En su edición del 3 de octubre del año en curso el diario El Espectador publica un texto del sacerdote jesuita Francisco de Roux a favor de la negociación de paz con la guerrilla del ELN. En él analiza el actuar de los diferentes actores del conflicto nacional, incluido el Estado. En uno de sus apartes el autor escribe: “Lo importante que quiero señalar es que, por noble que haya sido la forma de lucha del ELN y por bárbara que haya sido la acción paramilitar, ambas realidades están interconectadas como parte de un mismo conflicto degradado.”
Esta afirmación del padre de Roux guarda una sorprendente analogía con la caracterización de la novela debida al filósofo y teórico de la Estética Georg Lukács, (1885-1971), pensador húngaro de los más sobresalientes del siglo XX. En su libro Teoría de la novela, ubicado en la línea de la sociología de este género literario, Lukacs expresa el desencanto con el mundo de la Modernidad burguesa cuando escribe que la epopeya es manifestación del mundo de la totalidad, por ejemplo en la epopeya griega en que la unidad entre la conciencia y el mundo está presente con claridad, mientras la novela lo es del mundo de la fragmentación, en que tal unidad ha desaparecido porque el individuo se convirtió en una mercancía, en un objeto, a partir del capitalismo industrial.
Lukács caracteriza a la novela a partir de lo nuevo que aporta a la literatura: la presencia de un héroe o personaje central que ha adquirido individualidad. La actividad fundamental del héroe novelesco individualista es la búsqueda de valores auténticos, la cual realiza en el mundo o sociedad, pero esta le ofrece sólo valores inauténticos. Surgen de aquí dos consecuencias: 1. Una oposición constitutiva, entendida como un rompimiento o conflicto insuperable entre el héroe y el mundo. 2. Una comunidad suficiente, que consiste en que tanto el mundo como el héroe están degradados: el mundo porque ofrece sólo valores inauténticos y el héroe porque el punto de partida de su búsqueda, el mundo o sociedad, está degradado. Lukács llama búsqueda “demoniaca” a la pesquisa del héroe, término tomado del Fausto de Goethe para significar una búsqueda destinada al fracaso. Y agrega que si el héroe alcanza los valores auténticos la novela deja de ser tal y se convierte en epopeya al restaurar la unidad entre la conciencia y el mundo.
Lucien Goldmann, en su obra Para una sociología de la novela -un análisis marxista del género escrito a partir del texto idealista de Lukács, de El capital de Marx y del libro Ilusión romántica y verdad novelesca de René Girard- llama búsqueda degradada a la pesquisa del héroe novelesco y al héroe mismo un “individuo problemático”. Pero, agrega, en el mundo capitalista todos somos individuos problemáticos pues todos estamos en la búsqueda de valores auténticos –“valores de uso” en la terminología marxista- para solucionar nuestras necesidades materiales y espirituales, sólo que en la inmensa mayoría de los casos es una búsqueda destinada al fracaso.
La analogía entre lo expresado por el padre de Roux y las teorías de Lukács y Goldmann sobre la novela podrían sintetizarse así: en el gran relato que es el conflicto colombiano todos los actores del conflicto están degradados: los alzados en armas porque el punto de partida de su búsqueda (el mundo o sociedad colombiana) está degradado, y el mundo o sociedad colombiano al estar invadido por valores inauténticos como las mafias y el paramilitarismo. Se hace entonces necesario solucionar este conflicto o contradicción. El camino será la búsqueda de una paz en que se restablezca la unidad entre la conciencia y el mundo, es decir entre el hombre y la sociedad, a través de otro relato épico como es la construcción de un nuevo país con democracia y justicia social, una verdadera epopeya social a manera de una creación heróica con caracteres propios, o sea, no como un calco y copia de otras revoluciones, sino con la dificultad propia de una creación heróica, como alguna vez escribió el pensador peruano José Carlos Mariátegui.