Nada más obtuso y propio de una reducida visión, oponernos caprichosamente a que el país y el mundo puedan acercarse, de primera mano, a todo el maravilloso legado de la cultura agustiniana, patrimonio de la Humanidad.
San Agustín, sus hipogeos, megalitos, sus reliquias prehispánicas y demás muestras de lo que crearon los misteriosos escultores que habitaron la parte más alta del río Magdalena, no son solo nuestros; hacen parte de la cultura universal, así nos enorgullecemos de resaltarlo y lo reconoció la Unesco.
Quienes han rechazado, con el obsoleto regionalismo y los discursos altisonantes, que algunas pocas de las esculturas agustinianas vayan al más grande museo del país por unos meses, están dándole un sonoro y grotesco portazo a una oportunidad singular, única y de gran nivel que nos están ofreciendo para la más espectacular promoción que jamás hayamos tenido.
Para ponernos en contexto de la cultura universal, no sobra recordar a los desorientados opositores que es cosa corriente en el mundo que los museos compartan sus obras y que muchas de ellas no están en sus sitios originales. Los del Louvre, en París, y el Británico en Londres exhiben las más impresionantes muestras del arte egipcio; el Museo de Arte Natural de Nueva York guarda más de 32 millones de elementos, buena parte de ellos de casi todos los países del planeta.
Y para no ir lejos, hace apenas siete años que los colombianos tuvimos la oportunidad de observar seis Guerreros de Terracota, originales, al igual que una réplica de la carreta en bronce del primer emperador de China, Qin Shihuang, y 60 objetos de bronce, jade, cerámica y pinturas de otras dinastías, ahí mismo en el Museo Nacional. Y en esa exposición se instaló una sala en la que se hacía un paralelo entre el mausoleo que custodian los Guerreros y el Parque Arqueológico de San Agustín, ambas culturas funerarias.
Mejor sitio, oportunidad y evento para promocionar a San Agustín no podremos tener en mucho tiempo. Miles de personas será seducidas tanto por lo enigmático de las esculturas de piedra como por el espectacular montaje que hará el Museo Nacional y, con toda seguridad, saldrán con ganas de venir al origen de esta cultura milenaria; las estatuas se trasladarán bajo estrictas medidas de seguridad, los ojos de la capital de la República estarán atentos a la exhibición, los dineros los aportarán Ecopetrol y el ICANH, los trabajadores del Parque serán sus custodios. ¿Se puede pedir algo más o insistirán algunos pocos en la absurda frase de “si quieren verlas que vengan acá”? Esos miles que irán al Museo Nacional multiplicarán por otros miles los visitantes al sur del Huila, su impacto se sentirá con creces.
Y exigir que la exposición se haga mejor con las esculturas que están en Alemania no solo es absurdo, por trámites y tiempos, sino una muestra más de la cerrazón mental que nos agobia como opitas desde cuando Rojas Garrido, Rivera y Matiz – entre los siglos XIX y comienzos del XX – intentaban inútilmente hacernos saber que hay otro mundo más allá del puente Santander.
“Mejor sitio, oportunidad y evento para promocionar a San Agustín no podremos tener en mucho tiempo…”
Editorialito
Muy bien la iniciativa del gobernador, Carlos Mauricio Iriarte de presentar al Ocad proyectos para financiar cinco distritos de pequeña irrigación en Algeciras, Elías, Gigante, Garzón y Villavieja. Más que la viabilidad financiera se requiere el aval técnico para garantizar que funcionen.
