Sigue emergencia

Después de nueve meses de la emergencia, el corregimiento de San Luis, sigue sumido en el abandono. Pese a las promesas oficiales para reconstruir la zona afectada, las comunidades, siguen viviendo su propio viacrucis.

Las avalanchas registradas en febrero pasado afectaron por lo menos a 30 veredas, causó la destrucción de las vías terciarias y graves daños en acueductos y alcantarillados.
Las crecientes súbitas arrasaron cultivos, puentes, viviendas campesinas, centros docentes y causó la pérdida de vidas.

Las autoridades se comprometieron a reconstruir la zona con base en un plan que ejecutarían todas las instancias naciones, departamentales y locales. Pero nada. Decenas de campesinos afectados recibieron tardíamente las ayudas humanitarias, pero nada más.

Los mismos labriegos expresaron sus angustias porque nueve meses después no han encontrado eco. Sólo se removieron los derrumbes, algunos con maquinaria oficial y en la mayoría de los casos, a pico y pala, en duras jornadas comunitarias para reabrir las vías obstruidas por toneladas de rocas y lodo que se precipitaron con las fuertes lluvias.

Ocho días después, se logró por lo menos completar el censo de damnificados y se formularon planes que se quedaron en diseño.

Según los propios campesinos no hay avances. Por el contrario, la prolongación de la tragedia está agravando el panorama en términos de movilidad y calidad de vida.

La magnitud de los daños no han sido reparados y la desesperación se acrecienta con el regreso del invierno que coloca de nuevo a la comunidad en inminente riesgo.

Y más por la alta vulnerabilidad de la zona, el desequilibrio ambiental, la precaria gestión para enfrentar la mitigabilidad y evitar la prolongación de la tragedia, como está ocurriendo.

Y lo más grave. No existen planes de contingencia de largo plazo. Tampoco análisis de riesgos.

Aunque se declaró tardíamente la calamidad pública durante seis meses para atender la emergencia, los campesinos de Aipecito, Chapinero y San Luis, sienten que las medidas se quedaron en letra muerta.

Con razón, nueve meses después, sienten que la emergencia no ha sido superada, que se ha venido agravando, que las vías afectan gravemente el desplazamiento, que los puentes y demás obras de infraestructura se encuentran en franco deterioro.

“Según los propios campesinos no hay avances. Por el contrario, la prolongación de la tragedia está agravando el panorama en términos de movilidad y calidad de vida”. 

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