Está un poco más delgado, muy tranquilo e inmensamente feliz. Julián Camilo Tole Rodríguez regresó a la libertad luego de demostrar su inocencia en el autosecuestro de su exnovia, Daniela Barrera Vallejo, un proceso por el que estuvo en prisión durante 20 meses sindicado del delito de extorsión. Tole asegura que no siente rencor ni piensa en demandar, aunque con tristeza afirma que esta experiencia le cambió su vida para siempre.
A Julián le preocupa un poco su seguridad y las represalias que pueda tomar la familia de Daniela. Sin embargo, su único objetivo ahora es retomar las riendas de su vida aunque es consciente de que no va a ser fácil. Su carrera como modelo se arruinó por completo, igual que la de su hermano. Este año tendría que graduarse como ingeniero civil, pero el programa universitario fue cerrado en la sede de Neiva.
Desde la casa de su abuela materna agradece a Dios por su libertad y a su familia y amigos por el apoyo incondicional. En un diálogo sincero y tranquilo, luego de sus primeras noches en libertad, habla con LA NACIÓN de su experiencia en prisión, de las lecciones de la vida y del futuro.
El juicio
“La última semana en la cárcel fue una tortura. No pude dormir durante los últimos ochos días. Bajé como 4 kilos. No podía dejar de pensar en el fallo del juez y de que su decisión iba a cambiar mi vida para bien o para mal. Pensaba que con ese fallo se iba a afectar la vida de mi mamá, de mi papá, de mis hermanos, de toda mi familia”, aseguró Julián Tole.
“Enfrentaba una condena de 16 a 32 años físicos, sin ninguna clase de beneficios. Estar en la cárcel todo ese tiempo significaba arruinar mi vida para siempre. Yo he pensado que el que nada debe, nada teme y el que la debe, la paga. Por eso me sentí seguro durante el proceso y por eso muchas personas confiaron en mi inocencia. El apoyo de mi familia y de mis amigos fue muy importante”, aseguró.
“Vivir bien en la cárcel es muy costoso. Semanalmente yo me estaba gastando $200.000 en comidas, llamadas o bebidas. Un helado allá es muy caro o una botella de agua. Mi familia tenía que gastar mucho dinero cada vez que me iban a visitar. Mi mamá le llevaba comida a casi medio patio y se estaba gastando conmigo casi $500.000 semanales”, expresó.
“Siempre he sido un hombre fuerte y el miedo no va conmigo. Pero esta vez sí tuve miedo, por mí y por mi familia. Yo le pedía mucho a Dios. Si me condenaban no sólo era mi vida la que se iba a afectar, era la de mis padres, la de mi hermano. Ellos sufrieron mucho durante mi encierro”.
“Mi hermano gemelo me visitaba cada ocho días y siempre lloraba. Me decía que me extrañaba mucho. Nosotros hemos sido muy unidos desde muy pequeños. Dormimos juntos en el mismo cuarto, compartimos la misma ropa, incluso algunas mujeres (risas). Con mi hermano gemelo es muy diferente la relación respecto a mis otros hermanos, a quienes quiero mucho, pero con Felipe es otra cosa. Yo a él lo quiero por encima de cualquier circunstancia”.
“Cuando llegué a la audiencia miré a todo el mundo y todos estaban con las manos apretadas, llorando, muy preocupados. Veía a mi mamá muy angustiada y yo pensé que de pronto ellos ya conocían el fallo y me iban a condenar. Muchas cosas se me pasaban por la cabeza, solo pensaba que era una injusticia si me declaraban culpable. En la cárcel conocí a muchas personas inocentes que están allá injustamente”.
La libertad
“Cuando el juez leyó el fallo le pregunté al abogado qué significaba. Él me miro y me dijo: Julián, la ganamos. Yo sentí una alegría muy grande. Quería saltar, brincar, abrazarlos a todos. No lloré porque la prensa estaba encima tomándome fotos (risas). Fue muy emocionante ver a mis padres, a mis hermanos, a mi familia y a mis amigos llorando de la alegría”.
“Cuando llegué al patio ya todo el mundo sabía de mi libertad y me abrazaban y me felicitaban. Todas las cosas personales que tenía en la cárcel se las di a mis compañeros. Lo único que pensaba era en mi libertad. Allá dejé ropa nueva, algunos electrodomésticos, mis hamacas. Lo único que me traje fue una Biblia que me regaló un amigo”.
“Cuando caminaba hacia la salida sentía otro aire. La cárcel tiene un olor diferente, un ambiente pasado, el aire no corre. Es muy dura. En ese momento pensé en todo lo que pasé encerrado, en la convivencia con las personas que han cometido tantos delitos, en los inocentes y sentí el aire diferente. Veía a mi familia saltando, a todos mis amigos contentos. Volví a nacer”.
“De Rivera a Neiva todos querían que yo manejara sus carros. Mi papá quería que por seguridad me viniera con él y los escoltas en la camioneta, pero finalmente manejé el carro con mi hermano. Hacía mucho tiempo no conducía y fue algo extraño, aunque a uno no se le olvida, yo sentí nervios. Vi muchos carros, nuevos edificios, muchas personas. Fue una alegría total”.
Regreso a casa
“En familia llegamos a la iglesia de San José y le agradecimos a Dios por mi libertad. Luego me reuní a solas durante un buen rato con mi papá. Él estaba muy contento, me abrazó y me dijo cosas muy importantes, como que yo había vuelto a nacer. Él, mi mamá y mis hermanos son lo más importante de mi vida”.
“Yo le agradecí a mi papá por todas las cosas que había hecho por mí, por creer en mi palabra, por el apoyo que me brindó y porque nunca me dejó solo. Lo más extraño de regresar a casa fue poder dormir hasta tarde. En la cárcel nos levantan todos los días a las 5:30 a.m. Tengo recuerdos amargos, de humillaciones, de malos tratos pero también de personas especiales”.
“Hubo un cabo, por el mismo que salió el director y el subdirector, que me amenazó todo el tiempo. Me decía ‘Tole, si lo condenan sale al otro día de traslado’ o ‘Tole, si lo llego a encontrar con algo ilícito, por más pequeño que sea, lo mando al peor patio’. Todo el tiempo me tuve que cuidar”.
“Por eso dormir en mi casa hasta la hora que quise fue una alegría muy grande. Cuando me levanté me encontré con un gran desayuno. Recordé que en la cárcel me daban un pan con una salchicha que olía a perro y un café untado de leche. Horrible. No tengo palabras para describir la alegría de ver arepas, caldo, frutas. Nos sentamos a la mesa y todos comían mucho. Aunque yo tenía hambre no pude. Me llené muy rápido, creo que el estómago se me volvió pequeño”.
Futuro
“Quiero terminar mi carrera universitaria. No tengo rencores, solo quiero iniciar mi vida nuevamente. Yo creo que no está bien que a uno lo metan a la cárcel y desde allá uno tenga que comprobar su inocencia. Es muy injusto. En otros países sólo hasta que una persona es declarada culpable es trasladada a la cárcel”.
“Yo perdí 20 meses de mi vida, se me tiraron la vida por completo: mi carrera como modelo y mis estudios de ingeniería civil. No pienso en demandar. Lo único que le pedí a Dios fue mi libertad y no me interesa nada más. Cuando caí en la cárcel tenía una novia, pero eso se terminó. Luego inicié una relación con una niña pero fue muy difícil porque ella es menor de edad y los papás no la dejaban ir a la cárcel. Nos alejamos finalmente. No sé qué habrá pasado con ella o si está con otra persona”.
“Me queda en el corazón el apoyo incondicional que me brindó siempre mi mejor amiga, Yeily Tatiana ‘Yiyi’ Trujillo. Muchas veces ella le ayudó a mi familia con el envío de encomiendas o con las consignaciones. Ella estuvo muy pendiente de mí. Se quedaba desde la noche anterior en las afueras de la cárcel y siempre fue la primera que entró al patio en los días de visitas. Me dio apoyo y fuerza todo el tiempo. Siempre voy a estar agradecido con ella porque es una gran mujer”.
'Daniela es pasado’
“Contra Daniela no tengo rencor. Creo que su problema mental o emocional lo puede tener cualquiera. Me dio mucha tristeza que esta familia se tratara de aprovechar de mi papá y le exigieran dinero para retirar los cargos. Al principio le exigieron 300 millones de pesos, luego se bajaron a 200 y finalmente le dijeron que lo dejaban en 100 millones de pesos”.
“Ellos quisieron aprovecharse del poder económico y político de mi papá, pero yo no le permití a mi familia que fueran a pagar dinero por algo que yo no había hecho. Siempre le dije a mi papá que yo era inocente y que él no tenía que pagar ni 100.000 pesos ni 10.000 pesos por mi libertad. En el juicio oral mi papá declaró esta exigencia económica que le hicieron”.
“Lo último que supe de Daniela fueron las ridiculeces que salió a decir a la prensa. Eso es normal en ella, que no sabe cómo llamar la atención. Me imagino que estaba feliz de salir en la prensa y ser famosa porque decían que era mi ex novia. Pero eso ya es pasado”, puntualizó Julián Tole.
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