En un tiempo récord y sin ningún contratiempo que pudiera eclipsar el proceso, la Lotería del Huila adjudicó el contrato para la operación del juego de apuestas permanentes (chance). Y lo hizo con reglas claras, con plenas garantías y bajo la custodia de los organismos de control.
Contrario a lo que ocurrió en el 2008 cuando se adjudicó en medio de una cadena de irregularidades que siguen sin aclararse, esta vez los procedimientos realizados no ameritaron el menor reproche.
Por el contrario, las partes, incluidos los mismos oferentes, la veeduría y los demás actores, destacaron la claridad y pulcritud del proceso licitatorio que terminó escogiendo la mejor propuesta.
La empresa ganadora no solo demostró solidez financiera, también experiencia, prestigio e indicadores de solvencia económica que le garantizarán el cumplimiento del contrato.
Pero no solo eso. Su propuesta superó con creces los requisitos mínimos habilitantes contenidos en los pliegos de condiciones y pudo certificar la trayectoria y la capacidad técnica para operar en tiempo real el competido juego de las apuestas.
Aunque no lo exigían los pliegos, como garantía adicional el proponente entregó el historial y antecedentes judiciales, fiscales y disciplinarios de cada uno de sus socios, para despejar cualquier duda sobre el origen lícito de los recursos, hoy tan cuestionados en otros procesos de adjudicación que se adelantan en varias regiones del país.
El nuevo contrato que entrará en vigencia a partir del primero de octubre, se fundamentó en la confianza mutua que trasciende la capacidad jurídica, las condiciones de experiencia y capacidad financiera y de organización, como requisitos habilitantes.
En este caso, no hubo improvisación y desorden, como en otras épocas y el proceso se orientó bajo los principios de planeación, objetividad, neutralidad y claridad de las reglas y condiciones impuestas para la presentación de las ofertas, acordes a los postulados que deben orientar la función pública.
Premisas como la buena fe, la prevalencia del interés general, el debido proceso, la transparencia y la responsabilidad, entre otros, fueron desarrolladas en cada una de las etapas del trámite contractual, sin censura alguna.
La selección se realizó bajo un estudio de rentabilidad mínima como criterio de eficiencia y obligación contractual para garantizar un mínimo de ingresos brutos que deben generar los operadores del juego durante la vigencia del respectivo contrato de manera que se sostengan las ventas y se procure su crecimiento como arbitrio rentístico para la salud.
No en vano, la adjudicación del chance terminó en una fiesta de abrazos, entre los competidores, porque en este caso, ganó la mejor oferta. Y así debe ser en otros procesos que se vienen tramitando, entre ellos las concesiones de licores y recolección de desechos sólidos en la capital huilense. La transparencia debe ser por esencia el pilar de la contratación estatal, aunque muchos intentan opacarla.
“La adjudicación del chance terminó en una fiesta de abrazos, entre los competidores, porque en este caso, ganó la mejor oferta”.
EDITORIALITO
El anterior gobernador denunció hace cinco años ante la Fiscalía, Contralorías y Procuradurías, las irregularidades en la adjudicación del chance próximo a vencerse. Cinco años después, los procesos duermen en los anaqueles, esperando, como suele ocurrir, la prescripción, símbolo de la impunidad.
