Defensora del Lector E– mail: defensoradellector@lanacion.com.co El martes 28 de febrero pasado la Fundación por la Huilensidad “Jorge Villamil Cordovez” conmemoró la muerte del “Compositor de las Américas”, a quien rinde homenaje permanente en la sala del Museo de la Huilensidad que funciona en la actualidad en el tercer piso del bloque cultural del Centro Cultural y de Convenciones “José Eustasio Rivera” de Neiva. Con tal motivo LA NACION publicó ese mismo día algunos apartes de la vida del maestro Villamil bajo el título “El genio de la música huilense”. El texto decía entre otras cosas que “el joven médico se especializó en Ortopedia y Traumatología en la capital de la República y que “Espumas”, “producción que realizó en 1955 para el Primer Reinado Nacional del Bambuco” fue interpretada magistralmente por el dueto de Emeterio y Felipe “Los Tolimenses”. En un perfil del maestro Villamil Cordovez, el periodista y escritor Delimiro Moreno Calderón afirma que el maestro se especializó en Ortopedia y Traumatología “en la Clínica de las Fuerzas de Policía en México”. El dato que indica el año en que compuso “Espumas” también es errado, ya que el pasillo fue compuesto en 1962. Es preciso aclarar que el Primer Reinado Nacional del Bambuco se realizó en Neiva en junio de 1961 no en 1955 y que este reinado nada tuvo que ver con el origen de la composición. En el libro “Jorge Villamil Cordovez y su obra”, editado en 1988 por el Fondo de Autores Huilenses, el propio maestro relata cómo y dónde surgió la composición: “En 1962, durante un paseo a la región de “Bateas”, al norte de Neiva, nació esta canción que determinó cambios sustanciales en mi vida profesional. “Espumas” me dio importancia, categorizó mi obra musical dentro y fuera del país. Estábamos en la orilla del río cuando fui invitado con un grupo del paseo, a conocer el remolino por parte de mi amigo el caleño Eugenio Santamaría. Bajaban muchas espumas. Le pregunté a Leonor Borrero de García por ese fenómeno y me respondió: “Está creciendo el río”. Los amigos me instaron a componer una canción. La inicié con “espumas que se van…” y como no había papel ni lápiz para escribir me consiguieron el lápiz de cejas de Mireya Velasco. El papel fue una maleta de arroz. Pronto la canción fue tomando forma y en ocho días la montaron “Los Sinsontes”, un trío de Neiva”. Frente a las imprecisiones que aparecen en el texto sobre la vida y obra del maestro Villamil publicado en LA NACION, quien lo redactó expresó que se documentó en la Cronología de la vida del compositor expuesta sobre una de las paredes del Museo de la Huilensidad. Respecto de los datos que ella contiene, el doctor Gabriel Calderón Molina, miembro de la Fundación por la Huilensidad, expresó que quienes la elaboraron se basaron en lo escrito por Vicente Silva Vargas, connotado periodista y escritor, autor del libro biográfico “Las huellas de Villamil” y que frente a esta fuente está seguro de que la información del Museo es correcta. Al verificar lo escrito en la Cronología del Museo en el lapso 1955–1960, se lee: “Trabaja en la Clínica de la Policía Nacional en Bogotá y se especializa en Traumatología y Ortopedia”. (No indica dónde se especializó). He aquí el origen del error que aparece en LA NACION, debido a que al retomar la información la periodista interpretó por cuenta propia que el maestro Villamil se especializó en Bogotá. En cuanto al segundo error, en la mencionada Cronología dice: “Primer Reinado Nacional del Bambuco, compone Espumas”. “Preside la Organización del Segundo Reinado Nacional”. “Noche de Azahares es el regalo de boda para su hermana Graciela” “Por Espumas recibe el Taitapuro de Oro y, en 1965, disco de Oro…” Una línea roja al final de ésta y cada secuencia de información, indica el lapso al que corresponde, en este caso: 1961–1965, pero la periodista atribuyó el dato al lustro anterior: 1955–1960, por ello las fechas de la composición de “Espumas” y de la realización del Primer Reinado Nacional del Bambuco están erradas en el texto de LA NACION, como también fue un error atribuir la información al primer año del lapso (1955), sin ninguna precisión. Sabido es que dentro del abanico de personalidades huilenses que han trascendido las fronteras patrias y le han dado renombre a Colombia por sus obras, figuran pocos hijos de esta tierra, entre ellos el maestro Jorge Villamil Cordovez. Justo es que a través de las páginas de LA NACION, periódico regional con sede en Neiva, donde nació el maestro Villamil (Hacienda El Cedral), se guarde su memoria y se escriba bien su historia, más aún cuando la plataforma digital transmite la información hasta los confines del mundo, para que sea leída por ciudadanos de todas partes. Otra imprecisión biográfica El pasado 23 de enero en una crónica dedicada a los 400 años de Fortalecillas, en LA NACION apareció escrito lo siguiente sobre Diego de Ospina y Medinilla, fundador de Neiva y Fortalecillas: “Tal vez, ese primer paso que dio ese antioqueño, nacido en Marinilla y que murió en Neiva en 1630…”. La imprecisión que hay en estas breves líneas es aún más notoria con motivo de la celebración de los 400 años de la tercera fundación de Neiva, por don Diego de Ospina y Medinilla, de quien se está hablando y escribiendo desde hace por lo menos un año. Según el cronista Juan Flórez de Ocaris, don Diego de Ospina y Medinilla nació en la población de “Los Remedios”, jurisdicción de lo que hoy constituye el departamento de Antioquia. Así es que no nació en Marinilla, según la historia. Esta clase de información también ha de ser bien escrita, esto es clara, precisa y veraz, puesto que los periódicos hacen parte de lo que conforma la historia de los pueblos. Son fuentes que se retroalimentan. Ni qué decir de los errores ortográficos. La periodista Mónica Molano, lectora de LA NACION, asidua seguidora del crucigrama de este periódico, solicita ser respetuosos y cuidadosos al escribir el nombre de José Eustasio Rivera, poeta y novelista autor de “La Vorágine”. “Eustasio se debe escribir siempre con ese no con ce, como apareció en el crucigrama de este jueves primero de marzo”. Razón tiene nuestra lectora, puesto que así lo escribía el propio “Cantor del Trópico”, así hubiera sido registrado en la parroquia de la Inmaculada de Neiva, como “José Eustacio Rivera Salas”, según copia del documento facilitado por la Academia Huilense de Historia. Este y otros errores ortográficos señalados por nuestros lectores serán tratados en próxima columnas. Gracias a quienes, con sus inquietudes, expresan su deseo por el continuo mejoramiento de los contenidos de este periódico.