La suspensión del paro cafetero, convocado a partir de este lunes, es una sensata decisión. No sólo por los efectos que traería para la economía regional el bloqueo de vías y la parálisis. También por la innecesaria confrontación con la institucionalidad, la pérdida de confianza y el alto riesgo a que se exponían millares de cultivadores ante la inminente intervención de la fuerza pública para despejar las vías.
La medida de aplazar por ahora el paro, sin renunciar a los justos reclamos, es una determinación que a todos beneficia. Un paro en plena cosecha cafetera terminaría agravando la problemática y dilatando cualquier solución. Además, generaría un innecesario enfrentamiento con la fuerza pública, conocidas y verificadas las presiones que actores armados venían ejerciendo.
No es un secreto que la guerrilla en varias regiones estaba obligando a los campesinos a salir a la protesta. Pero que además exigían el pago de contribuciones para financiar los costos que demandaría la protesta. También otros sectores, ajenos a los cultivadores, venían promoviendo el paro, con claros móviles políticos, que desvirtuaban en la práctica, la justeza de las reclamaciones.
La intervención del gobernador Carlos Mauricio Iriarte, de algunos congresistas, de los propios dirigentes cafeteros, fueron esenciales para que el Gobierno Nacional entendiera, tardíamente, temas vitales que golpean la rentabilidad.
El Gobierno Nacional aseguró que los subsidios previstos hasta diciembre de este año se mantendrán en el 2014, sin límite de tiempo, mientras los precios sigan cayendo. El anuncio, que no estaba contemplado en el ‘Acuerdo de Pereira’, permitirá por ahora blindar el precio interno y garantizar que las ayudas las reciba directamente el productor, sin necesidad de tener cédula cafetera, sin intermediarios como venía ocurriendo, o de hacerlo a través de los sistemas de pago con operadores particulares, acordados con anterioridad.
Asimismo el gobierno impulsará una mesa nacional para evaluar los altos costos de los agroquímicos, que inciden en la baja rentabilidad, y podría intervenirlos, como los medicamentos. Y lo hará con los comercializadores e importadores, cara a cara, con los organismos de control, para examinar las razones y tomar medidas. Igualmente quedó clara la decisión para enfrentar el contrabando que también golpea a los productores.
La caída dramática de la productividad, la lenta implementación de las nuevas tecnologías para adoptar variedades resistentes, la crisis del extensionismo, la baja fertilización y la asistencia técnica, siguen en la agenda como temas pendientes. La baja calidad de vida de los campesinos colombianos, la inequidad en los programas sociales, la titulación de predios, constituyen otros temas que no se abordaron pero que se suman a una problemática estructural, que requiere soluciones de fondo, no coyunturales.
“Un paro en plena cosecha cafetera terminaría agravando la problemática y dilatando cualquier solución”
Editorialito
Los cambios en la cúpula militar y policial son el inicio de una serie de cambios en el alto gobierno, en la última fase del mandato del presidente Santos. Todo parece advertir que el remezón seguirá ahora en los Ministerios para acercarlos más a las regiones. El Huila sigue contemplando por lo menos una ‘pepita’.