Cada uno de nosotros, en su nivel de aprendizaje espiritual y grado evolutivo posee innumerables herramientas conferidas por Dios, en un diseño perfecto que incluye obviamente el encuentro e interrelación con diferentes seres humanos a lo largo de nuestro camino. No aprendemos solos, necesitamos de los demás, del compartir y convivir.
Me llama la atención que prácticamente hemos hecho de una frase común una consigna y la escucho en canciones y en las charlas cotidianas, y es el “disfrutemos del equivocado/a mientras llega el indicado/a”. UCDM – Un Curso de Milagros enseña: “Cuando te encuentras con alguien, recuerda que se trata de un encuentro santo. Tal como lo consideres a él, te considerarás a ti mismo. Tal como lo trates, así te tratarás a ti mismo. Tal como pienses de él, así pensarás de ti mismo”. Hermoso y nada equivocado, ¿verdad?
Por ello es que nadie se cruza en nuestra vida al azar. No existen personas ni relaciones incorrectas. Siempre hay aprendizajes detrás de cada encuentro y lecciones por comprender. Y aunque puedas estar pensando en relaciones de pareja exclusivamente, esto aplica para cualquier clase de vínculo: padre-hijo, jefe-empleado, hermanos, vecinos, suegros, yernos, nueras, otros familiares, amigos, compañeros de trabajo.
Considera cada persona que llega a tu vida, como un literal regalo de Dios. Sí, es cierto; ocurre que a veces no nos gustan algunos obsequios que nos hacen. Pero en este caso, los regalos divinos son siempre bendiciones de amor. Recíbelos sin exigencias ni condiciones a cambio; otórgale libertad a cada ser humano y acepta que estará el tiempo necesario y cumplido su propósito, partirá. Quédate solo con la experiencia, lo que proceda del amor y lo demás, suéltalo.
Amar no es aprisionar e implica comprender y aceptar que la otra persona tiene la libertad de elegir y que, si parte, sus razones tiene y su papel ya finalizó en tu vida. No se ama a quien se trata de retener. Y aunque físicamente ya no haya contacto, las relaciones son eternas como nuestra esencia, simplemente se transforman, porque todos estamos infinitamente conectados.
En las relaciones de pareja, si la mente intenta decirte que a menos que la otra persona regrese, no conseguirás estar bien, pide a tus ángeles que te apoyen en recordar que tu felicidad no está en manos de nada, ni de nadie y mucho menos tu equilibrio interior.
En la convivencia con algunas personas que en particular te generen malestar, le consultarás al cielo: ¿Y yo, qué necesito aprender aquí, cómo puedo estar atrayendo a alguien así? Bueno, es un trabajo individual que siempre tendrá respuestas, si preguntas realmente dispuesto a escuchar. Puedes estar seguro que siempre hay una correspondencia mutua con cada quien y más que indagar, qué tiene que aprender la otra persona, la tarea es comprender qué hay por aprender uno mismo, cuál es el papel en la relación, sea la que sea.
Repito: renuncia a querer saber la lecciones de los demás y ocúpate de las propias. Siempre apuntan a lo mismo: al perdón. Y aunque, como ya dije, es una labor individual, no significa que la tengas que hacer solo. De hecho, no tienes por qué. Si lo eliges, ahí están los ángeles, el Espíritu Santo y tantos otros seres de luz prestos a ayudarte. Claro está, se requiere de tu participación, colaboración y elección de perdonar y obviamente de tu confianza en Dios.
Nadie debe pretender cambiar a otro, ni menos pedirle a Dios o a los ángeles que lo cambie. Lo que sí podemos pedir es que nos ayuden a ver la situación de otra manera. Pedir que nos ayuden a perdonar, que es en últimas la más apropiada vía para restaurar la paz en nuestro interior.
Y a propósito del perdón, existe una práctica de sanación maravillosa, ya extendida por todo el mundo, que se llama Ho’oponopono y que se basa en cuatro premisas muy sencillas: LO SIENTO, PERDÓN, TE AMO, GRACIAS. Es mi deseo compartirte la siguiente oración que procede de la técnica del Ho’oponopono y que nos ayuda a honrar a cada persona con la que nos encontramos y a perdonar y a superar el aprendizaje.
“LO SIENTO, por las memorias de dolor que comparto contigo. PERDÓN, por unir mi camino al tuyo para sanar. GRACIAS, porque estás aquí para mí y TE AMO por ser quien eres. Por esa relación tan difícil de la que tuve que aprender, lo siento, perdóname, gracias, te amo. Por pretender que cambies, por no comprenderte, lo siento, perdóname, gracias y te amo. Por estar generando esta realidad aquí y ahora llena de memorias de dolor, lo siento y te pido perdón. Padre-Madre, pido que se corten estas memorias de dolor que me acompañan en este momento y se transformen en pura luz. Así sea y así es”.
Para finalizar, te comparto una oración que canalicé en alguna oportunidad. Puedes usarla en meditación, en el nombre de Dios e invocando a tus ángeles y a los del otro ser, trayendo a tu mente y a tu corazón, la imagen de la persona que deseas honrar.
“Te rodeo de amor, rodeo de amor esta circunstancia entre los dos. Entiendo que en tu afán de aprender, de encontrar tu camino, de descubrirte, de recordar quién eres, cometiste errores, al igual que yo. Te encontraste conmigo, yo me encontré contigo, los dos lo elegimos. Hiciste cosas, yo también. Y comprendo que tú no eres lo que haces, yo tampoco. Por eso me perdono, te perdono, te honro, te bendigo y deseo lo mejor para ti. Quiero sentir en este momento que te abrazo fuerte, para ya dejarte ir. Y si alguna vez pasas de nuevo por mi mente, es mi elección sonreír, bendecirte y desearte todo el bien. Gracias Dios por este regalo que me enviaste con este ser que pusiste en mi camino. Envíame ángeles adicionales para aceptar y comprender rápidamente. Es mi deseo que mi compañía celestial me apoye para acelerar mi aprendizaje. Amén”.
Mi ser bendice y honra tu ser.
Martha Muñoz Losada
Terapeuta en Sanación y Canalización con Arcángeles – Master ReikiUsui
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