Luis Fernando Pacheco G.
El próximo 9 de mayo la Unión Europea festejará “el día de Europa”, aniversario de la Declaración de Schuman (París, 1950), primer origen remoto de la actual confederación, el camino que encontró el viejo continente para reconfigurar su horizonte tras las dos guerras más devastadoras en la historia de la humanidad con apenas dos décadas de diferencia entre una y otra.
Siete décadas de trabajo conllevaron a difuminar fronteras, desmilitarizar progresivamente Europa, a defender como en otrora, las libertades básicas, la pluralidad y el desarrollo de sus pueblos. Aunque el camino fue arduo y nunca estuvo exento de críticas, los logros alcanzados hoy son valiosos: nunca antes el viejo continente estuvo tan en paz.
Sin embargo, este nueve de mayo, las celebraciones serán profundamente atípicas, aún España e Italia lloran, muchos aún se encuentran confinados, los ejércitos aun rondan las calles (algo que no pasaba desde 1945) y las críticas a los gobiernos frente al manejo de la crisis se incrementan. Pero lo peor está apenas por venir: la crisis económica. El Consejo y la Comisión, máximos órganos ejecutivos de la Unión hablan de un Plan de Reactivación Económica tan poderoso que se le denomina “Marshall II” en clara referencia al plan de reconstrucción de Europa acordado tras el término de la II Guerra Mundial.
Sin embargo, la recuperación debe ser ante todo moral, las críticas a la Unión Europea no son nuevas, vienen desde la gran crisis económica de finales de la década pasada donde se le acusó a Bruselas de poner lo económico por encima de la fraternidad entre los países y de no oxigenar las economías más afectadas (en ese momento, Portugal y Grecia, seguidas de España). Pero, irónicamente, también señalan una pesada burocracia técnica que gobierna desde Bruselas y Estrasburgo, pero a control remoto desde Berlín, donde Merkel se ha convertido paulatinamente en la Emperatriz de ese raro neo-imperio.
Hoy, Europa atraviesa una pandemia como no la vivía desde la “gripa española” de 1918, Merkel está de salida (si cumple su palabra, y pese al éxito del manejo alemán, el agotamiento de la Canciller es notorio), los liderazgos más notables se desdibujan y la recuperación de sectores como el turismo parece lejana, de cara a una incertidumbre generalizada en el mundo. Quizá el COVID también será la prueba de fuego para el proyecto de integración más exitoso de la contemporaneidad.
@luisferpacheco