De Sudamérica, Brasil es el país más afectado por el coronavirus. En las últimas horas dicha nación superó los 10 mil casos de covid-19. En busca de seguir persiguiendo su sueño, Andrés Amaya viejo a suelo ‘carioca’ para jugar con el equipo Sub. 20 del Internacional. Sin embargo, no ha podido vestir la camiseta de uno de los más grandes de ese país a causa del coronavirus.
El exjugador del Atlético Huila habló con LA NACIÓN y se refirió a lo que está viviendo en Brasil, las medidas que han tomado en ese país y el miedo que le genera el crecimiento de la pandemia en Colombia, especialmente por su familia.
¿Cómo se está viviendo el coronavirus allá en Brasil?
Pues siempre duro porque no estamos haciendo lo que más nos gusta, el fútbol está parado en gran parte del mundo y no estamos haciendo lo que realmente nos gusta. También no podemos salir con la familia, eso está rotundamente prohibido. Sin embargo, hay que confiar en Dios en que todo esto va a pasar lo más rápido posible y todo volverá a la normalidad.
¿Qué medidas han tomado allá? ¿Qué actividades pueden hacer?
Las medidas son muy similares a las de Colombia. Acá en Porto Alegre tenemos que estar en nuestras casas. Debemos estar encerrados todos y no dejan salir a nadie por esta pandemia que está afectando al mundo. Por el bien de todos debemos quedarnos en nuestros respectivos hogares.
Ante el cese de actividades deportivas, ¿Qué rutina tiene usted diariamente?
El club diariamente nos envía una rutina de trabajo para hacer en nuestros hogares. Básicamente solo ejercicio en la casa para no perder el ritmo y a la vez para mantener la parte física que seguramente será lo que más nos costará cuando vuelva el fútbol acá en Brasil. Pero estamos confiados en que pronto todo volverá a la normalidad.
Allá en la situación está peor que en Colombia, ¿Genera miedo vivir esta situación lejos de la familia?
No, acá la situación acá no está tan grave, aquí en la parte donde estoy está más calmado que en Colombia. Los casos se presentan principalmente en las grandes ciudades de Brasil, como Sao Pablo, pero acá en Porto Alegre no hay que bajar la guardia pero está un poco más tranquilo que lo que está hoy Colombia.
En torno a mi familia, si me da miedo, pero gracias a Dios mi esposa está acá conmigo, pero si me preocupa mis padres y hermanos. Confío mucho en Dios en que nada les va a pasar y que nos seguimos comunicando continuamente como lo hemos venido haciendo.