Las tierras donde se construyó la represa, que son aproximadamente 7.400 hectáreas, correspondían a las haciendas más fértiles que tenía el municipio, eran utilizadas para cultivo de arroz y ganadería, allí trabajaban la mayoría de yaguareños y devengaban su sustento para vivir dignamente. “Pero un día el fantasma de la represa vino y nos cambió de oficio nos ilusionamos con la pesca y el turismo”, anota Silvio Córdoba, un yaguareño que desde que empezó a llenarse la represa de Betania comenzó a vivir de la pesca porque el trabajo en la finca que laboraba se le acabó.
En Yaguará la historia de Silvio es la misma de más de 300 familias que viven de la pesca artesanal, cada familia está conformada por unas cinco personas de las cuales en promedio tres se dedican a pescar en la represa de Betania para el sostenimiento del grupo familiar.
A los pescadores se suman los restauranteros que, a lo largo del tiempo, han logrado posicionar la mojarra como el plato preferido de los que visitan a Yaguará. Hoy todas estas familias están viviendo su peor crisis porque el lago bajó sus aguas en más de tres metros de profundidad, en el sector que bordea la zona urbana del municipio, tiene apenas el 70% de su capacidad total y esto ha hecho que desaparezca el puerto que está contiguo al malecón, creando un ambiente de miseria y abandono en la parte más visitada del pueblo, donde se ha formado un lodazal que parece infinito.
Las casetas flotantes donde antes llegaban los turistas hoy están abandonadas.
Tanto los pescadores como los restauranteros culpan al fenómeno de ‘El Niño’ y a Emgesa de su desgracia, a la empresa porque desde que construyó El Quimbo, Betania ha venido presentando una contaminación que poco a poco ha ido matando a los peces, al fenómeno porque la sequía bajó el nivel del embalse y hoy donde estaba el puerto solo hay aguas negras y malos olores que ahuyentan a cualquier visitante.
Debido a ello la mayoría de restaurantes que están ubicados frente al malecón cerraron sus puertas. Las casetas flotantes a donde llegaban los turistas a disfrutar de la buena música y bebidas heladas están abandonadas, surcadas de maleza y aguas negras del alcantarillado municipal que desembocan justo en el puerto.
“La represa descendió en su nivel y eso ha creado problemas porque las aguas negras quedaron sobre la superficie produciendo malos olores y enfermedades. Eso es una consecuencia del intenso verano que estamos viviendo”, expresó el comandante de Bomberos de Yaguará, Wilmer Solórzano.
Pesca eterna
Las jornadas de pesca en la mañana o en la noche se acabaron, hoy los pescadores tienen que realizar “eternas jornadas” para sacar unas pocas libras de mojarra. “Por la contaminación que tiene la represa se están muriendo los peces, el nivel está muy bajito y la pesca se volvió muy difícil, ahora hay que pescar todo el día para coger unas diez libritas de mojarra y con eso no alcanza para nada, tenemos que rebuscarnos por otro lado pero aquí en Yaguará no hay nada que hacer”, anota Jhon Fabio Araujo, pescador artesanal.
Víctor Casas, es un pescador que cuando vio que la represa estaba presentando problemas de contaminación y bajando de nivel decidió ensayar con la piscicultura en tierra, pero no pensó que el verano fuera a ser tan fuerte como para tener que abandonar el proyecto porque ahora no sabe de dónde sacar agua para alimentar los lagos donde colocó los alevinos, con los que esperaba sostener a su familia.
“El agua de los arroyos se acabó, la comida para el ganado también, tenemos unos laguitos pero se están secando y tenemos harto alevino. No tenemos cómo pescar en la represa, el pescado se está muriendo por la contaminación y tampoco hay agua para los lagos, eso nos afecta mucho porque en Yaguará no hay nada más que hacer”, expresa con nostalgia Víctor Casas.
Pescando futuro
En medio de la problemática que están viviendo los pescadores de Yaguará buscan la manera de organizarse para tocar puertas ante el Gobierno para que los apoyen en otro tipo de proyectos porque realmente ya no se puede vivir de la pesca.
La representante de la agremiación es Yuri Andrea Chila, y ella afirma que los problemas de los pescadores no son solo por el intenso verano, sino la sumatoria de varias situaciones que se han venido presentando en el embalse.
“Desde hace ocho años aproximadamente la producción empezó a bajar, como consecuencia de los cultivos de las piscícolas, se ha bajado mucho el oxígeno y la construcción de El Quimbo contaminó mucho la represa, la producción ha mermado en cerca del cien por ciento. Los pescadores de Yaguará prácticamente nos estamos muriendo de hambre. Nos toca rebuscarnos de muchas maneras para sobrevivir, nuestros esposos se la pasan todo el día en el lago y no sacan nada, nosotras las mujeres ayudamos haciendo empanadas y cositas para vender pero no hay quien compre porque los turistas ya no vienen. Hemos golpeado puertas en entidades como la Cam, Emgesa, el ICA, pero nos las cierran. Nos hicieron un censo y nos entregaron un carnet y no más, no nos han tendido la mano para nada y la situación es delicada porque de la pesca dependen muchas familias”, expresó Yuri Andrea Chila, representante de la Asociación Pescando Futuro.
Remedio o enfermedad
Los pescadores tienen la esperanza de que con el decreto que autorizó el Gobierno Nacional para el llenado de El Quimbo suba el nivel del embalse, pero también temen que la contaminación aumente y el remedio sea peor que la enfermedad.
La situación que viven los yaguareños la padecen también los pescadores de Hobo, y cuando se les habla de las políticas que está impulsando el Gobierno para que tengan una oportunidad, dicen que siempre los privilegios van diseñados para favorecer a los grandes productores que son los que han invadido la represa y desplazaron a los pescadores artesanales, sin embargo no pierden la esperanza de que el Gobierno Nacional se acuerde de ellos y les dé una oportunidad para seguir viviendo de lo único que saben hacer que es pescar, y no seguir huyendo del “fantasma” en que se les ha convertido la represa a lo largo de su vida.
El panorama ahora es de abandono y desolación.
Hasta las canoas fueron abandonadas por los pescadores porque la pesca ya no es rentable.
Las aguas negras son ahora el panorama en el sitio donde antes llegaban los turistas.
Los restaurantes que atendían a los turistas cerraron porque ya no hay turismo.
