aporte. Allí se encuentran su teoría del valor (del cual dependen los problemas de distribución de los bienes materiales entre las clases sociales), de la acumulación y del desarrollo económico. En el prefacio de su libro sostiene que “el principal problema de la economía política es determinar las leyes que regulan la distribución.” Con este propósito desarrolló su teoría del valor-trabajo, que se convertiría en principio fundamental del pensamiento económico de Karl Marx, para quien sólo el factor trabajo podía crear valor.
Ricardo amplió la teoría del valor a partir del estado en que la dejó Adam Smith. Este último había enfrentado el problema de la determinación del valor así:
1. Por el TRABAJO, o sea, por el TIEMPO REAL DE TRABAJO SOCIALMENTE NECESARIO PARA PRODUCIR UNA MERCANCÍA.
2. Por el valor de la FUERZA DE TRABAJO: capacidad física y mental del obrero para trabajar.
Pero comprendió que profundizar en la determinación del valor revelaría la explotación que el burgués hace del proletario en el proceso de producción. Por eso abandonó la teoría del valor-trabajo y apeló a una explicación que reconoce otros factores, además del trabajo, como productores de valor. Ricardo enfrentó un problema similar y la solución que dio, afirma Eric Roll, representa un avance con relación a Smith.
Ricardo declara principio fundamental y universal la teoría del valor-trabajo. De acuerdo con él, el valor del producto del que se apropia el capitalista se divide en dos partes: una que cubre los salarios del trabajador, y otra que forma las utilidades del capitalista. Emprende así de nuevo el problema de la ganancia y los salarios, pero se encuentra ante la misma situación que obligó a Smith a abandonar la teoría del valor-trabajo: no le era conveniente postular una teoría que revelara la explotación que el burgués hace del obrero en el proceso de producción pues traicionaría los intereses de su propia clase, la burguesía.
El valor en Ricardo se entiende como valor de uso y valor de cambio, pero sólo el valor de cambio es importante para su teoría económica. El valor de cambio se determina por la fuerza de trabajo equivalente requerida para manufacturar los diferentes productos.
Como el capitalista aporta “trabajo acumulado” a la manufactura (creado en forma de maquinaria por el esfuerzo de los trabajadores), y el trabajador aporta su fuerza muscular y mental para poner en movimiento los BIENES DE CAPITAL –maquinaria, equipos, inmuebles, instalaciones e infraestructura que se utilizan a para producir a su vez otros bienes y servicios- existen dos variables que deben tenerse en cuenta para la distribución del producto. Estas variables, salarios por un lado y ganancias e intereses por el otro, son antagónicas porque la una sólo puede aumentar a expensas de la otra: si ha de haber más para el capitalista, quedará menos para el trabajador.
Comenta Eric Roll[2] que Marx desarrolló a partir de aquí -en El capital, en los cuadernos II y III de los Grundrisse o Elementos fundamentales para la crítica de la economía política, y en el prefacio de la Contribución a la crítica de la economía política– su TEORÍA DE LA PLUSVALÍA O PLUSVALOR, en que revela dos grandes descubrimientos:
1. En la producción capitalista la fuerza de trabajo se convierte en una mercancía que el capitalista compra al obrero y paga con un salario. En estas condiciones el obrero queda rebajado a “la más miserable de todas las mercancías”, pues puede venderse como cualquier otro producto y su valor está sujeto a las fluctuaciones del mercado o de la competencia.
2. El valor de esta fuerza de trabajo comprada por el capitalista es mayor que la cantidad de trabajo incorporado en el salario que paga por él. Aparece entonces un excedente, BASE DE LA ACUMULACIÓN MONETARIA, del que se apropia, SIN PAGARLO, el capitalista. Es decir, si por ejemplo la jornada laboral es de ocho horas, en cuatro horas el trabajador produce un valor igual al contenido en su salario (trabajo necesario para asegurar su subsistencia y la de su familia). Y las otras cuatro horas trabaja gratuitamente para el empresario (trabajo excedente o plustrabajo). La plusvalía será, por tanto, la cantidad de valor producida por encima de las cuatro horas necesarias para obtener el salario del obrero.
El valor creado por este plustrabajo (materializado en un plusproducto) es el plusvalor, del cual se apropia gratuitamente el capitalista explotando así al obrero. El plusvalor, entonces, es tanto la forma específica que adquiere el plusproducto en la producción capitalista, como la base de la acumulación capitalista. (Continuará).