La situación es alarmante en toda la región; como lo dijo el gerente de Empresas Públicas de Neiva, Aurelio Navarro, en la capital es cada vez menor el fluido del rio “Las Ceibas”, único sustento que tiene la ciudad para abastecerse de agua potable, y como va, es cuestión de tiempo para que la cosa se torne crítica puesto que no habría un plan B que nos permitiera acceder al preciado líquido.
El mal no es solo de Neiva o del Huila, la sequía se vive en todo el país. En las periferias de Cali, por ejemplo, ya se ven casos de atracos a los camiones abastecedores; y en Cundinamarca, Tolima, Magdalena y Boyacá, la categorización de la emergencia pasó de ser moderada a severa. El presidente ha anunciado un plan de choque inminente, destinando más de 8.000 millones para atender los municipios con mayor índice de afectación, mientras que sus ministros comienzan a desplegar toda la fuerza operativa para enfrentar a éste “niño” que nos está causando tantos estragos.
Hasta ahora se han distribuido más de 527.947 litros de agua en todo el país, pero esta solución también se vería corta, pues como lo anunció el Ideam, las lluvias se reducirán hasta un 70 % y las temperaturas aumentarán drásticamente.
Neiva enaltece su bien ganado prestigio de ser un completo horno territorial; las temperaturas son bastante altas, y por demás está decir que las lluvias carecen, y las fuentes hídricas agonizan. El reservorio, que no está funcionando óptimamente, según me informan, tampoco sería un salvavidas para nuestro inminente brete. Neiva está llamada a ser uno de los puntos en rojo por cuenta de la falta de agua, no del Huila, sino de toda Colombia.
Pero como se deja entrever en el título de ésta columna, la gravedad del caso no se presenta solo al norte del departamento (me dicen que Aipe es algo brutal) sino en municipios que antaño se caracterizaron por ser frescos y húmedos. Gigante y Garzón, por ejemplo, se tornan con elevaciones de temperatura considerables, producto del fenómeno climático, las precipitaciones, y el impacto del “Quimbo”, que ya comenzó a hacer de las suyas.
No pudiendo responder al duro golpe de la escasez, que en sí misma amenaza nuestra propia existencia, el problema afecta de igual forma aspectos más concretos como la económica piscícola y agropecuaria, modificando el sistema de vida de cientos de familias dependientes, agricultoras y productoras.
Si los cálculos del Ideam se concretan, no sería sino hasta abril que terminaría de presentarse los estragos del fenómeno del niño; es decir, que nos restarían aún siete meses de complicaciones y angustias por falta de agua. La responsabilidad recaerá en quienes asumen la dirección del departamento y de los municipios, que deberán entrar con planes efectivos de mitigación. La inclemencia de la naturaleza nos pasa su cuenta de cobro, pues la mano del hombre ha abusado inmisericorde.
Yo tengo un culpable, entre varios, que tiene varias velas en éste entierro: ¡Mal habido “Quimbo”!, ¿cuántos males nos has traído?