Para ponerlo en una fría y concreta cifra: de cada 100 huilenses 62 son pobres, y 16 de éstos viven en la pobreza extrema. ¿Cómo se explica este indicador, literalmente pobre, de una región rica en recursos naturales y no solo aquellos de extracción como el petróleo y sus consecuentes regalías, sino también la alta vocación agropecuaria con el liderazgo cafetero, el turismo, las multimillonarias inversiones que año tras año nos dicen que se han hecho en asuntos sociales, el boom inmobiliario y constructor que se vive en los dos principales centros urbanos, Neiva y Pitalito, y los datos que – rimbombantes – nos han dado los dos recientes presidentes de la República?
La cifra del 16.6% de opitas en la pobreza extrema corresponde, para aterrizar más el informe del Dane, que más de 160 mil personas (superior a la población total hoy de Pitalito) no alcanza a cubrir las necesidades elementales de alimentación diarias; según el ente de las estadísticas, la línea de pobreza extrema es el costo per cápita de una canasta alimentaria mínima, que garantiza un adecuado consumo calórico, cuyo valor en el Huila fue de 89.335 pesos el año pasado, es decir, que un hogar de cuatro personas será clasificado como pobre extremo si su ingreso está por debajo de 357.340 pesos. Y aunque nos digan que se ha mejorado, que en tal o cual porcentaje hay un aumento satisfactorio, cuando tales datos se ponen en carne y hueso – es decir en personas reales – vemos en el gris paisaje miles de niños, mujeres, hombres y ancianos desnutridos o malnutridos, viviendo en condiciones precarias, acudiendo quizá a la limosna para soportar los duros días.
Y en el global de la pobreza sí que aterra aún más el balance: mucho más de la mitad de todos los huilenses es pobre. Y ello vale contrastarlo con el singular aumento o inflación del mercado de casas y apartamentos nuevos, de proyectos comerciales enormes que – hechos los estudios – encuentran que sí hay un mercado disponible para atender. Lo cual, entonces, nos deja la certeza absoluta de que el crecimiento y bienestar de la región cobija a una minoría en tanto que el grueso – ese 62% – padece diversas necesidades.
Este dato del Dane, que de paso nos pone por debajo del promedio nacional por 12 puntos porcentuales – una distancia enorme – debería suscitar agudos debates en torno a la eficacia y efectividad de tantas de las políticas públicas que se han ejecutado en el departamento en las últimas décadas, sobre todo desde cuando nos llegó la supuesta bendición del petróleo y sus recursos a granel. Pasó la bonanza del crudo y la miseria aún pulula y es visible en los campos y en los parques. Y no ha bastado que más de 70 mil familias campesinas nos honren ahora con el primer lugar en el emblemático café nacional ni que nos preciemos de contar con maravillas como San Agustín, La Tatacoa y Betania, ni que las fiestas sampedrinas repartan jugosas ganancias entre todo el mercado que a su alrededor se forma.
“El crecimiento y bienestar de la región cobija a una minoría en tanto que el grueso – ese 62% – padece diversas necesidades”.
EDITORIALITO
Por una afección cardiaca, falleció ayer, a la edad de 90 años, la señora Irma Polanía de Perdomo, madre del dirigente deportivo Jorge Fernando Perdomo Polanía, Carmen Sofía, Liliana María, Carlos Alberto y José Ricardo . A ellos y demás familiares les expresamos sentidas condolencias.
