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“Los doctos y el primíparo”

La caída de Viviane Morales, se originó, básicamente, por un error administrativo de la Corte Suprema de Justicia, al no cumplirse con el procedimiento respectivo para poder cambiar el reglamento, en la forma como debía ser elegido el Fiscal General de la Nación.

ALEXANDER MOLINA GUZMÁN La caída de Viviane Morales, se originó, básicamente, por un error administrativo de la Corte Suprema de Justicia, al no cumplirse con el procedimiento respectivo para poder cambiar el reglamento, en la forma como debía ser elegido el Fiscal General de la Nación. Hablando en plata, la mayoría de magistrados que eligieron a la Fiscal General cometieron una “primiparada” que, a la larga, le costó el puesto a la elegida. Y por supuesto, para rematar el acto, el error de la Corte Suprema lo cogió un “primíparo”, lo convirtió en demanda ante el Consejo de Estado y ¡ganó! Sí, el señor Ferleyn Espinosa, de quien ya sabemos que no se ha graduado como abogado porque debe una materia y la monografía para poder hacerlo, le ganó el pulso a los más doctos de este país, y quedará en la historia como el hombre que tumbó a la Fiscal General. Así digan que detrás de la demanda de este cuasi abogado hay intereses oscuros y que, precisamente, no actuó solo, sino que es el “comodín” de alguien o algunos poderosos que tenían interés en que se cayera la elección de la doctora Viviane Morales, él fue el hombre que lo hizo. Partiendo del principio de la buena fe, que tanto se ha perdido en este país, hay que creer que Ferley Espinosa actuó solo y que salió, como ciudadano, en defensa de los principios constitucionales y legales que rigen en Colombia. Es decir, separando toda la turbiedad que ha habido en la elección y caída de la Fiscal General de la Nación, hay un buen mensaje para la ciudadanía: Nosotros, como ciudadanos, debemos coadyuvar para enderezar las cosas en este país. Pero también, hay un buen mensaje para los estudiantes del derecho: Salgan de sus aulas, duden de toda autoridad, incluida la de sus maestros, y de todo lo que haga esa autoridad. No piense en que la ciencia del derecho radica sólo en cumplir con el horario de clases, leer un puñado de leyes, escuchar la clase del profesor y sacar una buena nota. ¡No! Para hacer del derecho una ciencia, hay que ir más allá, a la vida pública, para observar cómo es que se actúa. ¡Salgan! Vayan a los concejos, a las asambleas, a las audiencias…Escojan algún acto administrativo que les genere sospecha, ¡esos abundan en este país!, y háganlo materia de estudio. Pero claro, para eso hay que tener madera; de lo contrario, quedarán reducidos a un aula de clase. ¡Anímense, ustedes pueden romper el cascaron desde ya!